Cena de bienvenida de la XIX Asamblea anual del Foro Iberoamérica. Noviembre 8, 2018

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S.M. el Rey
Cena de bienvenida de la XIX Asamblea anual del Foro Iberoamérica
Palacio de Cibeles. Madrid, 08.11.2018
Relaciones Internacionales


Su Majestad el Rey presidirá la cena de bienvenida de la XIX Asamblea anual del Foro Iberoamérica

El Foro Iberoamérica es un espacio de encuentro entre líderes políticos y sociales, empresarios e intelectuales de los más de 20 países que integran el ámbito iberoamericano, y cuya presidencia ostentan Ricardo Lagos, Presidente de Chile entre 2000 y 2006, y Fernando Henrique Cardoso, Presidente de Brasil entre 1995 y 2002.

Su origen se remonta al año 2000, como resultado del interés de un grupo de líderes de opinión, empresarios, políticos, representantes de los principales grupos de comunicación, creadores e intelectuales decididos a promover la reflexión y el debate sobre los más importantes desafíos que son comunes a América Latina, la comunidad hispano lusa en Estados Unidos, Portugal y España.

Fruto de una propuesta inicial de los escritores Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez y del apoyo de un grupo de empresarios como Jesús de Polanco, Gustavo Cisneros, Carlos Slim, Julio Mario Santo Domingo, Héctor Magnetto, Alvaro Saieh, Francisco Pinto Balsemão, entre otros, el Foro Iberoamérica celebró la primera Asamblea en México en el año 2000. Como dijo el escritor y comentarista político Federico Reyes Heroles en la inauguración de la XV Asamblea del Foro, celebrada también en México en octubre de 2014, “Carlos Fuentes nos convocó a hablar de Iberoamérica, su gran continente intelectual. Nos convocó a entendernos entre políticos, empresarios, intelectuales, sea lo que sea esa definición, y cabezas de los medios de comunicación”. Desde entonces se ha reunido todos los años en diferentes ciudades y capitales de toda Iberoamérica, España y Portugal.

En las reuniones de la Asamblea del Foro, que son siempre a puerta cerrada y de carácter restringido, están presenten la mayoría de sus miembros. Además, acuden como invitados destacadas personalidades del país anfitrión con el fin de ampliar la dimensión del Foro en el país organizador y enriquecer las discusiones, con la incorporación de un mayor número de voces y una mayor diversidad de opiniones.
 
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Palabras de S.M. el Rey en la XIX Asamblea Anual del Foro Iberoamérica
Palacio de Cibeles. Madrid, 08.11.2018

Es un placer darles la bienvenida a Madrid y a esta XIXª edición del Foro Iberoamérica. Han pasado ya casi veinte años desde que se creó este Foro a propuesta de Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez, y con el apoyo de un grupo de importantes empresarios líderes de opinión, políticos, representantes de los principales grupos de comunicación, creadores e intelectuales. Todos ellos decididos a promover la reflexión y el debate sobre los principales desafíos comunes de los países de la Comunidad Iberoamericana de Naciones, incluyendo la colectividad hispana de los Estados Unidos.

Esta nueva edición del Foro Iberoamérica se centrará en cómo impacta el nuevo escenario global en nuestro mundo, digamos, Euro-latinoamericano; o cómo nos integramos en ese escenario; qué papel jugamos o podemos jugar.

América Latina y Europa son dos regiones que, por motivos históricos, culturales y políticos, se han convertido en socios privilegiados. Esto nos lleva a compartir un universo de principios y valores, que se traducen en una coincidencia en la defensa de la democracia, los Derechos Humanos y el Estado de Derecho, así como de un orden internacional basado en reglas que garanticen la paz y promuevan el diálogo y la concertación entre las naciones.

La existencia de estos valores compartidos va mucho más allá de la retórica y, en el complejo escenario global en el que nuestros países deben desenvolverse, nos convierte en socios preferentes en muy diversos ámbitos. Desde el punto de vista económico, la UE, en su conjunto, se ha convertido en el primer inversor en América Latina y en su segundo socio comercial.

