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De aquellos polvos estos lodos...a saber quien fue realmente el padre de Rainiero y de donde proviene esta estirpe...nunca lo sabremos...
Charlotte Grimaldi, madre de Rainiero, su historia.
- AutorMerche1234
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enorme parecido con Carolina
Carlota de Mónaco, la princesa ilegítima
03 DE AGOSTO DE 2015 BY HOLA.COM
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La vida de la princesa Carlota de Mónaco (1898-1977), abuela del actual Jefe de Estado monegasco, el príncipe Alberto (1958), ejemplifica de manera clara la fragilidad histórica del Principado de Mónaco, pequeña nación no pocas veces amenazada de ser anexionada por potencias extranjeras, particularmente Francia, que desde 1860 se comprometió a su protección. Precisamente la perspectiva de que Mónaco se convirtiera en territorio francés, una vez que la falta de Heredero estipulaba su desaparición de facto, fue la que llevó al reconocimiento de la princesa Carlota, hija ilegítima de Luis II de Mónaco (1870-1949), y su consecuente proclamación como Heredera. Mujer cosmopolita, de gran cultura, con un marcado sentido de la solidaridad, pero poco apegada a sus dos hijos, la biografía de la princesa Carlota ocupa hoy estas líneas.
Nace la futura princesa Carlota el 30 de septiembre de 1898 en Constantina, ciudad de Argelia en la que su padre, el príncipe Luis, servía como oficial del Tercer Regimiento de Cazadores. Según varias fuentes, el Príncipe, hijo de Alberto I de Mónaco (1848-1922) y de la princesa María (1850-1922), había conocido en París a María Julieta Louvet (1867-1930), una artista divorciada con dos hijos que regentaba un cabaret en la capital del Sena. Todo apunta a que el joven Príncipe quedó prendado de la cabaretera. Cuando se enteró que la Louvet, probablemente a causa de problemas financieros, había emigrado a tierras argelinas, donde se ganaba la vida como lavandera, decidió mover los hilos para ser destinado a la colonia. Sea como fuere la pareja se reencuentra en Argelia y da rienda suelta a su pasión. De este apasionado idilio nace pues la pequeña Carlota Luisa Julieta, quien, en primera instancia, no fue reconocida por su padre como hija legítima.
La futura princesa Carlota pasa su infancia con la única compañía de su madre, una vez que el Príncipe había abandonado territorio argelino en 1899 para ocuparse de su formación como futuro Jefe de Estado en Mónaco. Pese a que la relación con la niña y con la madre de ésta fue prácticamente nula, sí que el Príncipe asistió económicamente a su hija,de modo que tuviera solvencia económica y de que su educación fuera de primer orden. Así discurrirían el tiempo hasta 1911, año en el que, posiblemente obligado por su padre, el príncipe Luis –a través de una ordenanza datada el 15 de noviembre de 1911- decide reconocer su paternidad y convertir a su hija en Señora de Valentinois, un título nobiliario monegasco cuya historia se remonta al siglo noveno.
El futuro de Carlota quedaba, con la oficialización de la paternidad por parte del Heredero del Principado, en buena parte solucionado desde un punto de vista económico y social. Sin embargo, el hecho de que la joven no fuera hija legítima planteaba un grave problema dinástico que con los años comenzó a agravarse, una vez que el príncipe Luis no parecía tener intenciones de contraer matrimonio y procrear un heredero al trono monegasco. La preocupación que dominaba en la Corte por la soltería del Heredero se acentúa por la frágil salud del príncipe Alberto y el miedo a que éste muera sin que su hijo haya dado solución a la cuestión sucesoria. Lo que en el caso de otras Casas Reales hubiera sido una contrariedad pasajera, en Mónaco se presentaba como un auténtico quebradero de cabeza por dos razones. En primer lugar, el tratado que regulaba las relaciones del Principado con Francia dejaba claro que en el caso de que el Jefe del Estado monegasco falleciera sin descendientes legítimos, el pequeño estado pasaría a convertirse en una suerte de provincia gala, bajo la tutela de las autoridades de París. Por otro, existía en Francia el temor de que si el príncipe Luis fallecía sin descendencia, el trono monegasco pasara a manos del Conde de Wurtemberg (1864-1928), hijo de la princesa Florestina de Mónaco (1833-1897) y del alemán Federico de Wurtemberg-Urach (1810-1869). Precisamente, la sangre alemana del Conde era la que había hecho saltar todas las alarmas en la capital francesa. Que un alemán ocupara la jefatura del estado de Mónaco, fronterizo con Francia y de un valor estratégico nada desdeñable, era algo a evitar por todos los medios. Sería pues desde Francia desde donde llegaría la solución al problema sucesorio del Principado de Mónaco.
