El silencio es oro. Pueblos abandonados.

Registrado
3 Jun 2017
Mensajes
53.692
Calificaciones
157.979
Ubicación
España
España, domingo 21 de enero de 2018, abro este Hilo en homenaje a esos lugares que hoy "duermen el sueño de los justos", pero que en su día tuvieron vida, sus pobladores luchaban, se alegraban y sufrían como nosotros, aún incluso más por las inclemencias del tiempo, los estragos de las enfermedades y los sueldos o rentas "miserables"; que los obligaron a emigrar a los centros industriales, costeros, capitales de provincia, y grandes aglomeraciones poblacionales; simplemente buscando una "vida mejor", no siempre lograda a su llegada, a lo que hay que unir su lenta adaptación --o inadaptación--, a los medios urbanos tan ajetreados, competitivos y sin el espíritu "familiar" de sus pueblos de origen, donde todos se conocían y la mayoría se ayudaban.
Saludos,

 
Mas del Labrador (Mas del Llaurador en catalán) es un pueblo abandonado, actualmente en ruinas, situado en el término municipal de Valjunquera, en la comarca del Matarraña, provincia de Teruel, en Aragón, España. Se encuentra entre las poblaciones de Valdeltormo y Valjunquera sobre un llano entre dos valles que se unen una vez han pasado el núcleo de población.

Mas del Labrador


despoblado

Las primeras noticias existentes sobre el “Mas” datan de 1646, cuando la población albergaba a 90 vecinos y de 1787, en que eran 121. En 1834, la villa era un municipio independiente con ayuntamiento propio. Hacia 1915, José Pellicer, párroco de la localidad, convirtió la casa parroquial en una escuela religiosa con un internado para unos 30 alumnos.

La Guerra Civil Española castigó duramente la población. Las consecuencias de este enfrentamiento bélico fueron el intenso bombardeo y la destrucción de gran parte de las edificaciones, que ya no fueron reconstruidas debido a la emigración de buena parte de sus vecinos en los años posteriores a las poblaciones de los alrededores.

Actualmente, el único edificio que persiste en buen estado de conservación es la iglesia de San Juan Degollado (Sant Joan Degollat), construcción neoclásica del siglo XVIII de notable interés artístico, con campanario de sección cuadrangular y en cuya parte posterior se halla la sacristía y el fosar. En los últimos años se ha recuperado la tradición de organizar una romería a este templo a finales del mes de agosto, en la que participan los vecinos de las poblaciones vecinas.

La población fue abandonada definitivamente por sus últimos vecinos en la década de 1960, debido al éxodo rural y a que la localidad no tenía los servicios básicos mínimos, por lo cual la calidad de vida era precaria.DSCF4183abc.jpg DSCF4136abc.jpg
 
Excelente iniciativa. Criminal el destino de esos maravillosos y pintorescos lugares.
No quedó nada a salvo en esos sitios?
Recuerdo que no hace mucho pasaban por cable algunos programas que mostraban cómo gente que en su momento había emigrado a las grandes urbes volvía a sus terruños con renovadas iniciativas para reinsertarse laboralmente y lograr el sustento personal y familiar, con ayuda del estado español. Casos de por ejemplo, matrimonios que volvían e instalaban un almacén grande y muy completo. No recuerdo en este momento otros casos, pero parecían un salvoconducto a las consecuencias del paro.
 
El hombre que tiene un pueblo para él solo
Al final de una carretera estrecha de un valle nevado y despoblado de Soria, hay alguien que se atreve a desafiar a las convenciones y al abandono rural

En qué piensa?

—En que anochezca, para que luego amanezca y volver a salir a la calle.

—¿Y en los políticos?

—Eso es en lo último en lo que pensaría.

Félix del Prado es como un fantasma. No es fácil dar con él. Vive en el pueblo más escondido de una de las zonas más despobladas de Soria, provincia castellana que está considerada un desierto poblacional. Toño Arroyo, el arcipreste de Tierras Altas -como se llama la comarca donde vive Félix-, marca el camino: «Si subes el puerto de Oncala y te metes por la carretera del valle del río Cidacos hay pueblos con muy poquita gente». Allí, pese a que ya hace varias semanas de la nevada, todo es blanco menos la carretera marrón, por la que apenas pueden pasar dos coches a la vez. No es un gran problema porque, realmente, casi no pasan coches. «Por ahí están Los Campos, Vizmanos, Valloria, donde viven dos hermanos que son ganaderos, y también Verguizas, donde creo que sólo vive un señor», enumera el arcipreste, antes de volver a sus labores.

inRead invented by Teads
Allí nadie contesta al reclamo, salvo un perro que ladra enfadado al percibir al desconocido. Otro perro color canela, más amable, no ladra y parece encantado con la visita. «Félix, ¿estás ahí?». «Buenas tardes, Félix». Nada. Nadie responde, pero el olor a leña quemada en una estufa le delata. Entonces, un albañil de esos que preparan las casas de los madrileños abandona sus labores y confirma lo que dijo el arcipreste. «Sí, aquí está Félix, voy a buscarlo y ahora te lo saco».

«¡Félix, Félix, sal, que te están buscando!», dice el trabajador mientras se adentra, familiarmente, en la vivienda del único habitante del pueblo. A los pocos segundos, el operario vuelve a sus trabajos para los de la capital y el esperado «fantasma» se descubre.

