Literatura en catalán

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Hola. Hoy estoy un poco decaída y melancólica. Quiero olvidar muchas cosas y no pensar demasiado. Para ello, ¡qué mejor que leer un buen libro! Como estoy pensando aún cuál leer ahora, he entrado en el foro de literatura y he visto que en él hay poco material de la que se escribe en el resto de lenguas de España. Por ello me he animado a iniciar un nuevo tema dedicado a la literatura escrita en mi lengua.
Espero que os guste y que participéis.
Empiezo con una de mis novelas preferidas, La plaça del Diamant.
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La novela es una maravilla. Pocas obras narrativas tienen tanta fuerza y son tan ricas en simbolismo como la obra de Rodoreda. Yo la habré leído más de veinte veces y siempre le encuentro algo nuevo.
 
Una reseña:

La plaça del Diamant (1962)
(Nou Diccionari 62 de la literatura catalana)
Se trata de la obra más universal de Mercè Rodoreda, traducida a un gran número de lenguas y considerada una de las novelas más importantes de la posguerra. Relacionada con la novelística de Proust, de Woolf y de Joyce, por su voluntad de adentrarse en la vida interior, por su valoración del recuerdo y por la importancia que tiene el tiempo, uno de los temas centrales de esta obra (y de toda la novelística de Rodoreda). La plaça del Diamant es, de hecho, la larga explicación de la vida de su protagonista, Natàlia-Colometa, de viva voz y en primera persona.

No existe separación formal, lo que permite señalar que se trata de un discurso seguido que, además, queda abierto al finalizar la obra en el mismo escenario donde empezó; pero los cambios de registro, las mutaciones de estilo, reflejan varias etapas de esta vida: primeramente, la cotidiana de una chica de la menestralía de Gràcia (el matrimonio, la maternidad) que los acontecimientos históricos invierten y transforman en dramática (la república y la guerra civil. De este modo, de una sutil ironía y una visión a menudo naif para describir la pequeña y activa comunidad (con la tipificación penetrante de un modo de vivir y de pensar y de los objetos que con ello se relacionan), pasan al compromiso político que arrastra la angustia, primero, y el dolor, después, con la muerte del marido, Quimet, y de los amigos, en la guerra; posteriormente, en la posguerra, llegamos a una existencia imaginativa, personal, repleta de elementos oníricos (con importancia de los símbolos y la influencia de Freud, un autor que marcó a Rodoreda), pero solitaria y sin vitalidad como lo es la Barcelona que aparece, con parques inconcretos.

Este es, a grandes rasgos, el hilo conductor de la novela: la evolución de una vida, pero estrechamente ligada a la de una colectividad y a la historia. Una evolución que también hace patente su leitmotiv, las palomas (la novela fue titulada originalmente Colometa). Y por el hecho de explicarse con la mímesis con un personaje, la novela resulta poética y profundamente emotiva. Además de ser un testimonio penetrante de una época clave.
 
Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé.
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"Últimas tardes con Teresa" es una novela del escritor español Juan Marsé publicada en 1966, con la cual se consolidó internacionalmente. Ambientada en una Barcelona de ricos burgueses y clases marginadas, relata la amistad entre una joven universitaria, burguesa y falsamente rebelde, y un seductor ladrón de motos, que se hace pasar por obrero militante revolucionario. Consta de veinticinco capítulos agrupados en tres partes que cuentan el encuentro del "Pijoaparte" (apodo de Manolo Reyes) con Teresa y Maruja, el idilio de Manolo y Teresa nacido de un accidente que sufre Maruja, y el relato efectivo de las tardes del título del libro. El lenguaje empleado refleja la jerga de los barrios. Usa palabras y frases en catalán con el propósito de verosimilitud. También hay alguna que otra palabra en francés y en inglés.
(http://www.resumendel.com)
 
Última edición:
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La saga de los Rius, Ignacio Agustí
Ediciones Destino Clásicos. 624 páginas.

