Un edil del PP en Palafolls manda Ada Colau a limpiar suelos

Que ajquito. Esto no te pega nada Mrs. Pérez. Lo veo más propio de otras gentes que pululan por este proceloso foro, jajajaja. Debes estar muy harta ya.

De imbéciles irredentos y de insultadores profesionales hasta los dobladillos. La sinrazón hay que exorcizarla por medios vigorosos.
Y me moría de ganas de dedicar este espanto a unos cuantos especímenes del Pongo Pan Sectarius, especie híbrida de primate que sigue al Mesías como si no hubiese otro horizonte vital.

¡Oyoyoy, y por cierto, ahora que caigo!: ¿Os habeis dado cuenta de que los Podemoides ya no dan la barrila con Juego de Tronos, que antes era lo másssssss? Los asesores de imagen han debido decirles que estaban haciendo el ridi con semejante chorrada, pero ahí están las hemerotecas y la portada esa cateta del cateto librito del Mesías en el que equiparaba a Juego de Tronos (novelita de fantasía de un rústico) con los tratados de sociopolítica mas documentados y eruditos. Lo de que la Taniachori se sentía la Khaleesi del mundo podemita era ya para echar el bofe de la risa

Aqui la portada, que no se nos olvida, es de antesdeayer como quien dice:

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Más de 100.000 personas firman a favor de la dimisión del académico Félix de Azúa ! y no se ha ido!!!! espero que lo boten!!!

Teniendo en cuenta que somos mas de 36 millones de españoles mayores de edad..., uf, no sé yo si va a poder resistir semejante afrenta, jajajajajaja.

Y sé un poco racional, 10.000 votos en change.org no corresponden a 100.000 personas. Por eso jamás voto en change.org y por eso no les hace nadie nunca ni puto caso.
 
Más de 100.000 personas firman a favor de la dimisión del académico Félix de Azúa ! y no se ha ido!!!! espero que lo boten!!!
No, bonita, no, más de 100.000 personas no. Más de 100.000 firmas, que no es lo mismo. No te confundas, o no nos confundas, que no nos chupamos el dedo.

@Batuca Vaya, repetido. Bueno, no importa, igual así se entiende mejor.
 
De imbéciles irredentos y de insultadores profesionales hasta los dobladillos. La sinrazón hay que exorcizarla por medios vigorosos.
Y me moría de ganas de dedicar este espanto a unos cuantos especímenes del Pongo Pan Sectarius, especie híbrida de primate que sigue al Mesías como si no hubiese otro horizonte vital.

¡Oyoyoy, y por cierto, ahora que caigo!: ¿Os habeis dado cuenta de que los Podemoides ya no dan la barrila con Juego de Tronos, que antes era lo másssssss? Los asesores de imagen han debido decirles que estaban haciendo el ridi con semejante chorrada, pero ahí están las hemerotecas y la portada esa cateta del cateto librito del Mesías en el que equiparaba a Juego de Tronos (novelita de fantasía de un rústico) con los tratados de sociopolítica mas documentados y eruditos. Lo de que la Taniachori se sentía la Khaleesi del mundo podemita era ya para echar el bofe de la risa

Aqui la portada, que no se nos olvida, es de antesdeayer como quien dice:

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Hola, me llamo Rapunzel y mi libro de cabecera para gobernar un país es Juego de tronos. Y lo veo en la tele, que leer es aburrido y de fachas. Votadme, porfa, aunque seáis lumpen.
Y que haya alguien, por muy desesperado que esté, que vote a semejante argumento y a semejante individuo... Nos merecemos todo lo que nos pasa, no hay duda.
 
“Muchos intelectuales no están dispuestos a que nadie les recuerde que también fueron de izquierdas”
El académico Ignacio Sánchez Cuenca publica 'La desfachatez intelectual', un ensayo que recopila los desmanes y las frivolidades opinativas de muchos de nuestros intelectuale

  • El politólogo Ignacio Sánchez-Cuenca.




