Libros, libros, libros

Seguramente será tan aburrida como el resto de las novelas. Y mira que yo leo a japoneses, pero el éxito de este Murakami es un misterio, donde esté Yukio Mishima y su mentor, que le dedicó el Nobel...
Pues a mí Murakami me encanta (también es cierto que unas obras más que otras). Ahora bien, para autores orientales, me quedo con Gao Xingjian.
 
Me bastó oir al Reverte con Sabina para que se me erizasen los pelos, mejor no. A mí se me han caido los idolos cuando se han metido a santos pontificadores del bien, Marias aún conserva su capacidad para sorprender con grandes historias en la ficción, cosa que han perdido casi todos los del stablisment oficial literario, que ya solo viven de hacer la pelota al poder. Yo admiraré las grandes novelas que escribió Muñoz Molina, pero ya no es más que un calientasillón de la Academia Española pontificando,como Vargas Llosa, el Perez Reverte ni siquiera podrá nunca presumir de buena prosa, con sus historietas en plan Dumas.
Hay un libro muy bueno, llamado "La desfachatez intelectual", que denuncia cómo en España existe exageradamente un fenómeno más minoritario en otros paises que es considerar a los escritores como chamanes que entienden y pueden pontificar sobre cualquier tema,como si fuesen genios del Renacimiento. Escriben cosas en sus columnas a veces que causan risa y otras indignación, como cuando el Perez Reverte ridiculizó a un joven historiador que habia denunciado que el poder y sus portavoces literarios estaban intentando igualar a los bandos de la Guerra Civil haciendo recaer la culpa del estallido del conflicto en ambos con idéntico peso y que intentar enseñar semejantes cosas a los niños en el colegio es un ejercicio de manipulación de la Historia tipo orwelliano. Pues salió el Reverte primero mintiendo diciendo que él nunca habia escrito nada sobre la guerra civil - lo leí mientras yo tenia en la mano su obra "La guerra civil escrita a los niños" - y a continuación empezó a insultar al treinteañero historiador, obviando sus estudios y metodologia de trabajo, llamándolo poco menos que niñato que no podia dar lecciones a alguien como él que habia sido reportero en mil conflictos y habia visto en todos los conflictos que todos eran culpables, todos, vamos, por su regla de tres, los tutsis fueron exterminados por los hutus a machetazos por su propia culpa, y asi en todos los conflictos. Le insultó y degradó al joven historiador solo porque le contradijo en sus propias tesis dictadas por el régimen que le da fama y dinero a cambio de servicio de propaganda, una vergüenza.

Asi que prefiero que no se me caiga la buena opinión de Marias hablando en privado con Reverte. Lo tengo por más culto y refinado, aunque también se ha subido al carro de pontificar, en vez de en Vocento en Prisa, o sea, parecido.

Y, que me caigan cruces, pero respecto a Fernando Aramburu he leido más de una novela de él, hasta comentándolo en tertulia literaria, y es penoso, todas sus novelas son tan "simplonas" que es increible que esa bazofia que ha llamado "Patria" haya arrasado con esos personajes tan simplones y ridículos, y que encima la vendan como la primera novela escrita sobre el tema, echando por la borda las grandes novelas de autores vascos, traducidas,por ejemplo "El hombre solo" de Atxaga o Martutene, de Ramon Saizarbitoria, al que la "Patria" ficticia de Aramburu no llega a la suela de los zapatos.

Bueno, me he alargado, jajajaja... ¡Marias, tu sigue escribiéndonos maravillas como "Loe enamoramientos". En realidad casi siempre escribes la misma novela con diferentes nombres pero con esa prosa que es como oir tu voz contando reflexivamente lo que acontece y la naturaleza humana que da gusto. Se nota que eres hijo de filósofo, que aprendistes lo que es la cultura desde la niñez.
Pérez Reverte es un mediocre con ínfulas. Yo empecé una de sus novelas y la dejé a las cinco páginas. Infumable.
Tengo Patria como pendiente. Ya veremos qué me parece.
 
LAS PÁGINAS POR ESCRIBIR
Le abandonaron en una isla y sobrevivió allí 30 años: una historia muy humana
La escritora Lydia Syson acaba de publicar un libro titulado 'Mr. Peacock’s Possessions', en el que cuenta la sorprendente historia de su abuelo

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Foto: iStock.

EMMA NOGUEIRO
05/08/2018


La literatura es un premio. Algunas personas tienen la suerte de conocer a otras que son, por todo lo vivido, un buen personaje de novela. Y esas vidas hay que contarlas. ¿Quién puede resistirse a no escribir las aventuras que le suceden a un hombre en una isla desierta? Los libros llevan años demostrando que un islote es un escenario narrativo privilegiado.

Solo hace falta echar la vista atrás en la historia de la literatura para confirmar esta hipótesis. 'Los viajes de Gulliver', de Jonathan Swift; 'Robinson Crusoe', de Daniel Defoe; 'La isla del tesoro', de Stevenson; 'Utopía', de Tomás Moro; 'El señor de las moscas', de William Golding… Una isla es, digan lo que digan, un polo de atracción narrativo. Y si a ella se une un naufragio, es inútil luchar contra la fuerza creativa que ofrecen esos dos escenarios. Son auténticas instituciones literarias.

Lugar ¿idílico?
Para llegar a esa conclusión solo hace falta pensar en las islas del ''Conde de Montecristo', de 'Los Miserables' o de la Ítaca de Ulises donde Homero hizo una novela para que empezase todo. Junto a estos clásicos, hay una aventura más, otro episodio que maravilla e intriga. Es la historia de Thomas Bell. La escritora Lydia Syson, descendiente lejana de este nuevo personaje, acaba de publicar un libro titulado 'Mr. Peacock’s Possessions'. En él recrea la historia de Bell, un hombre que pasó, junto a su esposa e hijos, 30 años de su vida recluido en una isla desierta. Así, en un paisaje agosteño y repleto de esencias aromáticas y costas erizadas, vivió esta familia.

