Azul y Rosa,Jaime Pañafiel.Sábado,dos de Julio de 2016.

.....zo de hombre! :sleep::sleep::sleep::sleep::sleep::sleep::sleep::sleep::sleep:
Jubílese usted Peñafiel, que esas cosas de la Queen Elisabeth se las llevo escuchando desde que yo era una niña :sleep::sleep::sleep:
Si hija , si, además tiene una sonrisa, que no me gusta un pelo, es una sonrisa siempre forzada.
Se repite como el ajo..
 
El Mundo Orbyt.

MI SEMANA AZUL & ROSA

JAIME PEÑAFIEL

02/07/2016

PABLO VUELVE DONDE SOLÍA
LA BALCONADA DE GÉNOVA
EL BESAMANOS


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Muchas han sido las veces que he criticado la sonrisa de Pablo Iglesias. Siempre me preguntaba de qué se reía. Llegué a la conclusión de que lo hacía de todos los españoles. No estaba equivocado. Lo primero que desapareció de su rostro la noche electoral del pasado domingo fue la sonrisa. No era para menos. El resultado, no los sondeos israelitas que tanto nos acojonaron en los primeros avances, le devolvieron a la más dolorosa realidad. El asalto a los cielos convirtió la noche en un infierno. ¡Qué ridículo debió sentirse, con esa corbata tan postiza! Como soy un sentimental, confieso que me dio pena. No tenía fuerzas ni para levantar esa seña de entidad comunista que es el puño. Conforme fue pasando la noche y tras aceptar, con humildad, que había perdido, volvió el pobre hombre donde solía, de donde no debía haber salido, consolándose con sus partidarios en la Plaza del Reina Sofía, ¡qué ironía!

La sede del PP en el número 13 de la madrileña calle de Génova es un edificio moderno, de 12 plantas, diseñado por el arquitecto Gonzalo Urquijo e inaugurado el 17 de enero de 1983. Cada vez que el partido se ve beneficiado por un éxito electoral, allí que aparece, en la primera planta, una improvisada balconada desde la que recibir el homenaje, los aplausos y los vítores de los simpatizantes y seguidores. Siempre me recuerda, salvando las distancias, of course, a la balconada del Palacio Real de Buckingham, en la que, con motivo del 90 cumpleaños de la reina Isabel, se produjo un auténtico overbooking familiar. Tal sucedió el domingo en la noche electoral madrileña. Como los sondeos a pie de urna vomitaban unos datos catastróficos para el PP, en la sede de Génova no se atrevieron a montar la famosa balconada hasta no tener constancia del éxito. Y, al igual que la balconada real, llegó un momento que no cabía ni un alfiler. Besos, abrazos, saltos, saltitos y risas. Viri, la siempre contenida primera dama de La Moncloa, recibió un beso en la boca de su marido quien, con el miedo pasado todavía en el cuerpo, apenas pudo enhebrar el peor pero el más emocionado de sus discursos, por llamarlo de alguna manera. ¿Lo más llamativo? El baile que se marcó una enloquecida Andrea Levy que acabó quedándose sola en la balconada como reina de la noche. Lo de Génova era una locura de emociones desbordadas, mientras en la de Buckingham la reina le echaba una bronca a su nieto Guillermo, que se había agachado para hablar con su pequeño hijo Jorge. La soberana, que consideró este gesto fuera de protocolo, le dio unos golpecitos en el hombro, al tiempo que se le oyó decir: “¡Stand up, William!” (levántate Guillermo). Éste no sólo obedeció inmediatamente, sino que se puso en posición de firme.

Así se denominaba antes, protocolariamente hablando, las recepciones oficiales. Era la época en la que se besaba la mano a las señoras y se estrechaba la de los caballeros. Desde el ridículo y humillante plongeon que, por dignidad, debería suprimir la Casa Real, a quienes no saben qué hacer cuando se encuentran ante el Rey y su consorte. Este columnista prefiere el sistema japonés. Con una ligera inclinación de cabeza, basta. Así se evitaría lo sucedido, hace unos días, al socialista Pedro Sánchez, a quien se le acusó, ignoro si con fundamento, de “limpiarse la mano pegajosa, después de saludar a un niño negro”.

Arcadi Espada, a propósito de esta anécdota, recuerda al presidente Bush, que “sacaba un spray desinfectante del bolsillo después de saludar a las multitudes”.

Pero la reina Isabel, capaz de estrechar centenares de manos en el transcurso de las recepciones, se pone un buen par de guantes de la firma Cornelia James, de Brighton, y así se evita ese desagradable contacto con manos emocionalmente sudorosas. Hay quien piensa que, aún siendo optativo, es mucho más elegante hacerlo con la mano desnuda, sin enguantar.

La reina explicó un día su receta para estrechar cientos de manos: tender la mano flácida, con el dedo pulgar vuelto hacia la palma. Eso evita al visitante apretar demasiado.

Cuando veo a Felipe y a Letizia en esos pesados y largos besamanos en el Palacio Real, con mil o dos mil invitados o más, siempre me acuerdo del truco de Su graciosa Majestad británica para permanecer dos o tres horas de pie y sin cansarse: separar ligeramente los pies pero manteniéndolos bien paralelos, repartiendo el peso del cuerpo de igual modo sobre cada pie. “Es todo lo que hay que hacer”, dijo la soberana.

Insisto, impongamos el sistema japonés y nos evitaríamos ese, a veces, desagradable contacto de quien nos saluda, por ejemplo, después de salir del baño sin lavarse las manos, cosa alto frecuente en España, o simplemente sudadas.

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Insisto, impongamos el sistema japonés
El harakiri monárquico.
 
Ahora que lo pienso, Jaime Peñafiel tiene algo en común con su admirada Queen Elisabeth, pues los dos están ahí desde que las y los cotillas tenemos uso de razón y forman parte de nuestra "educación sentimental y cotilleril".
Los dos han visto crecer a varias generaciones de príncipes y princesas, morir a muchos reyes y jefes de estado, han desaparecido unas dictaduras y nacido otras, ha caido el telon de acero y se han creado países nuevos, han cambiado varias veces los gobiernos en España, Reino Unido y el mundo entero, han surgido nuevas tecnologías como los ordenadores, los móviles, internet, etc. y ellos siguen ahi al pie del cañon, tan pichis con mil años cada uno y sin pensar en la jubilacion.
Peñafiel creo que no se jubila hasta que no comente en su Azul y Rosa los funerales de su querida Lilibeth... Bueno...entonces tampoco, que luego viene la coronación de Charles y una vez mas tendrá que decir lo mismo sobre Camila y la difunta Diana, jeje.

Perdonad la falta de algunas tildes, pero el teclado hoy va por libre.
 
Gracias por tu amabilidad Ambers trayendo el artículo todos los sábados!. A mi me gusta leerlo y no me cae mal Peñafiel, fué el primero en contar cosas jugosas de la Letiz en sus primeros tiempos, después se ve que le cortaron las alas pero siempre suelta alguna pildorita interesante.
 
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