Dos figuras de la política francesa, el presidente de la república Raymond Poincaré (1860-1934) y el ministro de asuntos exteriores Stéphen Pichon (1857-1933) serán las responsables del plan por el que Carlota pasaría a convertirse en heredera legítima al trono monegasco. A través de una ley promulgada ex profeso, se estipulaba que el Heredero al trono podía adoptar y que el adoptado recibía de forma automática los derechos sucesorios. De este modo, el príncipe Luis, en París y en presencia del Presidente de la República francesa, adoptaba a su hija Carlota el 16 de mayo de 1919, pasando ésta a llevar el apellido Grimaldi y convirtiéndose en sucesora oficial de su padre. Pese a quejas y reclamaciones de la familia del Duque de Wurtemberg –no él, que renunció en 1924 a todas sus aspiraciones de ocupar la jefatura de estado de Mónaco, sino una serie de familiares, concretamente los Marqueses de Chabrillan, que intentarían dos veces, sin éxito, impugnar la ley que había convertido a Carlota en heredera-, quedaba así solucionado el problema dinástico que angustiaba a la corte de Mónaco. La princesa Carlota, de hecho, fue la única descendiente del príncipe Luis, que en 1946 casaría con una actriz francesa, Ghislaine Dommanget (1900-1991), con la que no tendría hijos.
Poco más de un año después, el 19 de marzo de 1920, la princesa Carlota contrae matrimonio con un aristócrata y erudito francés, el conde Pierre de Polignac (1895-1964), que pasa a convertirse tras el enlace en Príncipe de Mónaco y Señor de Valentinois. Se trató de un matrimonio completamente arreglado por el príncipe Luis y que, pese al nacimiento de dos hijos, la princesa Antonieta (1920-2011) y el futuro Príncipe de Mónaco, Rainiero (1923-2005), hizo aguas prácticamente desde su comienzo. Sea como fuere, la pareja se divorcia el 20 de marzo de 1930, recibiendo el Príncipe, quien pasó a convertirse en persona non grata dentro de la corte monegasca, una dotación anual de por vida de medio millón de francos. Moriría en 1964 en París.
Tras el divorcio, la princesa Carlota se instala en Francia, concretamente en el Château de Marchais, donde se entrega a su gran pasión: la cultura y el estudio, logrando incluso concluir una carrera universitaria. Poco aficionada a la política, la Princesa apenas se informa de la actualidad monegasca y pasa la mayoría del tiempo en su residencia de Marchais o acudiendo a un sinfín de reuniones sociales y veladas culturales en su amado París. Tampoco tiene gran contacto con sus hijos, que años después la recordarán, tal y como declaró el príncipe Rainiero, más como a una amiga que como a una madre. Finalmente, la situación se hace insostenible y su padre, el príncipe Luis –que había llegado al trono tras la muerte de su padre en 1922- la convence para que renuncie a todos sus derechos a favor de su hijo, el joven príncipe Rainiero. La Princesa no pone ningún impedimento. La única vez que volverá al Principado será el día que su hijo contraerá matrimonio con la actriz norteamericana Grace Kelly, el 18 de abril de 1956.
Los últimos años de vida, completamente ajena a Mónaco, la Princesa se entrega a la defensa de los derechos humanos de los presos franceses. Tal es su compromiso que su residencia de Marchais termina convirtiéndose en un centro de ayuda para ex convictos. En estos años se enamora de un afamado ladrón de joyas, René Girier (1919-2000), pero nunca se casará con él. Pese a que la sociedad francesa admirara sus obras de caridad y su incansable lucha por la dignidad de los presos, sus hijos, desde Mónaco, están convencidos de que su madre, con la que ya apenas tienen contacto, no conserva plenas sus facultades mentales. Finalmente el 15 de noviembre de 1977, Carlota de Mónaco fallece en París a los 79 años de edad. Sus restos mortales descansan en los jardines de su Château de Charmais.