Nuestros acuerdos, además, no se limitan al ámbito económico, sino que también se extienden a la cooperación ─la UE es el primer donante de la región en términos de ayuda oficial al desarrollo─ al tiempo que, como no podía ser menos, tienen también un componente político. Un compromiso que se traduce desde hace años en un diálogo entre nuestros Gobiernos, cuyo objetivo último es la búsqueda de posiciones comunes ante los grandes retos del escenario global.

Desde el último tercio del pasado siglo, y de forma creciente, acelerada e imparable, la globalización y la interdependencia entre los países supone un desafío muy complejo a escala mundial, de naturaleza muy diversa, que exige cada vez más un esfuerzo responsable de concertación entre las naciones. Y es en este contexto en el que adquiere gran importancia la existencia de valores comunes e intereses compartidos.

Los líderes políticos de ambas orillas del Atlántico se han reunido periódicamente, formal e informalmente, para tratar de encontrar respuestas a esos grandes desafíos y a los que, con cada vez más intensidad, reclaman justamente respuesta nuestros ciudadanos. La lucha contra la pobreza, la corrupción, la inseguridad ciudadana, la consolidación de un crecimiento económico inclusivo y sostenible, o el fortalecimiento de las instituciones democráticas tienen una vertiente marcadamente nacional, pero no es menos cierto que existe un enorme espacio de cooperación entre Europa e Iberoamérica para abordarlos con mayor eficacia.
Permítanme que me detenga en algunos de estos desafíos, que nos preocupan especialmente y que afectan a nuestras democracias. La salud de nuestro sistema democrático depende de nuestra capacidad de dar respuesta a las legítimas aspiraciones de empleo, vivienda, educación, sanidad y seguridad de nuestros ciudadanos.

Las naciones iberoamericanas se enfrentan también a retos similares. La región ha hecho progresos dignos de elogio en materia de lucha contra la pobreza en los últimos tiempos, y gracias a los cuales más de 70 millones de personas se han incorporado a la clase media. Sin embargo, continúan existiendo importantes bolsas de pobreza y vulnerabilidad en el continente, en algunos casos con los más altos índices de desigualdad registrados a nivel mundial.

En consecuencia, un gran reto de los Gobiernos iberoamericanos continúa siendo sacar a ese 10% de la población que aún vive en condiciones de pobreza y reducir la vulnerabilidad socioeconómica, además de crear las condiciones para construir sociedades más solidarias, equitativas e inclusivas —también más seguras—, donde se garantice el acceso de todos a servicios sociales básicos de calidad, como la educación o la sanidad.

A escala mundial nos enfrentamos a cuestiones que exigen una cooperación cada vez más estrecha entre nuestras naciones. El mantenimiento de la paz y seguridad internacionales, la lucha contra el terrorismo y el crimen organizado, la protección del medio ambiente, la promoción del desarrollo sostenible, la lucha contra el cambio climático o los movimientos migratorios son sólo algunos ejemplos de cuestiones o crisis que las naciones no podemos afrontar en soledad. Cuestiones que, con tanta frecuencia, se suceden de manera repentina, requiriendo medidas urgentes y a veces necesariamente sobrevenidas.

Señoras y señores,

No es una exageración afirmar que España ha desempeñado un papel destacado, junto a Portugal, en la consolidación de estos vínculos tan profundos entre europeos e iberoamericanos. Lo hemos hecho por propio convencimiento, porque somos también una “nación americana” por motivos históricos, lingüísticos, culturales e incluso sentimentales, reforzados por los flujos migratorios de ida y vuelta que se han incrementado en los últimos años.

Cuando se cumplen 40 años de nuestra Constitución, conviene reconocer con orgullo y gratitud lo mucho que el proceso democrático español influyó en la propia democratización de numerosas naciones hermanas de Iberoamérica, ese espacio de cultura y civilización al que la Constitución Española ya señaló como “nuestra comunidad histórica”.

