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No sé si estaré acertada o no en lo que voy a decir, pero voy a lanzar una pregunta.
Por muchos casos que he visto en mujeres que por circunstancias diversas acaban siendo infieles. Para gustos hay colores pero en la juventud elegían los típicos malotes, los que hacían sufrir y mas enganchaban. Lloros y más lloros...
Al final la estabilidad se la daba alguien de buen corazón, con mas potencial para formar familia, dinero etc...Llega la boda.
Pero esa vida que parece idilica no tiene el tira y afloja de intensidad y desasosiego. Lo lineal acaba siendo aburrido. Busca los altibajos, por sentirse viva. El amante, el que da esa adrenalina, el me gustas, pero ni contigo ni sin tí. Al final acaba teniendo el perfil del primero, no quiere ataduras serias, el que tiene pareja, no la deja, juega, se cree el rey del mambo, con unas y con otras... enganchada del amante que no deja su vida porque es cómoda y tiene lo que quiere a su servicio.
Al final parece que cuando nos hacen daño, nos quejamos, cuando todo es tranquilidad, nos quejamos...¿Entonces qué queremos? jaja.
Este tema daría para un libro. Bueno, de hecho los hay interesantísimos que tratan el tema desde un punto de vista psicológico, social e incluso económico.
Los seres humanos vivimos toda nuestra vida en una constante dualidad que no deja de ser la que teníamos de niños: fíjate en un crío pequeño, quiere aventura, explorar, jugar con lo prohibido, subirse a donde le han dicho que es peligroso, necesita estímulos, se aburre de hacer siempre lo mismo... pero si se cae necesita saber que podrá correr a los brazos de papá y mamá, que estarán ahí para protegerle de los peligros. Es lo que se conoce como riesgo controlado: el salto al vacío con red debajo, es lo mismo que te provoca ver una película de terror: pasas miedo, pero sabes que cuando se salen los títulos de crédito vuelves a la seguridad de tu casa.
Pues este tema es igual: la rutina se vuelve monotonía y el amante proporciona la adrenalina de lo prohibido, pero claro, el marido es la estabilidad y la comodidad de lo conocido.