Carlota de Mónaco, la princesa ilegítima
03 DE AGOSTO DE 2015 BY HOLA.COM
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La vida de la princesa Carlota de Mónaco (1898-1977), abuela del actual Jefe de Estado monegasco, el príncipe Alberto (1958), ejemplifica de manera clara la fragilidad histórica del Principado de Mónaco, pequeña nación no pocas veces amenazada de ser anexionada por potencias extranjeras, particularmente Francia, que desde 1860 se comprometió a su protección. Precisamente la perspectiva de que Mónaco se convirtiera en territorio francés, una vez que la falta de Heredero estipulaba su desaparición de facto, fue la que llevó al reconocimiento de la princesa Carlota, hija ilegítima de Luis II de Mónaco (1870-1949), y su consecuente proclamación como Heredera. Mujer cosmopolita, de gran cultura, con un marcado sentido de la solidaridad, pero poco apegada a sus dos hijos, la biografía de la princesa Carlota ocupa hoy estas líneas.
Nace la futura princesa Carlota el 30 de septiembre de 1898 en Constantina, ciudad de Argelia en la que su padre, el príncipe Luis, servía como oficial del Tercer Regimiento de Cazadores. Según varias fuentes, el Príncipe, hijo de Alberto I de Mónaco (1848-1922) y de la princesa María (1850-1922), había conocido en París a María Julieta Louvet (1867-1930), una artista divorciada con dos hijos que regentaba un cabaret en la capital del Sena. Todo apunta a que el joven Príncipe quedó prendado de la cabaretera. Cuando se enteró que la Louvet, probablemente a causa de problemas financieros, había emigrado a tierras argelinas, donde se ganaba la vida como lavandera, decidió mover los hilos para ser destinado a la colonia. Sea como fuere la pareja se reencuentra en Argelia y da rienda suelta a su pasión. De este apasionado idilio nace pues la pequeña Carlota Luisa Julieta, quien, en primera instancia, no fue reconocida por su padre como hija legítima.
La futura princesa Carlota pasa su infancia con la única compañía de su madre, una vez que el Príncipe había abandonado territorio argelino en 1899 para ocuparse de su formación como futuro Jefe de Estado en Mónaco. Pese a que la relación con la niña y con la madre de ésta fue prácticamente nula, sí que el Príncipe asistió económicamente a su hija,de modo que tuviera solvencia económica y de que su educación fuera de primer orden. Así discurrirían el tiempo hasta 1911, año en el que, posiblemente obligado por su padre, el príncipe Luis –a través de una ordenanza datada el 15 de noviembre de 1911- decide reconocer su paternidad y convertir a su hija en Señora de Valentinois, un título nobiliario monegasco cuya historia se remonta al siglo noveno.
El futuro de Carlota quedaba, con la oficialización de la paternidad por parte del Heredero del Principado, en buena parte solucionado desde un punto de vista económico y social. Sin embargo, el hecho de que la joven no fuera hija legítima planteaba un grave problema dinástico que con los años comenzó a agravarse, una vez que el príncipe Luis no parecía tener intenciones de contraer matrimonio y procrear un heredero al trono monegasco. La preocupación que dominaba en la Corte por la soltería del Heredero se acentúa por la frágil salud del príncipe Alberto y el miedo a que éste muera sin que su hijo haya dado solución a la cuestión sucesoria. Lo que en el caso de otras Casas Reales hubiera sido una contrariedad pasajera, en Mónaco se presentaba como un auténtico quebradero de cabeza por dos razones. En primer lugar, el tratado que regulaba las relaciones del Principado con Francia dejaba claro que en el caso de que el Jefe del Estado monegasco falleciera sin descendientes legítimos, el pequeño estado pasaría a convertirse en una suerte de provincia gala, bajo la tutela de las autoridades de París. Por otro, existía en Francia el temor de que si el príncipe Luis fallecía sin descendencia, el trono monegasco pasara a manos del Conde de Wurtemberg (1864-1928), hijo de la princesa Florestina de Mónaco (1833-1897) y del alemán Federico de Wurtemberg-Urach (1810-1869). Precisamente, la sangre alemana del Conde era la que había hecho saltar todas las alarmas en la capital francesa. Que un alemán ocupara la jefatura del estado de Mónaco, fronterizo con Francia y de un valor estratégico nada desdeñable, era algo a evitar por todos los medios. Sería pues desde Francia desde donde llegaría la solución al problema sucesorio del Principado de Mónaco.