Sobrevivieron durante meses a base de naranjas, peces y raíces



¿Por qué? Porque él también tenía una vida para contar. Syson narra en las páginas del libro la carambola vital de Thomas que comenzó en 1854 cuando, a sus 16 años, abandonó el condado de Yorkshire, en Reino Unido, para viajar hasta Nueva Zelanda. Allí conoció a su esposa Federica y al hombre que, en medio de un engaño, convenció al matrimonio para viajar a la Isla de Raoul, conocida como Sunday Island y situada en el Pacífico junto al archipiélago de Kermade.

Traicionados
Creyendo, como les habían contado, que iban a encontrar una isla fértil para cultivar cualquier cosa y producir una desorbitada fortuna en poco tiempo, los Bell viajaron por primera vez a la isla en el 1878. Lo hicieron en la goleta del capitán Mckenzie, un traidor según relata Syson, que aceptó a llevarlos para que echaran un vistazo al terreno y pudieran decidir si les convenía quedarse. Al llegar allí se encontraron con una isla pobre, desierta y sin posibilidad de cultivo.

Pagaron al capitán para que regresara a por ellos, pero este nunca volvió. Tenían solo unas provisiones que les habían vendido y que, además, estaban podridas. Menudo sainete. Sobrevivieron durante meses a base de naranjas, peces y raíces. Construyeron una vivienda que apenas se sostenía en la bahía de Denham y soportaron poco menos que las siete plagas de la Biblia. Ratas, insectos, tormentas inaguantables… Ocho meses después de su llegada a la isla, unballenero estadounidense, alertado por las señales de humo que venían de la costa, trató de rescatarlos, pero el intento fue inútil. No había espacio para todos en el barco.

Golpe de suerte
Pasaron dos años hasta que los Bell, que para entonces ya habían tenido dos hijas, recibieron la visita de una nueva embarcación.Thomas dejó en la isla a su esposa y su hijas para embarcarse en esta especie de salvavidas y volvió días después con suministros como tanques de hierro, madera, semillas, ropa y… cinco trabajadores. Sí, empleados. Fue un golpe de suerte. Empezaba así un negocio de cultivo de plantas comestibles. La fortuna cambió para bien y, en los años siguientes, Thomas y Federica tuvieron cuatro hijos más y cultivaron una amplísima variedad de frutos: papaya, guayaba, chirimoya, granada, caña de azúcar, plátanos y hasta café.

Pagaron al capitán para que volviese a por ellos si la isla no era fértil, pero nunca lo hizo, los abandonó

La familia, el negocio y su instinto de supervivencia comenzó a hacerse famoso y muchos barcos pesqueros y balleneros comenzaron a frecuentar la isla que era ya un mercado de productos exquisitos. No podían pedir nada más: una isla entera para ellos, familia y un buen negocio. Pero llegó el germen y el mal que todo lo destruye: la guerra. Y no una cualquiera. La Primera Guerra Mundial había comenzado y los Bell, ante las amenazas y las bombas que los alemanes lanzaron contra el Pacífico, abandonaron la isla el 4 de julio de 1914 para volver a sus orígenes: a Nueva Zelanda.

Lo que sigue ya es otra historia, otro capítulo en el mapa de la felicidad de esta familia que, como los náufragos, renació de las aguas y volvió a escribir otra página en blanco a base de fuerza vital, de principio de vida y de todo lo que puede mantener vivo a un hombre: el inagotable e inexplicable instinto de supervivencia humana.


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https://www.elconfidencial.com/alma...obinson-hombre-isla-desierta-30-anos_1601131/
 
Mi último libro leído ha sido El extranjero, de Camus. Tengo un montón de libros esperando a ser empezados y no sé cuál elegir.
Cuando lo decida os lo comento, por si lo habéis leído.
 
Mi último libro leído ha sido El extranjero, de Camus. Tengo un montón de libros esperando a ser empezados y no sé cuál elegir.
Cuando lo decida os lo comento, por si lo habéis leído.

Si te ha gustado, yo te recomiendo "El hombre rebelde", un bombazo que provocó la ruptura de Sartre y la Rive Gauche con Camus. ¡Que mente para escribir algo asi! Y es precioso su último libro, "El primer hombre", que, aunque el protagonista tenga otro nombre, es autobiográfico y que quedó sin terminar, estaba en su maletín con él cuando murió en el accidente de coche. Pero cuenta lo bastante para saber cómo creció y se formó Camus en la Argelia francesa.

Albert Camus

Algunas de sus frases más conocidas:

Adquirimos la costumbre de vivir antes que la de pensar.

Al principio de las catástrofes, y cuando han terminado, se hace siempre algo de retórica. En el primer caso, aún no se ha perdido la costumbre; en el segundo, se ha recuperado. Es en el mismo momento de la desgracia cuando uno se acostumbra a la verdad.

Algún día habrá de caer la estúpida frontera que separa nuestros dos territorios (Francia e Italia) que, junto con España, forman una nación.

Algunas veces pienso en lo que los historiadores del futuro dirán de nosotros. Una sola frase será suficiente para definir al hombre moderno: fornicaba y leía periódicos.

A pesar de las ilusiones racionalistas, e incluso marxistas, toda la historia del mundo es la historia de la libertad.

Al principio de las catástrofes, y cuando han terminado, se hace siempre algo de retórica. En el primer caso, aún no se ha perdido la costumbre; en el segundo, se ha recuperado. Es en el mismo momento de la desgracia cuando uno se acostumbra a la verdad.

Amo demasiado a mi país para ser nacionalista.

Bendito el corazón que se puede doblar porque nunca se romperá.

Cada vez que un hombre en el mundo es encadenado, nosotros estamos encadenados a él. La libertad debe ser para todos o para nadie.

Califico de estúpido a quien teme gozar.

Comprendo lo que toco, lo que se me resiste.

Cualquier hombre, a la vuelta de cualquier esquina, puede experimentar la sensación del absurdo, porque todo es absurdo.

