Fran Rivera y Lourdes Montes. Boda religiosa, hijos y otros temas.

Ay, ese primo Canales Rivera... Qué puñalá trapera, primo, qué malaje!!

No tengo ni idea de cómo le ha ido a este hombre en la tauromaquia pero creo que está más enfadado con los primos porque siempre se han considerado superiores y más señoritos. El día que deje de echarles cuenta desaparecerá ese resentimiento absurdo.
Al fin y al cabo, como dice José Antonio, él siendo más pobre y más de Barbate, ha sido más feliz y se mire por donde se mire, los hermanos Rivera Ordoñez son dignos de lástima. El pequeño del alma va a su bola y no se deja engañar.
Lo que me chirría de las palabras de José Antonio es que el fue uno de los protagonistas de la "Operación Polvorón" cuando llevaba un año de matrimonio y hasta creo recordar que Mari Carmen estaba embarazada del niño.
Ah, y creo que hubo fotos de su boda en alguna revista del cuore.
Sí es cierto que hacen una vvida tranquila bastante convencional en Cadiz, al menos hasta donde yo he visto.
A Cayetano lo aprecia bastante más que a Lapaca porque es un tipo muy tranquilo, pragmático y mejor persona que el Big Brother. Mucha gente en Barbate que lo conoció de niño lo recuerda con afecto y buenas palabras. Es difícil llevarse mal con Cayetano. Con lapaca lo difícil es llevarse bien. Sólo se lleva bien con la gente que tiene más pasta o presunto señorío o con aquellos queda están en teoría subordinados a su clase, rassa y señorío (los que él se cree que tiene).
Mira que a mi tambien se me ha venido a la cabeza eso, lo de la operacion polvoron.
 
Canales tiene bastante razon en lo q dice pero no deberia ponerse medallas como pareja al menos en el concepto de pareja formal.La mujer tiene mas cuernos q un saco de caracoles otra cosa es q el no la vaya a dejar y ella no lo ha abandonado pero es voxpupuli por la zona incluso con famosillas no solo operaciones polvoron....por cierto de las parejas de Litri e Higares lo mismo otras q miran para otro lado y se tapan los oidos cuando es flagrante sabido y auditado lo de sus parejas al menos hasta hace poco
 
yaempieza a dar el conazo cin la semana santa en enero? q vida mas insustancial la de este hombre, se nota q hace el vago desde q nacio madre mia....lourdesojo avisor q tu marido se aburre mas q una ostra...q cansino tiene q ser vivir con el flan, q hablara durante el dia este? q rancio lo q escribe y como lo escribe, es un joven viejo
 
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lourdes no conoce los cepillos de pelo? el peine, pasarse los dedos aunque sea? siempre lleva unos pelos horribles, q poco interes le pone, asi nunca te llamaran de pantene loulou
 
18enero
Recuerdos alrededor de la mesa
Desde hace ya algunos años la cocina está de moda.

En todas las cadenas de televisión encontramos algún concurso o programa relacionado con la comida.

Los alimentos ecológicos, la agricultura tradicional o la compra de productos a granel son tendencia absoluta pero, aunque se recuperen técnicas saludables y se vuelva cada vez más a lo sano y natural, seguimos sin prestar atención de verdad a lo que implica comer.

Creo que dos de las de principales razones por las que hemos olvidado lo que significa sentarse a una mesa es el excesivo culto al cuerpo, ya que nos limita muchísimo a la hora de disfrutar de lo que comemos (yo esto no lo pruebo porque engorda… Uff hoy me estoy pasando… nada de trigo… nada de lácteos), y el otro, por supuesto, es la falta de tiempo.

No estoy defendiendo que debamos atiborrarnos de comida, dejar de cuidarnos o tomar postre a diario, simplemente estoy convencida de que en el término medio está la virtud, y que hay cosas fundamentales para nuestro espíritu que se están perdiendo por culpa de las modas y el estrés de vida que llevamos. Me explico:

Los que hemos tenido la suerte de vivir en casas en las que la comida no tenía nada que ver con la nutrición, la alimentación o la cantidad de proteínas o de quinoa que se deben consumir al día, sino que era el momento de encuentro, de charla, de unión y de debate, de lo mejor y lo peor del día, de contar como había ido el examen de turno, en definitiva, era el momento de hacer familia y crear hogar, creo que valoramos de forma especial la cocina y todo lo que ella conlleva.