Dos figuras de la política francesa, el presidente de la república Raymond Poincaré (1860-1934) y el ministro de asuntos exteriores Stéphen Pichon (1857-1933) serán las responsables del plan por el que Carlota pasaría a convertirse en heredera legítima al trono monegasco. A través de una ley promulgada ex profeso, se estipulaba que el Heredero al trono podía adoptar y que el adoptado recibía de forma automática los derechos sucesorios. De este modo, el príncipe Luis, en París y en presencia del Presidente de la República francesa, adoptaba a su hija Carlota el 16 de mayo de 1919, pasando ésta a llevar el apellido Grimaldi y convirtiéndose en sucesora oficial de su padre. Pese a quejas y reclamaciones de la familia del Duque de Wurtemberg –no él, que renunció en 1924 a todas sus aspiraciones de ocupar la jefatura de estado de Mónaco, sino una serie de familiares, concretamente los Marqueses de Chabrillan, que intentarían dos veces, sin éxito, impugnar la ley que había convertido a Carlota en heredera-, quedaba así solucionado el problema dinástico que angustiaba a la corte de Mónaco. La princesa Carlota, de hecho, fue la única descendiente del príncipe Luis, que en 1946 casaría con una actriz francesa, Ghislaine Dommanget (1900-1991), con la que no tendría hijos.
Poco más de un año después, el 19 de marzo de 1920, la princesa Carlota contrae matrimonio con un aristócrata y erudito francés, el conde Pierre de Polignac (1895-1964), que pasa a convertirse tras el enlace en Príncipe de Mónaco y Señor de Valentinois. Se trató de un matrimonio completamente arreglado por el príncipe Luis y que, pese al nacimiento de dos hijos, la princesa Antonieta (1920-2011) y el futuro Príncipe de Mónaco, Rainiero (1923-2005), hizo aguas prácticamente desde su comienzo. Sea como fuere, la pareja se divorcia el 20 de marzo de 1930, recibiendo el Príncipe, quien pasó a convertirse en persona non grata dentro de la corte monegasca, una dotación anual de por vida de medio millón de francos. Moriría en 1964 en París.
Tras el divorcio, la princesa Carlota se instala en Francia, concretamente en el Château de Marchais, donde se entrega a su gran pasión: la cultura y el estudio, logrando incluso concluir una carrera universitaria. Poco aficionada a la política, la Princesa apenas se informa de la actualidad monegasca y pasa la mayoría del tiempo en su residencia de Marchais o acudiendo a un sinfín de reuniones sociales y veladas culturales en su amado París. Tampoco tiene gran contacto con sus hijos, que años después la recordarán, tal y como declaró el príncipe Rainiero, más como a una amiga que como a una madre. Finalmente, la situación se hace insostenible y su padre, el príncipe Luis –que había llegado al trono tras la muerte de su padre en 1922- la convence para que renuncie a todos sus derechos a favor de su hijo, el joven príncipe Rainiero. La Princesa no pone ningún impedimento. La única vez que volverá al Principado será el día que su hijo contraerá matrimonio con la actriz norteamericana Grace Kelly, el 18 de abril de 1956.
Los últimos años de vida, completamente ajena a Mónaco, la Princesa se entrega a la defensa de los derechos humanos de los presos franceses. Tal es su compromiso que su residencia de Marchais termina convirtiéndose en un centro de ayuda para ex convictos. En estos años se enamora de un afamado ladrón de joyas, René Girier (1919-2000), pero nunca se casará con él. Pese a que la sociedad francesa admirara sus obras de caridad y su incansable lucha por la dignidad de los presos, sus hijos, desde Mónaco, están convencidos de que su madre, con la que ya apenas tienen contacto, no conserva plenas sus facultades mentales. Finalmente el 15 de noviembre de 1977, Carlota de Mónaco fallece en París a los 79 años de edad. Sus restos mortales descansan en los jardines de su Château de Charmais.