Cuan duro, cuan amargo es llegar a ser hombre.

Darse no tiene sentido más que si uno se posee.

De los resistentes es la última palabra.

Dos hombres traicionados por la misma mujer son algo parientes.

El artista debe estar siempre con aquellos que padecen la historia, no con los que la hacen.

El buen gusto consiste en no insistir, todo el mundo lo sabe.” (La Peste)

El deber es lo que esperas de los demás.

El encanto es la manera de conseguir la respuesta “si” sin haber realizado una pregunta clara.

El hombre es la única criatura que rechaza ser lo que es.

El éxito es fácil de obtener. Lo difícil es merecerlo.

El hombre tiene dos caras: no puede amar sin amarse.

El gran Cartago lideró tres guerras: después de la primera seguía teniendo poder; después de la segunda seguía siendo habitable; después de la tercera ya no se encuentra en el mapa.

El otoño es una segunda primavera, donde cada hoja es una flor.

El secreto de mi universo es sólo imaginar a Dios sin la inmortalidad del hombre.

Ellos mandan hoy… porque tú obedeces!

En el apego de un hombre a su vida hay algo más fuerte que todas las miserias del mundo.

En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio.

En las profundidades del invierno finalmente aprendí que en mi interior habitaba un verano invencible.

En estos momentos están poniendo bombas en los tranvías de Argel. Mi madre puede estar en uno de esos tranvías. Si la justicia es eso, prefiero a mi madre.

En política son los medios los que deben justificar el fin.

Envejecer es pasar de la pasión a la compasión.

Es un tipo de esnobismo espiritual lo que hace a la gente pensar que pueden ser felices sin dinero.

Esta la belleza y están los humillados. Por difícil que sea la empresa quisiera no ser nunca infiel ni a los segundos ni a la primera.

Feliz y juzgado o bien absuelto y miserable.

Fue en España donde mi generación aprendió que uno puede tener razón y ser derrotado, golpeado, que la fuerza puede destruir el alma, y que a veces el coraje no obtiene recompensa.

Grito que no creo en nada y que todo es absurdo, pero no puedo dudar de mi grito y necesito, al menos, creer en mi protesta. (En “El Hombre Rebelde”)

He comprendido que hay dos verdades, una de las cuales jamás debe ser dicha.

Inocente es quien no necesita explicarse

La amistad puede convertirse en amor. El amor en amistad… Nunca.

La capacidad de atención del hombre es limitada y debe ser constantemente espoleada por la provocación.

La felicidad es la mayor de las conquistas, la que hacemos contra el destino que se nos impone.

La integridad no tiene necesidad de reglas.

La libertad no es nada más que una oportunidad para ser mejor.

La necesidad de ser correcto, la muestra de una mente vulgar

La tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios sino sobre las faltas de los demócratas.

La verdadera generosidad, en relación con el futuro, consiste en dárselo todo al presente.

Los artistas piensan según las palabras y, los filósofos, según las ideas.

Los tristes tienen dos motivos para estarlo.

Me decían que eran necesarios unos muertos para llegar a un mundo donde no se mataría.

Nada es más despreciable que el respeto basado en el miedo.

Nadie se da cuenta de que hay alguna gente que gasta excesiva energía simplemente para parecer normal.

Ningún hombre es hipócrita en sus placeres.

No camines delante de mí, puede que no te siga. No camines detrás de mí, puede que no te guíe. Camina junto a mí y sé mi amigo.

No esperes por el juicio final. Se lleva a cabo cada día.

No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el su***dio.

No puedes adquirir experiencia haciendo experimentos. No puedes crear la experiencia. Debes experimentarla.

No ser amado es una simple desventura. La verdadera desgracia es no saber amar.

Para la mayoría de los hombres la guerra es el fin de la soledad. Para mi es la soledad infinita.

¡Quién necesita piedad, sino aquellos que no tienen compasión de nadie!

¿Quién podría afirmar que una eternidad de dicha puede compensar un instante de dolor humano?

Raramente confiaremos en alguien que es mejor que nosotros.

Si Dios existe, ¿para qué los curas?

Si el hombre fracasa en conciliar la justicia y la libertad, fracasa en todo.

Si el mundo fuera claro, el arte no existiría.

Toda forma de desprecio, si interviene en política, prepara o instaura el fascismo.

Todas las desgracias de los hombres provienen de no hablar claro.

Todas las revoluciones modernas han concluido en un reforzamiento del poder del estado.

Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol.

Un hombre sin ética es una bestia salvaje soltada a este mundo.

Un intelectual es una persona cuya mente se mira a sí misma.

Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala.

Uno no puede ponerse del lado de quienes hacen la historia, sino al servicio de quienes la padecen.

Albert Camus nació en Mondovi, Argelia, el 7 de noviembre de 1913.
Nacio en el seno de una familia de pieds-noirs (colonos franceses) que emigró a Argel tras la muerte del padre en 1914. En esta ciudad comienza sus estudios y es allí, en el instituto aún donde se inicia en la lectura de los grandes filósofos, especialmente de F. Nietzsche.
A partir de aquí desarrolla una carrera literaria un humanismo que funda en la conciencia absurda de la condición humana.
En 1957 le es concedido el Premio Nobel de Literatura por el conjunto de una obra que pone de relieve los problemas que se plantean en la conciencia de los hombres de hoy.
No dejó de luchar contra todas las ideologías y las abstracciones que alejan al hombre de lo humano. Lo definió como la Filosofía del absurdo, además de haber sido un convencido anarquista, dedicando parte importante de su libro “El hombre rebelde” a exponer, cuestionar y filosofar sobre sus convicciones, y demostrar lo destructivo de toda ideología que proponga una finalidad en la historia.
Murió el 4 de enero de 1960, en un accidente de coche en Le Petit-Villeblevin, Francia.
 
Hace años visité Lourmarin, el pueblo francés en el que vivió. Precioso.
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Sí, él adoraba la Provenza. Fué enterrado en el pequeño cementerio de Lourmarin con una lápida pequeña y sencilla, supongo que la visitastes.

