El dilema del tren: por qué está mal visto matar a una persona aunque salves a cinco

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PSICOLOGÍA

El dilema del tren: por qué está mal visto matar a una persona aunque salves a cinco

Un estudio sugiere que las personas que prefieren los absolutos morales son consideradas más fiables que quienes prefieren hacer cálculos para maximizar el bien común

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DANIEL MEDIAVILLA
13 ABR 2016 - 10:22 CEST
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El dilema del tren es un experimento clásico para evaluar preferencias morales Will Langenberg



Un tranvía sin control avanza hacia un grupo de cinco personas. Tú te encuentras en un puente elevado sobre las vías, junto a un señor de grandes dimensiones. Si le empujas, caerá en el camino de la máquina y morirá, pero salvará la vida de los cinco. Las respuestas habituales muestran que la moralidad humana no se rige por las matemáticas. Solo el 30% de los participantes apoya el sacrificio del hombre del puente pese a que supondría salvar cinco vidas.

El trabajo científico sugiere que nuestra moralidad ha evolucionado para favorecer la cooperación y parece que en ese camino se han visto favorecidos mecanismos que nos hacen preferir decisiones intuitivas que no siempre son las que ofrecen mejores resultados objetivos.

Algunos estudios como los realizados por Guy Kahane, de la Universidad de Oxford (Reino Unido), observaron que las personas que apoyan el sacrificio de una persona para salvar a muchas suelen tener menos inconvenientes para hacer daño a otras personas en su vida diaria aunque con conduzcan a un bien común mayor.

La semana pasada, un grupo de investigadores de las Universidades de Oxford (Reino Unido) y Cornell (EE. UU.) trataron de explicar el origen de la preferencia humana por las intuiciones deontológicas. Sus resultados, publicados en la revista Journal of Experimental Psychology, indican que todo tiene que ver con la popularidad de quienes expresan estas preferencias. Si la mayor parte de la gente considera mejores socios a las personas que basan sus juicios en absolutos morales, el mero hecho de decir que se piensa así sería beneficioso. De esta manera, con el paso del tiempo, esto facilita la difusión de este tipo de preferencia moral que está en todos nosotros. Tal y como explican los investigadores, a todos nos darían escalofríos si pensáramos en un amigo realizando un análisis de costes y beneficios para decidir si debemos ser sacrificados por el bien común.

Sentimientos con buena imagen

Para poner a prueba esta idea, emplearon varios dilemas morales como el planteado al principio de este artículo. Después, preguntaron a más de 2.400 participantes a quién consideraban más digno de confianza y descubrieron que quienes tomaban sus decisiones de acuerdo con absolutos morales, evitando matar a una persona para salvar a varias, eran los preferidos. Cuando se les pidió que eligieran a una persona para dejarles una cantidad de dinero también escogieron a quienes mostraban un criterio moral tajante y lo hicieron con más confianza en que se lo devolverían.

Recalcando la importancia de la imagen que tienen determinados sentimientos en la sociedad, los autores del estudio vieron que la forma en que se tomaba la decisión también era importante. Alguien que había optado por sacrificar a una persona para salvar cinco, pero afirmaba que la decisión había sido difícil, recibía más confianza que los que tomaron la misma decisión sin tantos quebraderos de cabeza.

En esta misma línea, los autores comentan que quienes decidieron no matar a alguien para resolver un dilema no siempre eran los preferidos como socios. La voluntad de las personas que iban a ser sacrificadas por el bien común también condicionaba el efecto sobre la imagen de quien decidía que debían vivir o morir. Los participantes en el estudio preferían a quienes respetaban los deseos de las víctimas, aunque eso significase que deberían matarlos. Una vez más, la empatía es lo que da buena imagen a los deontologistas y no solo que sigan de manera inflexible unas reglas morales concretas.
 
Cada vez que nos comunican el éxito de un trasplante que ha salvado la vida de una persona, se obvia que detrás de ese éxito, está la muerte de alguien a quien le han extraído los órganos.
Cuando alguien sacrifica su vida en un incendio o cualquier circunstancia similar para salvar a alguien, me pregunto ¿valía más la vida del rescatado que la del rescatador?
Volviendo al tema de los trasplantes me pregunto ¿donaría yo mis órganos si supiera que van a salvar la vida de, supongamos, un asesino, un violador, un cura pederasta, un empresario explotador, un corrupto, un banquero abusador o uno de esos políticos que tanto daño han hecho a miles de personas?
Pues aquí sí tengo respuesta y es "NO", no quiero que mis órganos vayan a salvar la vida de cierto tipo de personas, lo cual me hace plantearme el tema de la donación.
¿Y que una persona no pueda cobrar por donar sus órganos? Resulta que necesitas dinero y puedes vender tus muebles, tu coche, tu casa, pero tu riñón por el que podría un millonario pagar un pastón, eso no, eso no puedes cobrarlo. Podría darse el caso de que un banquero necesitase un riñón para salvar su vida, y que un padre de familia hipotecado por ese banco estuviese dispuesto a donarlo a cambio de salvar su casa y su familia, pero eso sería ilegal, así que dejamos que el banquero se muera y que una familia se arruine y se quede sin casa por esa "moral".
 
Cada vez que nos comunican el éxito de un trasplante que ha salvado la vida de una persona, se obvia que detrás de ese éxito, está la muerte de alguien a quien le han extraído los órganos.
Cuando alguien sacrifica su vida en un incendio o cualquier circunstancia similar para salvar a alguien, me pregunto ¿valía más la vida del rescatado que la del rescatador?
Volviendo al tema de los trasplantes me pregunto ¿donaría yo mis órganos si supiera que van a salvar la vida de, supongamos, un asesino, un violador, un cura pederasta, un empresario explotador, un corrupto, un banquero abusador o uno de esos políticos que tanto daño han hecho a miles de personas?
Pues aquí sí tengo respuesta y es "NO", no quiero que mis órganos vayan a salvar la vida de cierto tipo de personas, lo cual me hace plantearme el tema de la donación.
¿Y que una persona no pueda cobrar por donar sus órganos? Resulta que necesitas dinero y puedes vender tus muebles, tu coche, tu casa, pero tu riñón por el que podría un millonario pagar un pastón, eso no, eso no puedes cobrarlo. Podría darse el caso de que un banquero necesitase un riñón para salvar su vida, y que un padre de familia hipotecado por ese banco estuviese dispuesto a donarlo a cambio de salvar su casa y su familia, pero eso sería ilegal, así que dejamos que el banquero se muera y que una familia se arruine y se quede sin casa por esa "moral".
Y si luego el hipotecado que no puede pagar la hipoteca, va y se lanza por la ventana, entonces si, entonces lo recogen en el último suspiro y, antes de morir, le extraen el riñón, el hígado y todo y se lo trasplantan al banquero que le provocó la ruina. ¡Qué miserables podemos llegar a ser los humanos!
 
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