Última edición por un moderador:
No tendría ninguna importancia la paternidad de Rainiero. De lo que no hay ninguna duda es que era nieto de Louis II (el parecido era tan asombroso, como el de Carolina con su abuela).
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si, sin duda, pero no queda claro quien es su padre, por eso lo comentaba...de su madre ya sabemos, y es cierto que Carolina es asombrosamente parecida a ella...
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A mi Rainiero sí se me da un aire a su padre. Respecto a Carolina y descendencia tienen el charme de la abuela Charlotte. Charlotte Casiraghi siendo bella de cara y llevando su nombre no se le parece en ese departamento. Carolina es su abuela, estoy segura de que si hubiesemos podido verla moverse, gesticular y hablar lo harían idéntico. Por otro lado gran suerte para Carolina porque tiene el magnetismo, el je ne sais quois y la belleza cálida de su abuela que personalmente prefiero al de su madre. Así son los genes de traviesos.
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Indudable el parecido entre abuela y nieta. Sin embargo, Carolina tiene algo mas en su estructura facial que innegablemente viene de los Kelly...
A pesar del logico paso de los años y el deterioro, Carolina no se añejo totalmente como la abuela...Tiene un tipo de añejamiento mas similar al de los Kelly...
Hay imágenes de Grace adolescente, tal vez 19-20 años con el pelo mas oscuro, que muestran un enorme parecido con Carolina...tengo las imágenes, las voy a traer.
Creo que una de las cosas que hizo a Grace bellísima no fue solo su obvia belleza física, sino una alegría de vivir y un positivismo que venían de su interior.
Esta mujer siempre trataba de sonreír y ser calida por mas que muchos la cataloguen/catalogaran de "fría."
Cuando estaba en grupos de personas, se veía integración, una conexión en lugar de distancia.
Carolina tuvo una hermosa y especial madre quien fue un gran ejemplo a seguir; y me atrevería a especular que en esta etapa de su vida Carolina a veces la emula, claro siempre con su estilo autentico.
Por ejemplo, Hay un gesto que hace Carolina muy a menudo ante las cámaras, es como si "sacara" mas la cabeza del cuello, no echarlo hacia detrás, ese gesto lo tenia Grace.
Para ser mas explícitos, no es ni siquiera un gesto, es una técnica de teatro para acaparar las luces del escenario y darle cierta importancia al rostro, que unido al lenguaje corporal, los ojos,la voz y el movimiento son uno de los ejes del teatro.
Ademas, en teatro es importante tener el rostro los mas "limpio y despejado" que el personaje te lo permita; el cabello por lo general, lo mas retirado posible del rostro y dejar que la luz del escenario "inunde"la cara para permitirle a la audiencia disfrutar de las emociones que transmite el actor.
No olvidemos que Grace estudio teatro en una de las mas famosas academias localizada en New York.
Miren esto cotis...
Hay imágenes de Carolina cuando era más joven y rellenita y claro, no es que sean iguales, pero tienen ángulos en común...
Gesto parecido
A pesar del logico paso de los años y el deterioro, Carolina no se añejo totalmente como la abuela...Tiene un tipo de añejamiento mas similar al de los Kelly...
Hay imágenes de Grace adolescente, tal vez 19-20 años con el pelo mas oscuro, que muestran un enorme parecido con Carolina...tengo las imágenes, las voy a traer.
Creo que una de las cosas que hizo a Grace bellísima no fue solo su obvia belleza física, sino una alegría de vivir y un positivismo que venían de su interior.
Esta mujer siempre trataba de sonreír y ser calida por mas que muchos la cataloguen/catalogaran de "fría."
Cuando estaba en grupos de personas, se veía integración, una conexión en lugar de distancia.
Carolina tuvo una hermosa y especial madre quien fue un gran ejemplo a seguir; y me atrevería a especular que en esta etapa de su vida Carolina a veces la emula, claro siempre con su estilo autentico.
Por ejemplo, Hay un gesto que hace Carolina muy a menudo ante las cámaras, es como si "sacara" mas la cabeza del cuello, no echarlo hacia detrás, ese gesto lo tenia Grace.
