Así eran los cástings antes de Weinstein

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Así eran los cástings antes de Weinstein

CINEFILIA
Recuerdos y secretos
    • JOSÉ LUIS ROMO
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  • 2 DIC. 2018 02:22
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Marilyn Monroe en 'Los caballeros las prefieren rubias'. E. M.
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En el Hollywood clásico, los magnates también usaban a las mujeres

El libro 'En busca del reparto perfecto' narra cómo se confeccionaron los grandes elencos de la historia

Sean Penn desconfía del '#MeToo': "Ha dividido a hombres y mujeres"

Paul Newman pudo protagonizar La ley del silencio y quedarse con el primer Oscar de Marlon Brando. Joan Crawford haberse besado entre el oleaje con Burt Lancaster en De aquí a la eternidad y Marlene Dietrich tuvo posibilidades de interpretar a la mítica Margot Chaning en Eva al desnudo. Sin embargo, su director, Joseph L. Mankiewicz, consideró que la alemana "posa muy bien pero realmente no sabe hablar".

Hoy en día, cuesta imaginar El mago de Oz sin Judy Garland pero otra niña prodigio del estudio, Shirley Temple, estuvo a punto de ser Dorothy. Lo mismo ocurre con Vivien Leigh y Lo que el viento se llevó. Ninguna otra podría haber sido Escarlata O'Hara y, sin embargo, su productor, David O. Zelznick, probó a medio star system (de Katharine Hepburn a Paulette Goddard pasando por Tallulah Bankhead, Susan Hayward, Lana Turner, Joan Bennett o Jean Arthur) hasta decidirse por una lady británica para encarnar la quinta esencia de las damas sureñas.

El libro En busca del reparto perfecto (los cástings más legendarios del cine clásico), que acaba de salir a la venta, recoge todas estas elecciones que pudieron cambiar algunos de los títulos más icónicos del séptimo arte. Su autor, Juan Tejero, es un experto en estos temas puesto que ya ha firmado volúmenes tan jugosos como Este rodaje es la guerra, que recogía algunas de las grabaciones más tumultuosas del cine clásico. Según explica él, su libro habla de cómo se construyeron algunos de los grandes mitos del cine, cómo algunos actores se convirtieron en estrellas gracias a un solo papel (recordemos el debut de Audrey Hepburn en Vacaciones en Roma) y otros dejaron escapar su lugar en el olimpo por una mala elección (George Raft le pasaba todos sus papeles a Humphrey Bogart... y hoy quién recuerda a George Raft).

Machismo
Pero hay otra lectura interesante que sacar de él. Hoy en día, con Hollywood envuelto en el #MeToo, el trato que la industria del cine da a la mujer se analiza con lupa. Ahora, se sabe lo que sufrieron actrices como Salma Hayek, Mira Sorvino o Ashley Judd por culpa de un depredador sexual como Harvey Weinstein, alguien que con sus apetencias podía levantar y hundir carreras. Pues bien, En busca del reparto perfecto, demuestra que Weinstein es tan sólo el último eslabón de una cadena de feroces magnates que dominaron la Meca del cine y pusieron a las mujeres contra las cuerdas bien por rebeldes (y aquí destaca Bette Davis) o por considerarlas bobas (Marilyn Monroe). A lo largo de sus más de 500 páginas, anécdotas como las de Dietrich ("sabe posar pero no hablar") son constantes. Por ejemplo, Lana Turner fue descartada para Quo Vadis, por considerar que no parecía muy "virtuosa". Vamos, que la consideraban un putón.

En el libro se narra el nacimiento del mito de Marilyn Monroe, cómo logró su primer protagonista en Los caballeros las prefieren rubias. En realidad era la pin up Betty Grable quien debía interpretar a Lorelai, esa chica que se embarca en un crucero con su amiga para pescar a un millonario. Sin embargo, Monroe había reconocido que ella era una de las modelos anónimas que posaron desnudas en el célebre calendario Cuerpos dorados y su contoneo en Niágara había seducido a muchos jefes del estudio. Así que Darryl F. Zanuck, el magnate de la 20th Century-Fox quiso darle un vehículo para su lucimiento a esa estrella al alza. Su salario fue de 18.000 euros mientras que Grable cobraba 150.000. Lo único que exigió Marilyn fue su propio camerino. Cuando cantó Diamonds Are The Girls Best Friends, Zanuck exigió que se la repitiera en privado. Pensaba que la había doblado, ese bellezón no podía tener tanto talento. Pero sí, lo tenía. Y, aún así, la prensa la bautizó a ella y a su compañera Jane Russell , como "el trasero" y "el busto". Todo muy sutil.

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Marlon Brando en el set de Un tranvía llamado deseo. / E. M.
A Bette Davis tampoco le pusieron las cosas fáciles. Jack Warner sólo le ofrecía papeles de arpía y ella acabó demandándole para librarse de un contrato, según el cual, el estudio era el auténtico dueño de su carrera y ella debía aceptar. Sin embargo, por una carambola (el papel era para Miriam Hopkins) logró el papel de Jezabel, el filme que le dio su segundo Oscar. Con Eva al desnudo, la suerte también jugó a su favor. En principio la elegida era Claudette Colbert pero una hernia discal le impidió llegar al rodaje. Le llamaron y le dijeron que si quería estar en la película tenía 10 días para estar preparada. Ella pensó que era una broma, que nadie quería trabajar con ella por su fama de problemática y, al enterarse de que era verdad, se fumó un paquete de cigarrillos en dos horas.