    JUAN LOSA

    MADRID.- Los habrán sufrido en más de una ocasión. Sus columnas suelen ser desabridas, sus argumentos algo veleidosos y su palabrería pomposa. Sentencian con desfachatez e impunidad sobre temas clave como el nacionalismo, el terrorismo y la crisis. Ignacio Sánchez-Cuenca los disecciona en La desfachatez del intelectual (Los Libros de la Catarata), un ensayo en el que analiza con rigor académico los veredictos ampulosos de toda esa pléyade de intelectuales bien pagados y apuesta por una esfera pública más plural, menos personalista y con filtros más eficaces que eleven el nivel de nuestro debate político.

    ¿Qué le hizo ponerse a escribir sobre la desfachatez de los intelectuales?

    Me marqué como exigencia que no tenía que ser una sucesión de juicios subjetivos, sino que tenía que estar todo respaldado por ejemplos. ¿Qué me motivo? Llevaba años dándole vueltas a este asunto, cuando colaboraba con El País publiqué algunos artículos en esta misma línea que ya en su día despertaron cierta polémica. Las reacciones de los aludidos fueron tan duras que me irritó que no se pudiera abrir un debate y que se tuviera que resolver mediante insultos y ridiculizaciones.

    ¿Es esto algo congénito de nuestra intelectualidad, futo de un temperamento particular?

    Creo que buscan amedrentar a quien piensa diferente. Cuando te enfrentas a una respuesta tan brutal, la próxima vez te lo piensas antes de decidirte a hacer la crítica. No sé si has podido leer la respuesta que me propinó Jon Juaristi en el ABC en un artículo titulado Escudos. Mi pecado ha sido comenzar este ensayo con un ejemplo de Juaristi, pero siempre sin entrar en la descalificación personal, no sólo a él, sino a ningún de los opinadores que menciono. Pues bien, Juaristi me respondió acusándome de pasar todo el día en las herriko tabernas, de pertenecer a Bildu, de que Podemos me iba a regalar una cátedra y, por último, de ser el mamporrero de Zapatero. Imagina todo eso mezclado y aderezado con insultos como imbécil, y calificaciones como cursi y otras muchas cosas…

    Supongo que está al corriente de las recientes declaraciones de Félix de Azúa, muy mencionado en el libro, por cierto. ¿Le han sorprendido?
    Lo que más me interesa de la anécdota de Azúa es que lo que ha dicho sobre Ada Colau no es tan distinto de muchas otras opiniones que ha ido vertiendo en los últimos años. Por tanto, la pregunta sería más bien qué ha cambiado en el público lector en España para que este tipo de ofensas gratuitas despierten ahora una irritación masiva por unos comentarios que hace años habrían pasado desapercibidos. Ahí creo que es donde está la clave, y no tanto en tratar de entender las motivaciones de Azúa; allá Azúa con sus demonios. Creo que el prestigio o la reputación de esas figuras está en declive debido, en gran medida, a que no han tenido nada interesante que decir sobre la crisis durante los últimos años. Parece que lo único que activa su curiosidad intelectual —en algunos casos incluso a un nivel obsesivo— es el proceso catalán; en cambio, poco o nada han tenido que decir sobre la desigualdad, la crisis financiera, el euro, las nuevas formas de pobreza, la precariedad… Nada de esto les preocupa, hasta el punto de que su figura ha ido erosionándose durante la crisis tanto como la de la élite política.

    Algo parecido le ha ocurrido a El País, ¿no cree?
    Veo en paralelo el proceso que ha experimentado El País. Pese a que me sigue pareciendo un gran periódico que me ha tratado siempre con mucha generosidad, lo cierto es que ha protagonizado una deriva hacia posiciones mucho más liberales que las que sostuvo en sus inicios.