Para ser mas explícitos, no es ni siquiera un gesto, es una técnica de teatro para acaparar las luces del escenario y darle cierta importancia al rostro, que unido al lenguaje corporal, los ojos,la voz y el movimiento son uno de los ejes del teatro.
Ademas, en teatro es importante tener el rostro los mas "limpio y despejado" que el personaje te lo permita; el cabello por lo general, lo mas retirado posible del rostro y dejar que la luz del escenario "inunde"la cara para permitirle a la audiencia disfrutar de las emociones que transmite el actor.
No olvidemos que Grace estudio teatro en una de las mas famosas academias localizada en New York.
Miren esto cotis...
Hay imágenes de Carolina cuando era más joven y rellenita y claro, no es que sean iguales, pero tienen ángulos en común...
Gesto parecido
Última edición por un moderador:
Lo que Carolina heredó de su madre es la sonrisa. Cuando sonríe es igual a Grace y lo mismo le pasa a Alexandra. Alexandra es igual a su padre pero con la sonrisa de su madre y por eso cuando sonríe tiene ese charme y recuerda tanto a Grace.
Pierre de Polignac
Dicen que el principe Pierre habia sido amante de Marçel Proust antes de casarse.
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enorme parecido con Carolina
Carlota de Mónaco, la princesa ilegítima
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La vida de la princesa Carlota de Mónaco (1898-1977), abuela del actual Jefe de Estado monegasco, el príncipe Alberto (1958), ejemplifica de manera clara la fragilidad histórica del Principado de Mónaco, pequeña nación no pocas veces amenazada de ser anexionada por potencias extranjeras, particularmente Francia, que desde 1860 se comprometió a su protección. Precisamente la perspectiva de que Mónaco se convirtiera en territorio francés, una vez que la falta de Heredero estipulaba su desaparición de facto, fue la que llevó al reconocimiento de la princesa Carlota, hija ilegítima de Luis II de Mónaco (1870-1949), y su consecuente proclamación como Heredera. Mujer cosmopolita, de gran cultura, con un marcado sentido de la solidaridad, pero poco apegada a sus dos hijos, la biografía de la princesa Carlota ocupa hoy estas líneas.
Nace la futura princesa Carlota el 30 de septiembre de 1898 en Constantina, ciudad de Argelia en la que su padre, el príncipe Luis, servía como oficial del Tercer Regimiento de Cazadores. Según varias fuentes, el Príncipe, hijo de Alberto I de Mónaco (1848-1922) y de la princesa María (1850-1922), había conocido en París a María Julieta Louvet (1867-1930), una artista divorciada con dos hijos que regentaba un cabaret en la capital del Sena. Todo apunta a que el joven Príncipe quedó prendado de la cabaretera. Cuando se enteró que la Louvet, probablemente a causa de problemas financieros, había emigrado a tierras argelinas, donde se ganaba la vida como lavandera, decidió mover los hilos para ser destinado a la colonia. Sea como fuere la pareja se reencuentra en Argelia y da rienda suelta a su pasión. De este apasionado idilio nace pues la pequeña Carlota Luisa Julieta, quien, en primera instancia, no fue reconocida por su padre como hija legítima.
La futura princesa Carlota pasa su infancia con la única compañía de su madre, una vez que el Príncipe había abandonado territorio argelino en 1899 para ocuparse de su formación como futuro Jefe de Estado en Mónaco. Pese a que la relación con la niña y con la madre de ésta fue prácticamente nula, sí que el Príncipe asistió económicamente a su hija,de modo que tuviera solvencia económica y de que su educación fuera de primer orden. Así discurrirían el tiempo hasta 1911, año en el que, posiblemente obligado por su padre, el príncipe Luis –a través de una ordenanza datada el 15 de noviembre de 1911- decide reconocer su paternidad y convertir a su hija en Señora de Valentinois, un título nobiliario monegasco cuya historia se remonta al siglo noveno.