En el centenario del nacimiento de Ignacio Agustí (Lliçà de Vall, 1913-Barcelona, 1974), Destino edita en un solo volumen las dos primeras novelas de la pentalogía La ceniza fue árbol: Mariona Rebull y El viudo Rius. Esta ambiciosa empresa narrativa comienza el otoño de 1942 en Zúrich. Ignacio Agustí, corresponsal en Suiza del diario La Vanguardia, escribe en un teletipo de la United Press una frase germinal: “Hablo de muchos años atrás…”. Es el pórtico de una novela río con nombre de mujer: Mariona Rebull, dedicada a la memoria de su padre y a “los padres de mis amigos que ensancharon y defendieron una ciudad”. De retorno a Barcelona, el escritor le dio a leer el manuscrito a su amigo y compañero de Destino Joan Teixidor, que le animó a que aquella historia constituyera el origen de una saga barcelonesa de varios volúmenes. En su segunda estancia helvética, noviembre de 1943, Agustí ya había empezado a escribir El viudo Rius.

Mariona Rebull vio la luz en junio de 1944. Una semana después, la edición se había agotado. A este primer best-seller de las novelas barcelonesas, seguirá El viudo Rius (1945), Desiderio (1957), 19 de julio (1965) y Guerra civil (1972). Fiel al propósito de que su obra crezca “lenta y orgánicamente como la propia vida de los seres que la integran”, Agustí culmina Mariona Rebull con un capítulo inolvidable: la bomba que el anarquista Santiago Salvador lanza en noviembre de 1893 sobre la platea del Liceo destruye la armonía precapitalista de patronos y trabajadores; pasan a ser, según la jerga revolucionaria, “explotadores” y “proletarios”. Joaquín Rius descubre a la esposa muerta con la cabeza recostada en el hombro de su amante y Agustí nos brinda una descripción magistral: “Casi en el rellano, se detuvo, porque había oído un rumor de algo que se perdía, que huía cristalinamente; eran golpecillos secos y redondos, saltarines, sobre el mármol de los peldaños, hasta ganar el suelo…”. Las perlas de Mariona resonarán para siempre en la memoria popular.

Mariona Rebull propició una versión cinematográfica, que dirigió en 1946 José Luis Sáenz de Heredia, y junto con El viudo Rius y Desiderio sirvió de base a la La saga de los Rius, una de las series con más reposiciones de TVE.
(http://www.sumandohistorias.com)
 
Hola. Hoy estoy un poco decaída y melancólica. Quiero olvidar muchas cosas y no pensar demasiado. Para ello, ¡qué mejor que leer un buen libro! Como estoy pensando aún cuál leer ahora, he entrado en el foro de literatura y he visto que en él hay poco material de la que se escribe en el resto de lenguas de España. Por ello me he animado a iniciar un nuevo tema dedicado a la literatura escrita en mi lengua.
Espero que os guste y que participéis.
Empiezo con una de mis novelas preferidas, La plaça del Diamant.
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Yo no pude leerla en catalán, pero si en castellano, y es una auténtica hermosura, tanto como su adaptación a la TV.

Colometa y su Quimet, inquieto, apasionado, celoso, comprometido con su pueblo, desaparecido en la guerra, dejando a Natalia, su Colometa, con sus dos pequeños hijos, en el bando perdedor, con hambre y miseria...

Es una historia que te llega al corazón, una historia de amor singular plena de autenticidad, y un entorno magníficamente descrito.

También me gusta mucho Montserrat Roig y su "Tiempo entre cerezas".
 
Yo no pude leerla en catalán, pero si en castellano, y es una auténtica hermosura, tanto como su adaptación a la TV.

Colometa y su Quimet, inquieto, apasionado, celoso, comprometido con su pueblo, desaparecido en la guerra, dejando a Natalia, su Colometa, con sus dos pequeños hijos, en el bando perdedor, con hambre y miseria...

Es una historia que te llega al corazón, una historia de amor singular plena de autenticidad, y un entorno magníficamente descrito.