Ahora en las casas cada uno come a una hora, una comida distinta, viendo la tele, mirando el móvil… En definitiva, sin comunicarse, sin compartir.

Mi abuela Isabel, gran cocinera, número uno en encontrar la mejor materia prima y sacarle el máximo partido, perfecta en la presentación de sus platos y magnífica repostera, me enseñó que el pan nuestro de cada día no era solo pan…



El arte de poner una mesa de forma impecable o simplemente servir el café en una bandeja con un poco de esmero, son cosas que ahora solo se hacen en Navidad o en alguna fecha especial cuando en realidad debería ser algo diario. Recuerdo que me decía “si tienes que hacerlo ¿qué trabajo te cuesta hacerlo bien?”.



Recuerdo que el día de cada uno de nuestros cumpleaños ponía la mesa con algún toque especial y que ese día siempre hacía la comida preferida del homenajeado. Mi favorita era la fideuá y las pechugas con piña, mi hermana Sibi siempre elegía garbanzos o judías, cosa que al resto de primos les sentaba bastante mal… jajaja.

Es un privilegio recibir cariño en forma de sabores o aromas porque esas sensaciones no se olvidan jamás.

Esos olores son los que nos hacen volver a nuestra infancia una y otra vez para sentirnos tan felices como entonces o incluso para imitar ciertos comportamientos y conseguir que nuestros hijos vivan aquello tan maravilloso que una vez vivimos nosotros.

También recuerdo que de pequeños no nos dejaban comer en la mesa con los mayores y nos tocaba quedarnos en la cocina con nuestros baberos y los platos de muñequitos escuchando las “coplas” y las historias de Antonia, la tata.



A partir de los 8 años, mi abuela nos pasó a una mesa en el office, en la que ya teníamos mantel, servilletas de tela y los cubiertos de los mayores. En ese momento no entendí porqué ese paso intermedio, pero claro, tenía todo el sentido, aún no teníamos edad para escuchar ciertas conversaciones o probar según qué comidas, pero teníamos que aprender a usar los cubiertos, a servirnos y, sobre todo, a no mancharnos, condición sine qua non para poder tomar postre.

En mi opinión, saber comportarse en una mesa es fundamental para enfrentarte al mundo, estar relajado y actuar con naturalidad solo se consigue si se tiene, aunque sea, las nociones básicas.

Con todo esto lo que os quiero transmitir es que muchos de mis recuerdos bonitos son alrededor de una mesa, coincidiendo, compartiendo, a veces con más prisa otras con menos, comiendo más o menos sano, con más o menos apetito… Pero siempre dando importancia a aquello que se creaba en ese momento en el que todos nos sentíamos parte de algo.

También me gusta estar al otro lado y desde pequeña me metía en la cocina a observar, a preguntar, incluso a veces me dejaban hacer algo, como preparar huevos pasados por agua con mi abuelo Manuel, rezando justo tres Padres Nuestros para que no se pasaran.

Esto es algo que le voy a transmitir a Carmen, de hecho, como me encanta cocinar y cada día invento una receta nueva, he decidido escribirlas en un cuaderno para que de mayor ella las tenga.

Espero haber sabido transmitir todas esas maravillosas sensaciones y convenceros de que hay cosas que no podemos perder.

¡Besos a todas y buena semana!
 
18enero
Recuerdos alrededor de la mesa
Desde hace ya algunos años la cocina está de moda.

En todas las cadenas de televisión encontramos algún concurso o programa relacionado con la comida.

Los alimentos ecológicos, la agricultura tradicional o la compra de productos a granel son tendencia absoluta pero, aunque se recuperen técnicas saludables y se vuelva cada vez más a lo sano y natural, seguimos sin prestar atención de verdad a lo que implica comer.