España continuará, desde luego, fomentando esa relación especial con Iberoamérica, a nivel bilateral, por supuesto, pero contando también con el mecanismo de amistad, dialogo y cooperación de las Cumbres Iberoamericanas, que son la máxima expresión multilateral de la Comunidad Iberoamericana de Naciones. Dentro de pocos días, el 15 y el 16 de noviembre, nos reuniremos una vez más, esta vez en la Antigua, Guatemala. La Cumbre se celebra bajo el lema de “Una Iberoamérica próspera, inclusiva y sostenible”, y podrá ser un excelente ejemplo de la integración en los mecanismos de cooperación de los ODS y de la Agenda 2030.

Señoras y señores,

Una relación tan rica como la que nos une a europeos e iberoamericanos no se limita al diálogo entre líderes políticos. Son cada vez más profundas las relaciones entre diversos representantes de la sociedad civil de ambas regiones. Se multiplican los encuentros empresariales y académicos, las relaciones institucionales a todos los niveles y los foros como el que nos reúne aquí esta noche, y que constituyen un instrumento esencial de diagnóstico de problemas y propuesta de soluciones a desafíos compartidos por dos regiones lejanas geográficamente y, sin embargo, muy cercanas, que pueden fácilmente conversar con complicidad.

En esta edición, prestaréis especial atención a cuestiones clave de nuestra realidad actual, como la revolución digital, la educación o los medios de comunicación. La digitalización ya es un hecho irrefutable, pues nuestra interacción con el mundo y entre nosotros mismos está totalmente influenciada por la tecnología. Por ello, es necesario impulsar una dimensión humanística para afrontar con seguridad y solvencia estos cambios y desafíos. No podemos permitirnos que las trasformaciones tecnológicas avancen sin que nos interpelemos sobre el impacto ético de sus efectos, porque lo que está en cuestión son valores esenciales de lo humano.

Y, ante este reto complejo, debemos contar con una educación sólida y anticipatoria que provea a nuestros ciudadanos de las herramientas imprescindibles para abordarlo con éxito. En este contexto, no cabe duda, la labor rigurosa y responsable de los medios de comunicación, contribuirá a que nuestras sociedades democráticas progresen conscientes y en libertad.

Señoras y señores,

Hoy hemos rendido homenaje a la figura del querido Carlos Fuentes que, este domingo, habría cumplido 90 años. Es un buen momento, sin duda, para recordar también a todos los que, vinculados a esta importante iniciativa, ya no están con nosotros.

Carlos Fuentes quiso hacer de la cultura iberoamericana un espacio para todos, pletórico de matices, pero como un territorio común: el Territorio de la Mancha. Ese territorio manchego universal que ya inmortalizó Cervantes en El Quijote −y que Fuentes extendió a América para explicarnos cuánto creyó en Iberoamérica− debe seguir siendo símbolo de nuestra identidad común en armonía y alianza entre todos nuestros pueblos. Confío en que este símbolo siga vivo gracias a todo lo que nos une, y desde luego gracias al Foro Iberoamérica.

Muchas gracias.
 
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Palabras de S.M. el Rey en la XIX Asamblea Anual del Foro Iberoamérica
Palacio de Cibeles. Madrid, 08.11.2018

Es un placer darles la bienvenida a Madrid y a esta XIXª edición del Foro Iberoamérica. Han pasado ya casi veinte años desde que se creó este Foro a propuesta de Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez, y con el apoyo de un grupo de importantes empresarios líderes de opinión, políticos, representantes de los principales grupos de comunicación, creadores e intelectuales. Todos ellos decididos a promover la reflexión y el debate sobre los principales desafíos comunes de los países de la Comunidad Iberoamericana de Naciones, incluyendo la colectividad hispana de los Estados Unidos.

