Testigo Impertinente.Carmen Rigalt.24/07/2016.

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TESTIGO IMPERTINENTE

CARMEN
RIGALT

24/07/2016

De las mil y una noches
a la pasión turca

LA BODA MÁS SECRETA,
EN TÁNGER


No estoy puesta en tejidos nupciales, pero entre las tres bodas han sumado guipures, ‘chifones’ y sedas por un tubo. En la boda de Gstaad se contabilizaron varios ‘capriles’, empezando por el traje de novia, con una mantilla y una tiara de difícil calificación (de la mitad de la frente le salía un plumero como una fuente, tipo años 20). La cuarta boda no nos toca ni de lejos. Es la del hijo de Salman bin Abdulaziz, rey de Arabia Saudí, que se casará en Tánger, que sustituye a Marbella como preferida para los veraneos reales y que se prepara para la gran boda. Hace menos de un mes pude ver el estado de las obras del palacio que el rey Salman edifica en primera linea de playa. Cientos de obreros trabajaban noche y día para tenerlo a punto en las fechas señaladas. Y no sólo el palacio, sino los accesos, las avenidas con las palmeras, las farolas y algunos edificios de nueva construcción. Cerca del palacio del Rey saudí está la casa de Mohamed VI, quien a su vez también ha hecho mudanza (el monarca prefiere ahora Tetuán). Su chalé de playa anda en obras cubierto por una gran jaima que le protege de las miradas. Del chalé que repudió Felipe González no se sabe nada. Parece un muerto.

Hace tiempo que no asistíamos a tantas bodas sonadas en el mismo tramo de tiempo. Digo «asistíamos» por darme importancia, pero a las bodas españolas siempre asisten los mismos. Yo las he visto por un agujerito. De las tres bodas, dos tenían una naturaleza mixta y la tercera era nacional por los cuatro costados. La cuarta está por llegar.

Hablemos de la boda nacional. Parecía que se casaban Ana Rosa Quintana y su marido, pero sólo era un efecto óptico. En realidad, ellos sólo ponían la finca. O sea, una finca sin ganadería. El único ganado a la vista era la gente de la tele (Matías Prats, Lequio, Bibiana Fernández, etc.) y algún que otro profesional de bodas y bautizos (por ejemplo Fiona Ferrer, que siempre parece una invitada de atrezo). Entre los asistentes, Alfonso Rojo, un purasangre pasado de testosterona; y el padre Ángel, que impartió la bendición a los contrayentes.

He oído decir que el escenario del bodorrio estaba hecho a imagen y semejanza de un bosque encantado. Puede ser. El hada madrina que dio el golpe de gracia con la varita mágica fue Carmen Valiño, que llevó sus duendes hasta el altar.

Y de La Vera, en Cáceres, a Puigcerdá, en Gerona, donde veranean los pijos catalanes desde que el mundo es mundo. Precisamente en Puigcerdá se casaron hace unos días Gabriela Palatchi (primogénita de Alberto Palatchi, presidente de Pronovias) y el empresario turco Ediz Elhadef. Y tras la boda, la fiesta. Ella estaba monísima y él, como un queso. Sin embargo, dicen que el currículo de seductor del novio tiene a Palatchi en un intermitente mosqueo.

Resumiendo: magnífico fincón con cuatro escenarios distintos. Los trajes de la novia, epatantes, como no podía ser de otro modo tratándose de una firma líder del sector. Hervé Moreau, el director artístico de la casa, hizo un alarde de talento y creatividad.

Pero la estrechez de miras en la Villa y Corte se ha manifestado en las críticas de ciertos cronistas. Uno de ellos (para qué nos vamos a andar con rodeos: Peñafiel) escribió ayer que la boda Palatchi fue el colmo de la horterada en comparación con la boda campestre del hijo de Quintana. Es comprensible que defendamos a los amigos, pero sin enseñar el plumero. A modo de preámbulo, aquí va una anécdota para que el lector saque sus conclusiones. Una vez entrevisté a Giorgio Armani a propósito de un éxito en Florencia y le pregunté sobre los calcetines blancos a los que el diseñador es tan aficionado. Armani me miró raro. No entendía por qué los españoles nos ponemos tan plastas con los calcetines blancos. Y estalló: «¡No hay nada tan limpio y agradable como un par de calcetines blancos!».

El ejemplo de los calcetines es equiparable al chaqué. Para Peñafiel, en la boda de Gabriela Palatchi, tanto el novio como el padre de la novia lucieron sendos esmóquines azules. A mí los esmóquines me recuerdan a esas bodas americanas en las que todo el mundo aplaude ruidosamente a los novios, pero la invitación lo dejaba bien claro. Dress code: esmoquin de verano. Con razón: la boda se había celebrado el día anterior. Esto era una fiesta.

Los Palatchi, como los Andic, son empresarios textiles de origen judío, que fundaron su imperio en Barcelona. Andic creó Mango y Palatchi, Pronovias. Ahora se suma a la familia Ediz Elhadef, también empresario (y judío), que se lleva a su esposa a Estambul. La pasión turca, suma y sigue.

La tercera boda se celebró en Gstaad. Se casaban Alia El Assir Fernández Longoria y Hugo Linares. Más internacional, imposible. Boda también de altura, a juego con la estación alpina. Una celebración parecida a la de Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo, que también eligieron Gstaad. El día anterior hubo fiesta de disfraces (trajes de tiroleses). Los invitados, mitad españoles y mitad libaneses. Entre los españoles, Simoneta Gómez-Acebo, Ana Boyer y Tamara Falcó; Mencía Fitz-James, hija de Isabel Sartorius y novia de Adil El Assir, otro de los hijos del multimillonario libanés (aquí el que no corre vuela); y Alonso Aznar, equivalente a Fiona Ferrer, pero en chico. No se pierde una.


m
 
Qué gran artículo. A la Rigalt le falta poner "testiga" en el título, así estilo Chus Lampreave en Mujeres al borde de un ataque de nervios, para ser una ídola
 
Mencía como la mamma, le habrá enseñado bien. 18 añitos tiene la niña no?
 
La Wakuperraka lleva literalmente años sin ligue, no? Es como el florero de los saraos, siempre esta mas sola que la 1.
 
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