También me gusta mucho Montserrat Roig y su "Tiempo entre cerezas".
En otro post he escrito que la he leído muchas veces (por mi profesión). Pues bien, sigo llorando cada vez que llego a los años de la Guerra Civil. Está tan bien escrita, está todo tan detallado, es todo tan íntimo...
Magnífica también Montserrat Roig. Recuerdo su Ramona, adéu.

El temps de les cireres
Les darreres ombres de la nit eren atrapades per les primeres clarors de l’alba. Els fanals encesos feien una llum somorta. Passaven camions carregats amb caixes de fruites i de verdures. En Màrius tenia les galtes enceses i, amb els ulls humits, esguardava l’infinit. Fa com la mare, pensà la Natàlia. Tot d’una, en Màrius arrencà a plorar. Què et passa, per què plores?, preguntà. En Màrius tombà la cara, deixa’m, va dir, mentre una llàgrima li relliscava per la galta. La Natàlia no sabia què fer. Si vols, me’n vaig... En Màrius no va respondre. La Natàlia s’aixecà i féu per anar-se’n. No, no te’n vagis, queda’t... digué en Màrius. Van estar-se una llarga estona sense dir-se res. En acabat, en Màrius s’aixecà i agafà en direcció a la Rambla. He tornat amb delit de comprendre, es deia la Natàlia, i no entenc gaire cosa... La fosca se n’anava pel darrera de Montjuïc, l’aire era net. Els sorolls de la matinada són diferents dels del capvespre, pensà la Natàlia, són més purs. En Màrius tenia els ulls brillants, “com els ulls color de maragda”. Quan travessaren la Via Laietana, en Màrius va dir, una vegada que havia barrejat oli amb tabac, oli?, féu la Natàlia, sí, el que surt de la reïna de l’haixix, doncs, una vegada que anava passat em creia que la Via Laietana era un túnel, o, més ben dit, un tub molt i molt llarg, un tub que no s’acabava mai, jo relliscava i m’ajupia per no caure, i vaig veure que érem als anys quaranta; com que m’ajupia, veia els turmells de les dones, turmells amb mitges clares, turmells rosats... Per què no vas voler fumar a ca l’Antoni?, volgué saber la Natàlia. Perquè no sabia què en pensaries... Escolta, com em veus, tu? No ho sé, em desconcertes. Tens la mateixa edat que la mare... La mare tot el dia es queixa, parla com a les novel·les de la ràdio. El pare és un cínic. En Màrius callà una estona. Aviat fotré el camp, tornà, faré com tu, me n’aniré ben lluny, no m’agrada aquesta ciutat. És com si s’enfonsés a poc a poc... La Natàlia va dir: jo també creia que aquesta ciutat s’enfonsava però a fora he comprès que la ciutat, la portem a dintre. En Màrius no digué res. Tot d’una, preguntà amb veu més normal, qui era en Julián Grimau? Per què m’ho preguntes? Perquè a l’Institut van repartir octavilles per allò d’en Puig Antich i parlaven d’un que es deia Grimau. La Natàlia va pensar, quantes coses, en aquests anys! En Grimau era un dirigent comunista que assassinaren l’altre any en què jo me’n vaig anar, per la primavera. Quan te’n vas anar, tu, l’any de la neu a Barcelona?, preguntà en Màrius. Sí, l’any de la neu a Barcelona. I l’any de les riuades, afegí. Vols saber una cosa?, va fer en Màrius, doncs que aquest país em fa fàstic. A mi també me’n feia, digué la Natàlia, i he tornat. Jo no hauria tornat... Però és que jo vaig descobrir, aclarí la Natàlia, un bon dia, que no em feia fàstic el país, sinó que em feien fàstic els qui em voltaven i també tenia fàstic de mi mateixa. I saps per què? Perquè, al capdavall, tenia por que arribés el temps de les cireres. I per voler el temps de les cireres, cal tenir fe que un dia arribarà. Què és el temps de les cireres? La Natàlia li ho explicà. Enraonaren molta estona, mentre els sorolls de la ciutat prenien consistència i les boires de la nit desapareixien del tot.
 
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