Esta nueva edición del Foro Iberoamérica se centrará en cómo impacta el nuevo escenario global en nuestro mundo, digamos, Euro-latinoamericano; o cómo nos integramos en ese escenario; qué papel jugamos o podemos jugar.

América Latina y Europa son dos regiones que, por motivos históricos, culturales y políticos, se han convertido en socios privilegiados. Esto nos lleva a compartir un universo de principios y valores, que se traducen en una coincidencia en la defensa de la democracia, los Derechos Humanos y el Estado de Derecho, así como de un orden internacional basado en reglas que garanticen la paz y promuevan el diálogo y la concertación entre las naciones.

La existencia de estos valores compartidos va mucho más allá de la retórica y, en el complejo escenario global en el que nuestros países deben desenvolverse, nos convierte en socios preferentes en muy diversos ámbitos. Desde el punto de vista económico, la UE, en su conjunto, se ha convertido en el primer inversor en América Latina y en su segundo socio comercial.

Nuestros acuerdos, además, no se limitan al ámbito económico, sino que también se extienden a la cooperación ─la UE es el primer donante de la región en términos de ayuda oficial al desarrollo─ al tiempo que, como no podía ser menos, tienen también un componente político. Un compromiso que se traduce desde hace años en un diálogo entre nuestros Gobiernos, cuyo objetivo último es la búsqueda de posiciones comunes ante los grandes retos del escenario global.

Desde el último tercio del pasado siglo, y de forma creciente, acelerada e imparable, la globalización y la interdependencia entre los países supone un desafío muy complejo a escala mundial, de naturaleza muy diversa, que exige cada vez más un esfuerzo responsable de concertación entre las naciones. Y es en este contexto en el que adquiere gran importancia la existencia de valores comunes e intereses compartidos.

Los líderes políticos de ambas orillas del Atlántico se han reunido periódicamente, formal e informalmente, para tratar de encontrar respuestas a esos grandes desafíos y a los que, con cada vez más intensidad, reclaman justamente respuesta nuestros ciudadanos. La lucha contra la pobreza, la corrupción, la inseguridad ciudadana, la consolidación de un crecimiento económico inclusivo y sostenible, o el fortalecimiento de las instituciones democráticas tienen una vertiente marcadamente nacional, pero no es menos cierto que existe un enorme espacio de cooperación entre Europa e Iberoamérica para abordarlos con mayor eficacia.
Permítanme que me detenga en algunos de estos desafíos, que nos preocupan especialmente y que afectan a nuestras democracias. La salud de nuestro sistema democrático depende de nuestra capacidad de dar respuesta a las legítimas aspiraciones de empleo, vivienda, educación, sanidad y seguridad de nuestros ciudadanos.

Las naciones iberoamericanas se enfrentan también a retos similares. La región ha hecho progresos dignos de elogio en materia de lucha contra la pobreza en los últimos tiempos, y gracias a los cuales más de 70 millones de personas se han incorporado a la clase media. Sin embargo, continúan existiendo importantes bolsas de pobreza y vulnerabilidad en el continente, en algunos casos con los más altos índices de desigualdad registrados a nivel mundial.

En consecuencia, un gran reto de los Gobiernos iberoamericanos continúa siendo sacar a ese 10% de la población que aún vive en condiciones de pobreza y reducir la vulnerabilidad socioeconómica, además de crear las condiciones para construir sociedades más solidarias, equitativas e inclusivas —también más seguras—, donde se garantice el acceso de todos a servicios sociales básicos de calidad, como la educación o la sanidad.

A escala mundial nos enfrentamos a cuestiones que exigen una cooperación cada vez más estrecha entre nuestras naciones. El mantenimiento de la paz y seguridad internacionales, la lucha contra el terrorismo y el crimen organizado, la protección del medio ambiente, la promoción del desarrollo sostenible, la lucha contra el cambio climático o los movimientos migratorios son sólo algunos ejemplos de cuestiones o crisis que las naciones no podemos afrontar en soledad. Cuestiones que, con tanta frecuencia, se suceden de manera repentina, requiriendo medidas urgentes y a veces necesariamente sobrevenidas.