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Por eso su hijo Jean se negó a que Sarkozy lo hiciese enterrar en el Panteón, cosa que a la hija, Catherine, que vive del marketing de su padre, le hubiese encantado, pero Jean sabía que a su padre no le habría hecho gracia estar entre los "dioses" de Francia.​
 

El erizo y el zorro


RAMÓN GONZÁLEZ FÉRRIZ

Vuelve Manuel Azaña: el gran liberal de izquierdas
Taurus reedita 'Vida y tiempo de Manuel Azaña (1880-1940)', de Santos Juliá, una de las mejores biografías en español que puede ayudar a entender la política contemporánea

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Vicente Rojo, con Manuel Azaña.

RAMÓN GONZÁLEZ FÉRRIZ
SIGLO XX
REPUBLICANISMO
ORTEGA Y GASSET


07/08/2018
El 18 de julio de 1938, Manuel Azaña, aún presidente de la República, dio el último discurso de su vida. Fue en el Ayuntamiento de Barcelona. Ahí se reunieron, dos años casi exactos después de la rebelión militar, las personalidades más importantes de la República y la Generalitat, además de numerosos invitados. El discurso que Azaña pronunció, con Negrín a un lado y Companys al otro, duró una hora y 12 minutos. El odio y el miedo, dijo, "han cavado en España un abismo que se va colmando con sangre española". El daño irreparable que se había hecho a España con esa guerra, que Azaña creía que si no se internacionalizaba perdería el bando legítimo, se debía a "un dogma que excluye de la nacionalidad a todos los que no lo profesan, sea un dogma religioso, político o económico". Lo contrario de ese dogma era “la verdadera base de la nacionalidad y del sentimiento patriótico: quetodos somos hijos del mismo sol y tributarios del mismo arroyo”. De aquello hace 80 años.





Lo cuenta Santos Juliá en el extraordinario 'Vida y tiempo de Manuel Azaña (1880-1940)', que acaba de reeditar Taurus. Es una de las mejores biografías que se han escrito en lengua castellana, y el retrato de uno de los políticos españoles más fascinantes, complejos y discutidos del siglo XX español. Pero no solo un político. Juliá dedica centenares de páginas al Azaña previo a la política: el descendiente de liberales de Alcalá de Henares, con vocación literaria temprana pero una dificultad constante para desarrollarla; el abogado y funcionario de la Dirección de Registros y Notariado, que visitó en varias ocasiones París ―algunas de ellas, con becas del Gobierno― para impregnarse de la cultura y política francesas, que veía como posible modelo para una España modernizada.



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Portada de la biografía.


Pero también al Azaña que despliega una amplia actividad política antes de ser propiamente un político: fue secretario del Ateneo de Madrid ―el escenario de muchos de los grandes debates intelectuales madrileños de la época―, se posicionó claramente contra el bando alemán durante la Primera Guerra Mundial, y fue director de revistas literarias como 'España' o 'La Pluma', en las que fue dejando claro cuál era el centro de su pensamiento: la modernización del Estado español, de su Administración pública. Una idea que no era tan frecuente en su época, en la que aún dominaba la obsesión con el carácter de la nación y sus supuestas taras irresolubles o, peor aún, solo resolubles si se hacía cargo de ellas un 'cirujano de hierro'.



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Manuel Azaña.


Esto último fue lo que acabaron pensando varios miembros de la llamada Generación del 98, uno de los fenómenos más funestos y contraproducentes de la vida intelectual española, cuya espantosa influencia sigue vigente en el pensamiento político español. Como bien explica Juliá ―cuya biografía es objetiva y no hace esta clase de juicios de valor―, con el tiempo Azaña los consideraría unos literatos siempre dispuestos a andar a la contra, pero sin una idea política clara ni planes serios para reformar el Estado (lo cual sigue siendo así en muchos casos). Cuando Alfonso XIII cedió el poder a la dictadura de Primo de Rivera, Azaña se convenció de que la monarquía ya no sería cómplice de la democratización profunda del país, como había pensado hasta ese momento, y radicalizó su republicanismo.

De Ortega y Gasset, con quien mantuvo un enfrentamiento sonado en el Congreso a causa del Estatuto de Cataluña de 1932, con frecuencia opinaba que, aunque pensara en términos filosóficos, tampoco entendía propiamente la política. Es probable que Azaña tuviera razón, pero en el caso catalán Ortega acertó al pensar que el problema del encaje de Cataluña se podía 'conllevar' pero no solucionar definitivamente, como creían Azaña y tantos otros políticos de izquierda españoles, de entonces y ahora.



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Manuel Azaña.


En todo caso, como Ortega, Azaña fue un hombre soberbio y con un acusado instinto de superioridad; un gran orador que dio discursos memorables, pero que en demasiadas ocasiones pensó que los discursos arreglan los problemas por sí mismos. A uno de ellos, de tres horas, el periódico 'El Sol' lo llamó "masa gigantesca de oratoria". "Soy un intelectual, un demócrata y un burgués", declaró en una entrevista realizada durante los primeros días de su presidencia. "Yo soy el español más tradicionalista que hay en la Península", dijo cuando le acusaron de ser antiespañol por querer aprobar el estatuto para Cataluña. "Solo ―añade Juliá― que lo es de la tradición auténtica, la liberal y popular, no la que nació tras la monstruosa digresión impuesta por la monarquía imperial y católica".

España se encuentra hoy en una situación distinta y mejor que la de los tiempos de Azaña. Pero sus lecciones siguen siendo enormemente útiles para nuestra época, sobre todo porque aún no hemos solucionado algunos de los problemas que ya estaban vigentes entonces. Cuestiones como la incapacidad intelectual para entender que los debates sobre la nación suelen ser estériles, porque lo que cuenta es la organización del Estado, las leyes y lo material. O, de manera relacionada, la casi permanente crisis catalana.