    Cuando lees las trayectorias de muchos de estos reputados columnistas ves algunas conversiones algo extravagantes que van de la extrema izquierda a la derecha más radical
    Cierto. Muchos de ellos han vivido una evolución muy fuerte. Si te fijas la mayoría de estos figurones militaron en partidos de la izquierda más radical, para luego, ya entrada la Transición, abrazar la socialdemocracia en la etapa de Felipe González. Más tarde, en los 80, se fueron desencantando de aquel período y se dejaron querer por la derecha de Aznar, de tal forma que cuando llega Zapatero al poder de un modo un tanto imprevisto, ya les pilla en posiciones muy liberales y conservadoras, hasta el punto de que medidas más o menos progresistas como la ley de Memoria Histórica o el proceso de paz en Euskadi, les sacaban de sus casillas. La guinda fue el 15-M y su supuesta traducción política de la mano de Podemos, momento el que sacan toda la jactancia y suficiencia de la que son capaces para despreciar todo aquello que les deja en muy mal lugar. Es decir, muchos intelectuales no están dispuestos a que nadie les recuerde que ellos también fueron de izquierdas. Digamos que es un fenómeno habitual de ciertas conversiones ideológicas. Lo vemos, por ejemplo, en muchos excomunistas que dedican buena parte de sus energías en combatir sus creencias de juventud.

    Hay una cierta laguna, en nuestras principales cabeceras, de columnistas cuyos posicionamientos estén abiertamente decantados hacia la izquierda. Esto es algo que en otros países como Francia o Alemania no pasa. ¿A qué cree que se debe?
    Se debe, a mi entender, de que cuando este grupo de escritores y ensayistas adquiere cierta reputación cultural eran izquierdas, pero a medida que van abandonando sus convicciones iniciales se va generando un vacío importante puesto que ellos en ningún momento abandonan la esfera pública, siguen manteniendo el protagonismo inicial pero despojados de sus creencias originarias. Aquellos que defendían posiciones más progresistas o radicales quedaron algo marginados durante un largo período, pese a que creo que en los últimos años, con la explosión de los digitales, este escenario se ha ido renovando afortunadamente.

    Deben asumir los medios su ‘mea culpa’. ¿Por qué cree que los medios de comunicación permiten opiniones tan frívolas/provocativas/superficiales?
    Tengo la impresión de que cada grupo de comunicación intenta rodearse de un conjunto de firmas que le proporcione una cierta imagen ante los lectores. Es ahí donde se genera cierta impunidad, en el sentido de que todo el mundo se acostumbra a pensar que diga lo que diga mantendrán su columna o artículo. Creo que en ocasiones existe una falta de control por parte de quienes están al frente de las secciones de opinión. Si yo tuviera esa responsabilidad y leyera alguna barbaridad, me replantearía la relación con el articulista de turno, por muchos años que éste lleve en el diario.

    ¿Por ejemplo?
    Pues sin ir más lejos, me parece que hoy Félix de Azúa volvía a la carga con un artículo en el que hacía referencia al incidente con Boadella, al que al parecer le han talado varios árboles de su parcela. No cabe duda de que se trata de un acto intolerable, pero no hace falta que esto reciba el calificativo de nazi. Si te fijas se permite constantemente la apelación a los nazis para tratar de entender cualquier cosa que sucede en nuestro país, lo que me parece una barbaridad que impide cualquier tipo de intercambio de razones.

    Se ha trivializado la utilización del término “nazi”, es cierto.
    Tengo la impresión de que lo que ha sucedido es que algunos de los esquemas que ellos utilizaron para enmarcar la lucha contra ETA, que a mí me pareció muy valiente por su parte, los han trasladado al proceso catalán, con el problema de que no encaja bien, puesto que en Catalunya no hay violencia, sino que este anhelo independentista se ha manifestado hasta el momento de una forma más bien cívica. En cambio ellos están constantemente apelando a una supuesta opresión en la que ellos hacen las veces de resistentes en los países ocupados por la Alemania nazi, defendiendo valores liberales frente a los opresores, es algo muy manido.