«Hago lo que quiero»
La conversación va a empezar, y posteriormente acabar, cuando este soriano viejo, un pastor trashumante de 72 años, quiera. «¿Qué quieres que te cuente? ¡Si yo mi vida ya la he contado toda!», inicia, midiendo las distancias, el único habitante de Verguizas. Para empezar dice, contradiciendo a los alcaldes de la zona, a las evidencias sobre el terreno y al arcipreste, que no vive solo, que hay otro «que se fue ayer y volverá mañana». Cuando termina se ríe, algo burlón, y se coloca al sol, junto a un poyete y frente al montón de leña que cortó en verano y que almacena para calentarse en invierno.

«Vivo solo y no pasa nada, estoy acostumbrado, esto es a lo que te haces», admite Félix, quien enumera las virtudes de no tener que rendirle cuentas a nadie, aunque solo sea a otro vecino. «Estoy a mi aire. Hago lo que quiero. Entro y salgo cuando quiero, me acuesto a la hora que me da la gana. Vivir así no es duro», asegura, para acto seguido mandar un mensaje -si se da la casualidad de que leen sus palabras-, a las altas esferas: «Solo quiero que no me quiten la paga».

Esfuerzo le ha costado ganársela. Sondécadas viajando durante siete meses al año desde su pueblo natal en Soria hasta Ciudad Real, con la única compañía de las ovejas, cabras y vacas que pastoreaba. También llevaba a sus perros, una de los cuales -Canela, que no ladra al visitante- aún vive con él en un lugar donde otrora hubo, aunque no lo parezca, niños.

La media sonrisa acompaña toda la conversación. Solo hay dos temas que parecen trastocar la tranquilidad y el buen humor de este hombre, anacoreta de su propio pueblo. «Fue un 2 de noviembre, aún me acuerdo y solo tenía 14 años». Con esa frase rememora el día que le echaron de casa para, como él dice, «buscarse las habichuelas». Más serio se pone aún, y también eleva el tono, cuando la pregunta versa sobre la despoblación, concepto de moda en los últimos tiempos pero condena antigua para la España interior.

«¡Pero cómo pueden hablar ahora de despoblación si lo han dejado caer todo!», exclama enfadado Félix contra la labor de los políticos. «¡Ahora ya no hay remedio!», continúa contrariado, para zanjar su intervención con una frase que resume el pensamiento de muchos de quienes han visto cómo el abandono rural ha privado de vida a sus pueblos: «Les ha interesado darnos el golpe y ya no se puede hacer nada».

Volver al pueblo
Esta resignación es habitual en los pueblos pequeños -entendiéndose aquellos que no llegan a la veintena de habitantes- donde dan por hecha la desaparición y se dedican a esperarla en las mejores condiciones posibles. «Yo no puedo recomendar a nadie volver al pueblo», dice el hombre que decidió quedarse a vivir, aunque fuera solo, en el suyo. «A mis amigos les robaron las oportunidades y por eso se fueron», insiste Félix, que cuando eso pasó tenía 18 o 19 años y ahora ya peina canas y más de 70 primaveras.

Pero es feliz. No le recomendará a nadie su vida pero él la disfruta como nadie. «Por las tardes subo a esos cerros. Un día a uno y otro día a otro», enumera señalando hacia las dos montañas, ahora nevadas, que enclaustran sus dominios. Por lo demás, presume de tener teléfono, de disfrutar de una televisión «de 24 canales», de las chuletas de cordero que comió ese día y de no prestar atención ni al fútbol ni a los políticos. Eso sí, sabe perfectamente que el «Barcelona le saca 19 puntos al Madrid» y tampoco pierde la oportunidad de atizar a Puigdemont: «Ellos se quieren ir porque dicen que les roban. ¿Qué tenemos que hacer los de aquí entonces?».

Luego, sin más, da por terminada la conversación. «Venga, que ya te he contado más de lo que te tenía que contar», subraya mientras se adentra otra vez en su casa. A esperar a que termine la tarde, llegue la noche y después vuelva a salir el sol.
 
Excelente iniciativa. Criminal el destino de esos maravillosos y pintorescos lugares.
No quedó nada a salvo en esos sitios?
Recuerdo que no hace mucho pasaban por cable algunos programas que mostraban cómo gente que en su momento había emigrado a las grandes urbes volvía a sus terruños con renovadas iniciativas para reinsertarse laboralmente y lograr el sustento personal y familiar, con ayuda del estado español. Casos de por ejemplo, matrimonios que volvían e instalaban un almacén grande y muy completo. No recuerdo en este momento otros casos, pero parecían un salvoconducto a las consecuencias del paro.
De acuerdo con tus palabras @Coti7495, recuerdo también esos programas que mencionas. Resultaban una excelente salida a un problema acuciante: la falta de empleo en las grandes urbes por parte de los que en su día habían llegado buscando un destino mejor. Parecía un buen programa estatal. No se en qué habrá quedado aquello.
Las construcciones se ven maravillosas, dignas de ser conservadas.
He sido siempre un bicho de ciudad, pero he fantaseado, y aún lo hago, con vivir en un pueblo así, chico, ancestral, donde todos se conozcan y se ayuden como bien dice el autor del hilo. Experiencias que los citadinos desconocemos. Saludos compatriota.
 

Temas Similares

Respuestas
5
Visitas
368
Back