"La patria es moderna" —dice Azaña—; "supone la igualdad de los ciudadanos ante la ley; es democrática"

"La patria es moderna ―dice Azaña―; supone la igualdad de los ciudadanos ante la ley; es democrática”. Sin duda, Azaña cometió errores. Algunos, seguramente, fueron inevitables: no sabemos si alguien podría haber sido mejor presidente en un país sumido en la Guerra Civil. Pero su altura de miras y su genuino liberalismo de izquierdas, hoy tan disperso, son un ejemplo del que no solo nuestros políticos pueden aprender. El libro de Santos Juliá los aborda con rigor y la habilidad de los biógrafos que saben divulgar. Si quieren entender algo mejor el pasado español que todavía influye tanto en nuestra vida presente, hay pocos libros tan valiosos como 'Vida y tiempo de Manuel Azaña'.

https://blogs.elconfidencial.com/cu...sis-estado-manuel-azana-guerra-civil_1601675/
 

El erizo y el zorro


RAMÓN GONZÁLEZ FÉRRIZ

Vuelve Manuel Azaña: el gran liberal de izquierdas
Taurus reedita 'Vida y tiempo de Manuel Azaña (1880-1940)', de Santos Juliá, una de las mejores biografías en español que puede ayudar a entender la política contemporánea

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Vicente Rojo, con Manuel Azaña.

RAMÓN GONZÁLEZ FÉRRIZ
SIGLO XX
REPUBLICANISMO
ORTEGA Y GASSET


07/08/2018
El 18 de julio de 1938, Manuel Azaña, aún presidente de la República, dio el último discurso de su vida. Fue en el Ayuntamiento de Barcelona. Ahí se reunieron, dos años casi exactos después de la rebelión militar, las personalidades más importantes de la República y la Generalitat, además de numerosos invitados. El discurso que Azaña pronunció, con Negrín a un lado y Companys al otro, duró una hora y 12 minutos. El odio y el miedo, dijo, "han cavado en España un abismo que se va colmando con sangre española". El daño irreparable que se había hecho a España con esa guerra, que Azaña creía que si no se internacionalizaba perdería el bando legítimo, se debía a "un dogma que excluye de la nacionalidad a todos los que no lo profesan, sea un dogma religioso, político o económico". Lo contrario de ese dogma era “la verdadera base de la nacionalidad y del sentimiento patriótico: quetodos somos hijos del mismo sol y tributarios del mismo arroyo”. De aquello hace 80 años.





Lo cuenta Santos Juliá en el extraordinario 'Vida y tiempo de Manuel Azaña (1880-1940)', que acaba de reeditar Taurus. Es una de las mejores biografías que se han escrito en lengua castellana, y el retrato de uno de los políticos españoles más fascinantes, complejos y discutidos del siglo XX español. Pero no solo un político. Juliá dedica centenares de páginas al Azaña previo a la política: el descendiente de liberales de Alcalá de Henares, con vocación literaria temprana pero una dificultad constante para desarrollarla; el abogado y funcionario de la Dirección de Registros y Notariado, que visitó en varias ocasiones París ―algunas de ellas, con becas del Gobierno― para impregnarse de la cultura y política francesas, que veía como posible modelo para una España modernizada.



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Portada de la biografía.


Pero también al Azaña que despliega una amplia actividad política antes de ser propiamente un político: fue secretario del Ateneo de Madrid ―el escenario de muchos de los grandes debates intelectuales madrileños de la época―, se posicionó claramente contra el bando alemán durante la Primera Guerra Mundial, y fue director de revistas literarias como 'España' o 'La Pluma', en las que fue dejando claro cuál era el centro de su pensamiento: la modernización del Estado español, de su Administración pública. Una idea que no era tan frecuente en su época, en la que aún dominaba la obsesión con el carácter de la nación y sus supuestas taras irresolubles o, peor aún, solo resolubles si se hacía cargo de ellas un 'cirujano de hierro'.



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Manuel Azaña.


Esto último fue lo que acabaron pensando varios miembros de la llamada Generación del 98, uno de los fenómenos más funestos y contraproducentes de la vida intelectual española, cuya espantosa influencia sigue vigente en el pensamiento político español. Como bien explica Juliá ―cuya biografía es objetiva y no hace esta clase de juicios de valor―, con el tiempo Azaña los consideraría unos literatos siempre dispuestos a andar a la contra, pero sin una idea política clara ni planes serios para reformar el Estado (lo cual sigue siendo así en muchos casos). Cuando Alfonso XIII cedió el poder a la dictadura de Primo de Rivera, Azaña se convenció de que la monarquía ya no sería cómplice de la democratización profunda del país, como había pensado hasta ese momento, y radicalizó su republicanismo.

De Ortega y Gasset, con quien mantuvo un enfrentamiento sonado en el Congreso a causa del Estatuto de Cataluña de 1932, con frecuencia opinaba que, aunque pensara en términos filosóficos, tampoco entendía propiamente la política. Es probable que Azaña tuviera razón, pero en el caso catalán Ortega acertó al pensar que el problema del encaje de Cataluña se podía 'conllevar' pero no solucionar definitivamente, como creían Azaña y tantos otros políticos de izquierda españoles, de entonces y ahora.



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Manuel Azaña.


En todo caso, como Ortega, Azaña fue un hombre soberbio y con un acusado instinto de superioridad; un gran orador que dio discursos memorables, pero que en demasiadas ocasiones pensó que los discursos arreglan los problemas por sí mismos. A uno de ellos, de tres horas, el periódico 'El Sol' lo llamó "masa gigantesca de oratoria". "Soy un intelectual, un demócrata y un burgués", declaró en una entrevista realizada durante los primeros días de su presidencia. "Yo soy el español más tradicionalista que hay en la Península", dijo cuando le acusaron de ser antiespañol por querer aprobar el estatuto para Cataluña. "Solo ―añade Juliá― que lo es de la tradición auténtica, la liberal y popular, no la que nació tras la monstruosa digresión impuesta por la monarquía imperial y católica".