Señoras y señores,

No es una exageración afirmar que España ha desempeñado un papel destacado, junto a Portugal, en la consolidación de estos vínculos tan profundos entre europeos e iberoamericanos. Lo hemos hecho por propio convencimiento, porque somos también una “nación americana” por motivos históricos, lingüísticos, culturales e incluso sentimentales, reforzados por los flujos migratorios de ida y vuelta que se han incrementado en los últimos años.

Cuando se cumplen 40 años de nuestra Constitución, conviene reconocer con orgullo y gratitud lo mucho que el proceso democrático español influyó en la propia democratización de numerosas naciones hermanas de Iberoamérica, ese espacio de cultura y civilización al que la Constitución Española ya señaló como “nuestra comunidad histórica”.

España continuará, desde luego, fomentando esa relación especial con Iberoamérica, a nivel bilateral, por supuesto, pero contando también con el mecanismo de amistad, dialogo y cooperación de las Cumbres Iberoamericanas, que son la máxima expresión multilateral de la Comunidad Iberoamericana de Naciones. Dentro de pocos días, el 15 y el 16 de noviembre, nos reuniremos una vez más, esta vez en la Antigua, Guatemala. La Cumbre se celebra bajo el lema de “Una Iberoamérica próspera, inclusiva y sostenible”, y podrá ser un excelente ejemplo de la integración en los mecanismos de cooperación de los ODS y de la Agenda 2030.

Señoras y señores,

Una relación tan rica como la que nos une a europeos e iberoamericanos no se limita al diálogo entre líderes políticos. Son cada vez más profundas las relaciones entre diversos representantes de la sociedad civil de ambas regiones. Se multiplican los encuentros empresariales y académicos, las relaciones institucionales a todos los niveles y los foros como el que nos reúne aquí esta noche, y que constituyen un instrumento esencial de diagnóstico de problemas y propuesta de soluciones a desafíos compartidos por dos regiones lejanas geográficamente y, sin embargo, muy cercanas, que pueden fácilmente conversar con complicidad.

En esta edición, prestaréis especial atención a cuestiones clave de nuestra realidad actual, como la revolución digital, la educación o los medios de comunicación. La digitalización ya es un hecho irrefutable, pues nuestra interacción con el mundo y entre nosotros mismos está totalmente influenciada por la tecnología. Por ello, es necesario impulsar una dimensión humanística para afrontar con seguridad y solvencia estos cambios y desafíos. No podemos permitirnos que las trasformaciones tecnológicas avancen sin que nos interpelemos sobre el impacto ético de sus efectos, porque lo que está en cuestión son valores esenciales de lo humano.

Y, ante este reto complejo, debemos contar con una educación sólida y anticipatoria que provea a nuestros ciudadanos de las herramientas imprescindibles para abordarlo con éxito. En este contexto, no cabe duda, la labor rigurosa y responsable de los medios de comunicación, contribuirá a que nuestras sociedades democráticas progresen conscientes y en libertad.

Señoras y señores,

Hoy hemos rendido homenaje a la figura del querido Carlos Fuentes que, este domingo, habría cumplido 90 años. Es un buen momento, sin duda, para recordar también a todos los que, vinculados a esta importante iniciativa, ya no están con nosotros.

Carlos Fuentes quiso hacer de la cultura iberoamericana un espacio para todos, pletórico de matices, pero como un territorio común: el Territorio de la Mancha. Ese territorio manchego universal que ya inmortalizó Cervantes en El Quijote −y que Fuentes extendió a América para explicarnos cuánto creyó en Iberoamérica− debe seguir siendo símbolo de nuestra identidad común en armonía y alianza entre todos nuestros pueblos. Confío en que este símbolo siga vivo gracias a todo lo que nos une, y desde luego gracias al Foro Iberoamérica.

Muchas gracias.

Me ha gustado el discurso.
 
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