El futuro de Carlota quedaba, con la oficialización de la paternidad por parte del Heredero del Principado, en buena parte solucionado desde un punto de vista económico y social. Sin embargo, el hecho de que la joven no fuera hija legítima planteaba un grave problema dinástico que con los años comenzó a agravarse, una vez que el príncipe Luis no parecía tener intenciones de contraer matrimonio y procrear un heredero al trono monegasco. La preocupación que dominaba en la Corte por la soltería del Heredero se acentúa por la frágil salud del príncipe Alberto y el miedo a que éste muera sin que su hijo haya dado solución a la cuestión sucesoria. Lo que en el caso de otras Casas Reales hubiera sido una contrariedad pasajera, en Mónaco se presentaba como un auténtico quebradero de cabeza por dos razones. En primer lugar, el tratado que regulaba las relaciones del Principado con Francia dejaba claro que en el caso de que el Jefe del Estado monegasco falleciera sin descendientes legítimos, el pequeño estado pasaría a convertirse en una suerte de provincia gala, bajo la tutela de las autoridades de París. Por otro, existía en Francia el temor de que si el príncipe Luis fallecía sin descendencia, el trono monegasco pasara a manos del Conde de Wurtemberg (1864-1928), hijo de la princesa Florestina de Mónaco (1833-1897) y del alemán Federico de Wurtemberg-Urach (1810-1869). Precisamente, la sangre alemana del Conde era la que había hecho saltar todas las alarmas en la capital francesa. Que un alemán ocupara la jefatura del estado de Mónaco, fronterizo con Francia y de un valor estratégico nada desdeñable, era algo a evitar por todos los medios. Sería pues desde Francia desde donde llegaría la solución al problema sucesorio del Principado de Mónaco.
Dos figuras de la política francesa, el presidente de la república Raymond Poincaré (1860-1934) y el ministro de asuntos exteriores Stéphen Pichon (1857-1933) serán las responsables del plan por el que Carlota pasaría a convertirse en heredera legítima al trono monegasco. A través de una ley promulgada ex profeso, se estipulaba que el Heredero al trono podía adoptar y que el adoptado recibía de forma automática los derechos sucesorios. De este modo, el príncipe Luis, en París y en presencia del Presidente de la República francesa, adoptaba a su hija Carlota el 16 de mayo de 1919, pasando ésta a llevar el apellido Grimaldi y convirtiéndose en sucesora oficial de su padre. Pese a quejas y reclamaciones de la familia del Duque de Wurtemberg –no él, que renunció en 1924 a todas sus aspiraciones de ocupar la jefatura de estado de Mónaco, sino una serie de familiares, concretamente los Marqueses de Chabrillan, que intentarían dos veces, sin éxito, impugnar la ley que había convertido a Carlota en heredera-, quedaba así solucionado el problema dinástico que angustiaba a la corte de Mónaco. La princesa Carlota, de hecho, fue la única descendiente del príncipe Luis, que en 1946 casaría con una actriz francesa, Ghislaine Dommanget (1900-1991), con la que no tendría hijos.
Poco más de un año después, el 19 de marzo de 1920, la princesa Carlota contrae matrimonio con un aristócrata y erudito francés, el conde Pierre de Polignac (1895-1964), que pasa a convertirse tras el enlace en Príncipe de Mónaco y Señor de Valentinois. Se trató de un matrimonio completamente arreglado por el príncipe Luis y que, pese al nacimiento de dos hijos, la princesa Antonieta (1920-2011) y el futuro Príncipe de Mónaco, Rainiero (1923-2005), hizo aguas prácticamente desde su comienzo. Sea como fuere, la pareja se divorcia el 20 de marzo de 1930, recibiendo el Príncipe, quien pasó a convertirse en persona non grata dentro de la corte monegasca, una dotación anual de por vida de medio millón de francos. Moriría en 1964 en París.
Tras el divorcio, la princesa Carlota se instala en Francia, concretamente en el Château de Marchais, donde se entrega a su gran pasión: la cultura y el estudio, logrando incluso concluir una carrera universitaria. Poco aficionada a la política, la Princesa apenas se informa de la actualidad monegasca y pasa la mayoría del tiempo en su residencia de Marchais o acudiendo a un sinfín de reuniones sociales y veladas culturales en su amado París. Tampoco tiene gran contacto con sus hijos, que años después la recordarán, tal y como declaró el príncipe Rainiero, más como a una amiga que como a una madre. Finalmente, la situación se hace insostenible y su padre, el príncipe Luis –que había llegado al trono tras la muerte de su padre en 1922- la convence para que renuncie a todos sus derechos a favor de su hijo, el joven príncipe Rainiero. La Princesa no pone ningún impedimento. La única vez que volverá al Principado será el día que su hijo contraerá matrimonio con la actriz norteamericana Grace Kelly, el 18 de abril de 1956.