España se encuentra hoy en una situación distinta y mejor que la de los tiempos de Azaña. Pero sus lecciones siguen siendo enormemente útiles para nuestra época, sobre todo porque aún no hemos solucionado algunos de los problemas que ya estaban vigentes entonces. Cuestiones como la incapacidad intelectual para entender que los debates sobre la nación suelen ser estériles, porque lo que cuenta es la organización del Estado, las leyes y lo material. O, de manera relacionada, la casi permanente crisis catalana.

"La patria es moderna" —dice Azaña—; "supone la igualdad de los ciudadanos ante la ley; es democrática"

"La patria es moderna ―dice Azaña―; supone la igualdad de los ciudadanos ante la ley; es democrática”. Sin duda, Azaña cometió errores. Algunos, seguramente, fueron inevitables: no sabemos si alguien podría haber sido mejor presidente en un país sumido en la Guerra Civil. Pero su altura de miras y su genuino liberalismo de izquierdas, hoy tan disperso, son un ejemplo del que no solo nuestros políticos pueden aprender. El libro de Santos Juliá los aborda con rigor y la habilidad de los biógrafos que saben divulgar. Si quieren entender algo mejor el pasado español que todavía influye tanto en nuestra vida presente, hay pocos libros tan valiosos como 'Vida y tiempo de Manuel Azaña'.

https://blogs.elconfidencial.com/cu...sis-estado-manuel-azana-guerra-civil_1601675/


Tengo el libro y la verdad es que el presidente Azaña es el gran desconocido de los españoles, como la mayoria de los políticos anteriores a la dictadura franquista, que se ocupó de borrar de la memoria colectiva a sus adversarios. Nadie se acuerda de Indalecio Prieto, del doctor Negrín, quien jamás habria rendido a la República... De hecho, cuando tras la destitución del Presidente de la Republica, don Niceto Alcalá Zamora, republicano de derecha moderada, Azaña tomó el cargo, la guerra acabó desmoralizándole. La ayuda de la URSS daba demasiado poder a los comunistas para su gusto y ya a finales de la guerra, su inacción provocó la rendición. El presidente Negrín necesitaba del apoyo del Presidente para continuar con la guerra pero Azaña se negaba y tampoco dimitia. Negrin tendria que haber dado un golpe de Estado pero eso era inadmisible porque hubiese sido atacar la legalidad republicana igual que los franquistas golpistas. Al final, Azaña, enfermo, se fué de España dejando a Negrín con el marrón hasta que éste sufrió el golpe de Estado del comandante Casado para rendir la República, solo unos meses antes del estallido de la guerra mundial que Negrín esperaba como agua de mayo para que se tuviese que implicar en la guerra española toda Europa, teniendo a la República de aliada contra los nazis y fascistas.

Manuel Azaña fué un gran político y un gran demócrata que, influido por su salud y el desgaste de la guerra, erró en su responsabilidad. Pero fué un gran señor y cuando supo en Francia que habian requisado una casa a una señora para darle a él y su esposa la mejor habitación, su dormitorio, se excuso ante la señora y se negó a dormir allí, lo que rindió la tirantez de la señora.

Está enterrado allí y desde que llegó la "democracia" a España ningún dirigente español le ha rendido homenaje en la tumba y mucho menos ha intentado repatriar sus restos a España, como los del poeta Machado y tantos otros.
 
Estas son las lecturas veraniegas que recomiendan siete escritores de éxito
Recopilamos los libros que leerían sobre la tumbona Andrés Barba, Almudena Grandes, Agustín Fernández Mallo, Carme Riera, Javier Sierra, Miqui Otero y la poeta Elvira Sastre.
SALOMÉ GARCÍA | 05 AGO 2018 13:15


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Las plumas más reputadas de nuestra literatura nos hacen sus recomendaciones estivales. FOTO: ANTÁRTICA. REALIZACIÓN: MONTSE TANÚS


El 57,7% de los españoles lee en verano a sus escritores favoritos y el 53,3% hace caso a las recomendaciones de amigos. ¿Quién mejor que los propios autores para sugerir un abanico de referencias imprescindibles?

Andrés Barba

El autor, ganador del Premio Herralde con su novela República luminosa (Ed. Anagrama), nos da cuatro recomendaciones veraniegas, algunos son clásicos, otros novedades:

Solaris, de Stanislaw Lem (Impedimenta). “La primera vez que leí esa maravillosa novela de Lem fue un verano y, desde entonces, me ha quedado un sabor veraniego, una de las novelas de ciencia ficción más fascinantes que he leído nunca”.

Apegos feroces, de Vivian Gornick (Sexto Piso). “Es un extraordinario retrato, sin concesiones, de la relación entre una madre y una hija en Nueva York en la década de los 60-70. Una joya”.

El bello verano (Cátedra) y Buenos días, tristreza (Tusquets), de Cesare Pavese y Francois Sagan. “Dos versiones masculina/femenina de veranos oscuros y fascinantes”.

¿Donde está mi tribu?, de Carolina del Olmo (Clave intelectual). “Es uno de los ensayos más extraordinarios y necesarios que he leído en mucho tiempo para pensar la crianza, la maternidad y la paternidad con parámetros contemporáneos”.


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Almudena Grandes

La autora de Malena es un nombre de tango, Los aires difíciles, El corazón heladoo Los pacientes del doctor García (Tusquets), última entrega de su serie Los episodios de una guerra interminable, se decanta por lecturas que revisan páginas incómodas de un pasado no tan lejano.

Para morir iguales, de Rafael Reig (Tusquets). “La demostración de que para un gran escritor nada es imposible. Una novela conmovedora y ácida, piadosa y cruel al mismo tiempo. Los ojos de un huérfano proyectan una mirada absolutamente despiadada, pero también cargada de ternura, sobre el Madrid de la Movida, la feliz España de los 80. Un libro imprescindible. Divertido, triste, e inteligente siempre, porque lo ha escrito Rafael Reig”.