En Eva al desnudo coincidieron Davis y Monroe. Esta última tenía un mínimo papel de "actriz graduada en arte dramático en Copacabana". Y el encuentro entre ambas no fue muy agradable para la segunda. George Sanders, otro de los actores lo recordaba así, "Esa pobre niña... ¡A Marilyn le aterrorizaba Davis! En una secuencia en la que estábamos los tres, Bette me susurró al oído, al alcance de la pobre Marilyn: "Esa zorrita rubia no sabe donde tiene la mano derecha. Se cree que con menear el culo y gorjear un poco, ya tiene bastante para sacar adelante la escena. ¡Pues no!'".

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Bette Davis en Eva al desnudo. / E. M.
Años después, Monroe advertiría a Joan Collins sobre la protagonista de ¿Qué fue de Baby Jane? "Ésa odia a cualquier mujer que tenga piernas. A mí me ponía nerviosa. No me dirigía la palabra, sólo desfilaba imperiosamente por el set, alzando la nariz y el cigarrillo. Es un bicho".

Lo cierto es que aquí había material para otro Feud, como el que Davis mantuvo con Joan Crawford en ¿Qué fue de Baby Jane? Ella, que también era de armas tomar, asoma en el libro haciéndole la vida imposible a Mercedes McCambridge en Johnny Guitar, ese wéstern lésbico que confundió al público de su época y fue un fracaso comercial. Crawford atribuyó el fracaso a "una agotadora de masas que no había trabajado en 10 años" en clara alusión a su compañera.

Grandes debuts
Más edificante es leer cómo algunos mitos fueron descubiertos para el cine. Audrey Hepburn ganó el Oscar con su primera película importante, Vacaciones en Roma, pese a que el papel estaba pensado para Jean Simmons, y Marlon Brando se quedó cerca de la estatuilla con Un tranvía llamado deseo.

Para que Brando pudiera interpretar el papel de Stanley Kowalski, el personaje que convirtió las camisetas blancas en una prenda de fetichistas, tuvo que ir en persona a ver Tennessee Williams hasta Cape Code, donde vivía el dramaturgo. "Es un condensado de potencia sexual y virilidad en bruto", sentenció Williams. Le dio su bendición y acabó protagonizando el filme con Vivien Leigh. Ella sí ganó el Oscar, pero se no agradó al joven Brando. "Se acostaba casi con cualquiera, igual que Blanche", diría el actor. "Si no hubiera sido por Laurence Olivier le hubiera dado un revolcón. Estoy seguro de que él sabía que ella le ponía los cuernos, pero prefería mirar hacia otro lado". Puede que sí o no, pero ésa ya es otra historia...
https://www.elmundo.es/loc/celebrities/2018/12/02/5c015b4721efa05e518b469a.html
 
La verdad es que no cuenta nada nuevo. Que ésto se hacía en el Hollywood de Oro es vox populi, todo el mundo lo sabe. Lo que ha sorprendido del caso Weinstein no es que sea algo nuevo sino que es algo que todavía se hace, en pleno siglo XXI.

También es sabido que Rita Hayworth, que se había visto obligada a acostarse con jefecillos por su primer marido, el chulo que convirtió a Margarita Cansino en Rita, se negó categóricamente a acostarse con Harry Cohn, el jefe de los estudios, y no cedió a los chantajes del magnate sin sufrir castigos en su carrera pues ya era la "estrella del amor" en todo el mundo.

Por ejemplo, Lana Turner fue descartada para Quo Vadis, por considerar que no parecía muy "virtuosa". Vamos, que la consideraban un putón.

De acuerdo que descartar a una actriz por una valoración moral no es de rigor, pero a veces el prejuicio coincide con la realidad. Pues es cierto que su vida amorosa, incluso para el lujurioso Hollywood de la época, batía todos los récords, en maridos y amantes. Ella solía decir que hubiese querido tener un marido y siete hijos, pero que solo tuvo una hija y siete maridos (se casó dos veces con el padre de su hija). Y eso que lo peor llegaría años después, cuando tras una infancia con niñeras e internados, Lana tuvo la ocurrencia de tenerla en casa cuando se degradó a ser la amante del sicario mafioso Johnny Stompanato, que la matrataba a ojos de la joven - a saber si también intentó aprovecharse de la joven Cheryl - y la joven mató con un cuchillo al amante de su madre.

Y tras el papel en "El cartero siempre llama dos veces", en mi opinión ni ella ni sus enrevesados peinados fijados con litros de laca, hubiesen resultado creíbles como casta cristiana en "Quo Vadis".

Para que Brando pudiera interpretar el papel de Stanley Kowalski, el personaje que convirtió las camisetas blancas en una prenda de fetichistas, tuvo que ir en persona a ver Tennessee Williams hasta Cape Code, donde vivía el dramaturgo. "Es un condensado de potencia sexual y virilidad en bruto", sentenció Williams. Le dio su bendición y acabó protagonizando el filme con Vivien Leigh. Ella sí ganó el Oscar, pero se no agradó al joven Brando. "Se acostaba casi con cualquiera, igual que Blanche", diría el actor. "Si no hubiera sido por Laurence Olivier le hubiera dado un revolcón. Estoy seguro de que él sabía que ella le ponía los cuernos, pero prefería mirar hacia otro lado". Puede que sí o no, pero ésa ya es otra historia...

En ésto, el bello Marlon debería haberse callado porque él era todo un libertino en materia sexual. Vivien tenía problemas mentales, solo por eso él habría debido respetarla también, no solo por ser la esposa de Laurence Olivier, un dios de actor para él, porque el propio Marlon se acostaba con muchas esposas y unos cuantos maridos.

Lo que no me va a empujar a quitar su poster en "Salvaje" ¡ay, que maravilla, Brandoooooo!
 
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