Los últimos años de vida, completamente ajena a Mónaco, la Princesa se entrega a la defensa de los derechos humanos de los presos franceses. Tal es su compromiso que su residencia de Marchais termina convirtiéndose en un centro de ayuda para ex convictos. En estos años se enamora de un afamado ladrón de joyas, René Girier (1919-2000), pero nunca se casará con él. Pese a que la sociedad francesa admirara sus obras de caridad y su incansable lucha por la dignidad de los presos, sus hijos, desde Mónaco, están convencidos de que su madre, con la que ya apenas tienen contacto, no conserva plenas sus facultades mentales. Finalmente el 15 de noviembre de 1977, Carlota de Mónaco fallece en París a los 79 años de edad. Sus restos mortales descansan en los jardines de su Château de Charmais.
Lo del abuelo de Rainiero, Luis II, tiene coña. Es extraño que no quisiese casarse nunca para tener descendencia legítima - parecia que Alberto iba a seguir sus pasos -, que prefiriese reconocer a su hija ilegítima Charlotte, obligarla a casarse por conveniencia con un aristócrata- anda, que ya vemos que las Grimaldi han sido de cascos ligeros, mezclados con las tendencias de mamá Kelly no nos extrañen Carolina y Estefania - y terminase casándose ya hecho un viejo carcamal tres años antes de morirse con una cuarentona plebeya. ¿Como iba a tener hijos?
Y menos mal que no era posible, aunque le dió un mal trago a su nieto Rainiero, criado en soledad para ser su sucesor y que el abuelo le diese ese cantazo al final, no me extraña la cara del joven junto a su abuelo y abuelastra.
Y es que no es muy cierto que le criase el abuelo, en el sentido de que le diese un hogar. Rainiero se pasó la infancia en internados, en uno de Inglaterra aprendió inglés y lo pasó fatal porque los niños ricos ingleses no se dejaban impresionar por su titulo de principe, le llamaban con menosprecio "el croupier" - por el negocio de los Grimaldi - y se metian con él por ser bajito, gordito y extranjero. Volvia a Mónaco de vacaciones, su abuelo apenas sabia tratarlo como un niño y se dedicaba a educarle en los deberes de príncipe -él, que no se casaba por deber ni a tiros -, no veia apenas a sus padres, justo a su hermana, pero estar separados tantos meses en colegios diferentes tampoco ayudaba en su relación.
Asi que Rainiero no conoció lo que se dice un hogar y una familia, aunque si que tenia tendencia a las actrices, pues cuando decidió casarse con Grace abandonó a una actriz francesa con la que llevaba algunos años de relación, pero no era una candidata aceptable como princesa, él no pensaba casarse con una mujer no adecuada, aunque la quisiera, pero si tenia claro que queria casarse para tener sucesión, sin esperar a ser casi abuelo...Alberto le hizo sufrir bien en ese aspecto - supongo que era una forma de rebeldia contra su padre, pporque con él Rainiero fué un padre muy estricto- , el hijo le recordaba a su abuelo con su empeño de no casarse y no le dejaba reconocer a los bastardos para que no sucediese lo mismo que con su madre, no queria que se empañase la imagen de familia ideal que se habia creado con Grace. Grace fué un gran fichaje publicitario para el principado. Y le dió la familia que no habia tenido nunca, aunque no fué tampoco un marido fiel.
De todos modos, he leido por aqui que Rainiero le dijo a Carolina al enviudar que su difunto tenia un amante. Sinceramente, no creo que le dijese algo asi, él queria a su hija y no veo que ganaba contándole eso de su difunto marido, aparte de causarle más dolor. Se dicen muchas cosas sin sentido por chismar. Como que ya estaba con Vincent Lindon o que se casó con este en secreto ¡que tonteria! Carolina nunca se ha casado en secreto con nadie, bien en público y hasta de penalti.
Pero la gente vive de fantasias con estos famosos, jajaja...