Así fue la dictadura, de Pablo Ordaz (Debate). “Las vidas de los hombres y las mujeres corrientes ofrecen el mejor material para contar, y comprender, la historia pública de un país. Para comprobar que el franquismo no fue una broma, el régimen autoritario del que se atreven a hablar algunos. Bastan los testimonios de estos diez luchadores, historias vivas de su sufrimiento, su dignidad y su esperanza. Un libro emocionante pero, sobre todo, imprescindible para saber en qué país vivimos”.

Amor fou, de Marta Sanz (Anagrama). “Una indagación sobre la felicidad, sobre su naturaleza, su calidad y su precio. La historia de dos personas corrientes que forman una pareja feliz, deslumbrante en su vulgaridad, que resulta intolerable para quienes les han conocido antes. Una vez más, Marta Sanz escribe como si manejara un cuchillo muy afilado, con una voz candorosa y malévola, absolutamente persona”.

The Power, de Naomi Alderman (Ediciones B). “Una novela originalísima que indaga sobre la naturaleza del poder en un mundo utópico dónde las mujeres ejercen el dominio sobre los hombres”.

La desaparición de Josef Mengele, de Olivier Guez (Tusquets). “Si la realidad a menudo supera a la ficción, sólo la ficción es capaz de explicar las realidades más impenetrables. Pero, por muy exhaustivas que sean, las investigaciones no bastan por sí solas. Guez derrocha su talento de narrador, su honestidad intelectual y la ambición de comprender lo incomprensible, en un libro espeluznante, que no se puede parar de leer”.


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Agustín Fernández Mallo

Hace una década Agustín Fernández Mallo incendió el panorama literario con Nocilla Dream. Volvió a dejar K.O. a la crítica hace apenas unos meses, cuando ganó el Premio Biblioteca Breve con la sorprendente Trilogía de la guerra. El autor invita a la sorpresa:

Einstein para perplejos (Debate), de José Edelstein y Andrés Gomberof. “Muy asequible y ameno libro de divulgación científica que tiene la virtud de retratar también el ambiente cultural en el que Albert Einstein desarrolló las ideas que revolucionaron el mundo. Apasionante lectura que pone de manifiesto que las ciencias no son algo separado de la sociedad, sino que se gestan en sintonía con el resto de artes y políticas de cada época”.

Lejos de todo (Jekyll y Jill), de Rafa Cervera. “Ópera prima del veterano periodista musical Rafa Cervera, en la que ficciona una hipotética y secreta visita de David Bowie a la ciudad de Valencia en 1976. Bowie, que ha ido a hacer un reset a su vida, se cruzará con el narrador cuando éste era adolescente, esa edad en la que la vida hace un reset natural en nosotros. Una historia que con un ritmo de verdadero misterio, emoción y verosimilitud muestra como ninguna el poder de la ficción para relatar la transformación que los mitos producen en nuestra identidad”.

Palos de ciego (Círculo de Tiza), de David Torres. “Evocando la figura de su hermano mayor, también llamado David y muerto en 1965 en una clínica madrileña a los pocos días de nacer, y el supuesto exterminio a cargo de Stalin de cientos de trovadores ucranianos ciegos, David Torres demuestra una vez más ser uno de los más sólidos novelistas en nuestro idioma, capaz de olfatear y consignar toda clase de vínculos entre la intimidad de un niño crecido en un barrio periférico y los acontecimientos que han marcado el destino de Occidente. Compone una novela de una sabiduría histórica y al mismo tiempo disección sentimental del presente difícilmente superable”.

Volverás a la Antártida (Fracaso Books), de Paco Gómez e Hilo Moreno. “En 2016 algo cambia en la Base Antártica Juan Carlos I, se instala red wifi. Paco Gómez, residente en Madrid, se hace eco de la noticia y prueba a enviarles un Whatsapp. Cuál fue su sorpresa cuando segundos más tarde Hilo Gómez, quien trabaja en la base, contesta desde el continente helado. Paco propone entonces un viaje experimental: que Hilo sea allí sus ojos y le envíe fotos, y él le enviará textos. Entre ambos tejerán este libro único con cartografías reales e imaginarias, Historia, tecnología, aventura y literatura: la Primera Expedición Virtual Trasatlántica”.

El don de la fiebre (Seix Barral), de Mario Cuenca Sandoval. “Relato novelado de la apasionante vida del músico Olivier Messiaen, el “Mozart francés”, quien desde su infancia traduce los colores y la propia naturaleza a sonidos antes nunca oídos. Peripecia de vida que atraviesa el siglo XX, magistralmente narrada por Cuenca Sandoval, y llena de imágenes propias de quien escribe novela como un explorador de las sutiles pero gigantes interacciones entre la Historia que nos afecta y los detalles del alma”.

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Carme Riera

Vengaré tu muerte (Alfaguara) es la tercera novela que la autora dedica a la intriga criminal tras El verano del inglés y Naturaleza muerta. La académica aboga por lecturas lecturas rompedoras y clásicas.

Las llamas (Vandalia), de Pedro Gimferrer. “El último poemario de uno de los más brillantes poetas catalanes de todos los tiempos”

El asesino tímido (Seix Barral), de Clara Usón. “Un texto que rompe moldes, transgrede los límites de los géneros y ahonda en la tragedia de la condición humana”.

Madre de leche y miel (Destino), de Najat El Hachmi. “Una novela que nos permite conocer mejor a nuestros vecinos del sur y ahondar en los problemas que conlleva la emigración, ademas de plantear la casi siempre controvertida relación madre hija. La bella dedicatoria es ya una declaración de principios: ‘A mi madre, que sin saber leer, me enseñó a escribir’”.

En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust. “Maravillosa novela que hoy no encontraría editor. Todos los veranos la releo y la recomiendo. No se la pierdan”.


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Javier Sierra

Premio Planeta 2017 con ‘El fuego invisible’, confundador de Año Cero y director de Más Allá de la Ciencia,.