    No habla de la caverna apenas, no menciona a los Ussía, Tertsch, Losantos y Sostres. Sus textos, muchas veces pasados de vueltas si no directamente temerarios, parece como si —involuntariamente— suavizaran las posturas retrógradas de los Azúa y compañía.
    No quería meterme con los Hermann Tertsch de turno porque eso sería un descenso a los infiernos. Solo quería señalar que los intelectuales tienen cierta responsabilidad y no pueden hacer juicios tan frívolos y gratuitos. Una cosa que pongo en el libro y que, en cierta forma me llena de pasmo, es que estos reputados intelectuales tuvieran a bien firmar un manifiesto como Libres e iguales. Manifiesto escrito por Cayetana Álvarez de Toledo y en el que estaban todos revueltos; los Tertsch y Losantos, junto con gente como Trapiello, Félix de Azúa, Fernando Savater y Mario Vargas Llosa. Es algo incomprensible. Como si se hubieran roto las fronteras.






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Yo no he hecho referencia a las preferencias políticas de ningún otro forero, he definido las mías porque no se quién me podemizaba constantemente.

Compréndelo, está de moda tachar de podemita a cualquiera, siempre que no coincidan sus opiniones con las de algunos foreros. Cuando no se ve más allá, no existe el debate ideológico y no hay más crítica que la puramente sensacionalista, ocurren estas cosas.
 
Sería interesante conocer cuantos de los dedicados a la política en este pais, no pasan de estudios primarios ?
Cuantos de bachillerato?
Licenciados?
Que hablen uno o más idiomas?
 
Claro, es que yo soy anarquista sistemática, jajajaja. A mí no me importaría en absoluto suprimir la RAE, como te comentaba más arriba con un par de diccionarios de referencia (tipo Oxford English o Webster's) tendría más que suficiente. Prefiero que la lengua vaya al paso de su uso cotidiano, histórico y social que que vaya dictada por un organismo que "limpia, fija y da esplendor", algo que automáticamente me sugiere la imagen mental de la momia de Lenin.
Bueno, bueno..., pero no dejemos que la modernidad nos impida escribir los topónimos con letra inicial mayúscula o acentuar la vocal débil de un diptongo para romperlo, ¿eh?
Claro que... siempre se podrá recurrir a aquello de "las normas cervantinas" (esta vez sí entre comillas, por ser expresión que se quiere remarcar, amén de por ser literal, y no una reproducción libre de esta humilde forera).
Saludos, McGurk.
 
Bueno, bueno..., pero no dejemos que la modernidad nos impida escribir los topónimos con letra inicial mayúscula o acentuar la vocal débil de un diptongo para romperlo, ¿eh?
Claro que... siempre se podrá recurrir a aquello de "las normas cervantinas" (esta vez sí entre comillas, por ser expresión que se quiere remarcar, amén de por ser literal, y no una reproducción libre de esta humilde forera).
Saludos, McGurk.

No, claro, por descontado. Pero fíjate que, en el caso del inglés británico, a pesar de que en el Oxford English Dictionary solo se dan indicaciones de uso de la gramática, no por ello el usuario del idioma la utiliza incorrectamente. Es decir, parece existir un consenso al respecto sin necesidad de que ninguna Academia dicte ninguna norma. Esto me parece más contemporáneo, en el sentido que es más fácilmente adaptable a la evolución natural de las lenguas que las arbietrariedades de la RAE como, por ejemplo, no incluir la palabra "tridimensional" en el DRAE hasta hace dos años, mientras que "bidimensional" sí que estaba incluida. O decidir de buenas a primeras que la tilde diacrítica ya no es obligatoria en "sólo" (adverbio) y que, a partir de ahora, se diferenciará del adjetivo "solo" por el contexto. ¿Esto qué quiere decir? ¿Que el lector antiguamente no podía/sabía diferenciar el adverbio del adjetivo en función del contexto? ¿O más bien quiere decir que la diacrítica del adverbio sobraba desde el principio y estaba allí porque sí, porque un académico así lo dispuso?
 
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