La luz de los lejanos faros (Ariel), de Carlos García Gual. “A Carlos García Gual lo sigo discretamente desde hace años. Sus incursiones en la filosofía y mitología griegas son maravillosas y este libro, que reflexiona sobre su impacto es nuestra cultura, no le va a la zaga”.

Viaje al centro de la mente: ensayos literarios y científicos, de Jules Verne (Páginas de Espuma). “Una recopilación de artículos, discursos y ensayos de Verne poco conocidos, en los que muestra su fascinación por Edgar Allan Poe o por la política municipal de Amiens. Muy curioso”.

Mitos nórdicos, de Neil Gaiman. (Destino). “Tenía curiosidad por ver cómo el autor de American Gods resolvía su encuentro con una mitología tan compleja como la nórdica. El resultado es sobresaliente”.

Grandes misterios de la arqueología, de Jesús Callejo. (Esfera de los Libros). “He viajado con Jesús a muchos lugares con misterio e incluso he escrito un libro con él, pero no imaginaba que él había peinado tan a fondo los yacimientos más importantes de la arqueología mundial. Lo que cuenta de ellos, fascina”.

Imperiofobia y leyenda negra, de María Elvira Roca (Siruela). “Impresiona descubrir el alma cainita y profundamente autodestructiva que anida en el alma de la Historia de España. Es un libro para reflexionar seriamente sobre quiénes somos”.


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Miqui Otero

El periodista Miqui Otero disfruta con los personajes marcianos, la cultura quinqui y lo kitsch. La aplaudida Hilo musical (Alpha Decay), fue su novela debut. Después llegaron La cápsula del tiempo y Rayos (Blackie Books). Él recomienda:

Lucky Jim, de Kingsley Amis (Impedimenta). “Los granizados de limón son para el verano. Y esta es una obra cumbre del humor británico fresco y ácido. Incluye la mejor descripción de la resaca de la literatura universal. De la misma editorial, y con sabor similar: Al final de la mañana, de Michael Frayn”.

Stop-Time, de Frank Conroy (Libros del Asteroide). “Unas memorias que se leen como la novela de iniciación definitiva. Acariciad los detalles, decía Nabokov. Conroy lo hace y también araña los recuerdos. Si te gusta Knausgard, Conroy te gustará aún más”.

Les possessions / Las posesiones, Llucia Ramis (Anagrama – Libros del Asteroide). “Problemas urbanísticos, padres que pierden la cordura, casas de infancia que no volverás a oler y amantes de adolescencia que no tocarás más. Baúles de disfraces y baúles de recuerdos (que son lo mismo, se dice). Una novela valiente y maravillosa”.

Ciudad Princesa, de Marina Garcés (Galaxia Gutenberg). “La Cara B de Barcelona, desde el 96 hasta ahora. Toda la historia alternativa de la ciudad, todas sus movilizaciones y triunfos callejeros y fracasos sonados, narrada en persona (del plural) por una filósofa que logra que vibres. Que explora los límites de lo posible”.

El secreto de las fiestas, de Francisco Casavella (Anagrama). “Podría ahora mismo salir a la ventana y lanzar este libro a la calle. Cayera en la cabeza que cayera, y al margen de su edad, pongo la mano en el fuego de que le gustaría. Reedición de un libro de culto de la narrativa española. Trepidante como un pinball, eufórico como una conga, la palabra “encanto” se inventó para novelas como esta”.

Cómo acabar con la contracultura, de Jordi Costa (Taurus). “Si pones en google imágenes “maestro sabio”, te sale la cara de Jordi Costa. Aquí explica la historia subterránea de España del tebeo underground al cine quinqui, de la Iglesia del Palmar de Troya a las corbatas de Carrascal. Auge y batacazo de nuestra contracultura”.


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Elvira Sastre

La poeta ‘apadrinada’ por Benjamín Prado que abarrota auditorios en sus recitales de poesía y cuenta con miles de seguidores en las redes sociales, busca lecturas que inviten a nadar a contracorriente. De ella son el poemario ilustrado Aquella orilla nuestra (Alfaguara) y La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida (Visor de Poesía).

Ordesa, de Manuel Vilas (Alfaguara). “Una novela costumbrista, con el humor nostálgico típico de Vilas, que va camino de convertirse en mi libro del año”.

Mal abrigada, de Paola Soto (Valparaíso Ediciones). “Paola escribe una poesía propia, íntima, llena de imágenes que uno ve siempre sin darse cuenta. Su abrigo te salva del frío”.

El camino más largo, de Ricky Blanco (autoeditado). “Un libro ilustrado que, en palabras del autor, refleja un «humor triste». Un arte necesario que pone de relieve distintas situaciones cotidianas con un estilo tan personal como reconocible. Especial aplauso al autor por la autoedición”.

La vida invisible de Eurídice Gusmão, de Martha Batalha (Seix Barral). “Esta novela habla de dos mujeres hermanas cuyas vidas toman rumbos radicalmente distintos para acabar cruzándose al final. Una maravilla”.


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Artículo actualizado el 5 agosto, 2018 | 13:21 h


https://smoda.elpais.com/placeres/libros-recomendaciones-verano/
 
¡Imparables! El boom del libro feminista

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GALERIA: https://www.elconfidencial.com/multimedia/album/cultura/2018-08-10/feminismo-libros-ensayo_1602187#0


10/08/2018
Que las masivas movilizaciones feministas del 8 de marzo de 2018 marcaron un punto de inflexión es algo que no pueden negar ni los más escépticos.

El desborde feminista ha llegado ahora a las librerías, en forma de alud de novedades sobre todas las caras del movimiento que uno pueda imaginar: hitos históricos, nombres de referencia, la lucha feminista pasada, presente y futura.

De las tribulaciones de la mujer en los siglos pasados ('Teoría feminista') a las problemáticas de hoy día, del asalto a las calles ('Un feminismo del 99%') al caso de la Manada ('Violadas o muertas'), pasando por libros didácticos para comprender de dónde vienen y a dónde van las feministas, como el manual de guerrilla 'Feminismos y LGTB. ¡Imparables'. Pasen y vean
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