Creo que dos de las de principales razones por las que hemos olvidado lo que significa sentarse a una mesa es el excesivo culto al cuerpo, ya que nos limita muchísimo a la hora de disfrutar de lo que comemos (yo esto no lo pruebo porque engorda… Uff hoy me estoy pasando… nada de trigo… nada de lácteos), y el otro, por supuesto, es la falta de tiempo.

No estoy defendiendo que debamos atiborrarnos de comida, dejar de cuidarnos o tomar postre a diario, simplemente estoy convencida de que en el término medio está la virtud, y que hay cosas fundamentales para nuestro espíritu que se están perdiendo por culpa de las modas y el estrés de vida que llevamos. Me explico:

Los que hemos tenido la suerte de vivir en casas en las que la comida no tenía nada que ver con la nutrición, la alimentación o la cantidad de proteínas o de quinoa que se deben consumir al día, sino que era el momento de encuentro, de charla, de unión y de debate, de lo mejor y lo peor del día, de contar como había ido el examen de turno, en definitiva, era el momento de hacer familia y crear hogar, creo que valoramos de forma especial la cocina y todo lo que ella conlleva.






Ahora en las casas cada uno come a una hora, una comida distinta, viendo la tele, mirando el móvil… En definitiva, sin comunicarse, sin compartir.

Mi abuela Isabel, gran cocinera, número uno en encontrar la mejor materia prima y sacarle el máximo partido, perfecta en la presentación de sus platos y magnífica repostera, me enseñó que el pan nuestro de cada día no era solo pan…



El arte de poner una mesa de forma impecable o simplemente servir el café en una bandeja con un poco de esmero, son cosas que ahora solo se hacen en Navidad o en alguna fecha especial cuando en realidad debería ser algo diario. Recuerdo que me decía “si tienes que hacerlo ¿qué trabajo te cuesta hacerlo bien?”.



Recuerdo que el día de cada uno de nuestros cumpleaños ponía la mesa con algún toque especial y que ese día siempre hacía la comida preferida del homenajeado. Mi favorita era la fideuá y las pechugas con piña, mi hermana Sibi siempre elegía garbanzos o judías, cosa que al resto de primos les sentaba bastante mal… jajaja.

Es un privilegio recibir cariño en forma de sabores o aromas porque esas sensaciones no se olvidan jamás.

Esos olores son los que nos hacen volver a nuestra infancia una y otra vez para sentirnos tan felices como entonces o incluso para imitar ciertos comportamientos y conseguir que nuestros hijos vivan aquello tan maravilloso que una vez vivimos nosotros.

También recuerdo que de pequeños no nos dejaban comer en la mesa con los mayores y nos tocaba quedarnos en la cocina con nuestros baberos y los platos de muñequitos escuchando las “coplas” y las historias de Antonia, la tata.



A partir de los 8 años, mi abuela nos pasó a una mesa en el office, en la que ya teníamos mantel, servilletas de tela y los cubiertos de los mayores. En ese momento no entendí porqué ese paso intermedio, pero claro, tenía todo el sentido, aún no teníamos edad para escuchar ciertas conversaciones o probar según qué comidas, pero teníamos que aprender a usar los cubiertos, a servirnos y, sobre todo, a no mancharnos, condición sine qua non para poder tomar postre.

En mi opinión, saber comportarse en una mesa es fundamental para enfrentarte al mundo, estar relajado y actuar con naturalidad solo se consigue si se tiene, aunque sea, las nociones básicas.

Con todo esto lo que os quiero transmitir es que muchos de mis recuerdos bonitos son alrededor de una mesa, coincidiendo, compartiendo, a veces con más prisa otras con menos, comiendo más o menos sano, con más o menos apetito… Pero siempre dando importancia a aquello que se creaba en ese momento en el que todos nos sentíamos parte de algo.

También me gusta estar al otro lado y desde pequeña me metía en la cocina a observar, a preguntar, incluso a veces me dejaban hacer algo, como preparar huevos pasados por agua con mi abuelo Manuel, rezando justo tres Padres Nuestros para que no se pasaran.

Esto es algo que le voy a transmitir a Carmen, de hecho, como me encanta cocinar y cada día invento una receta nueva, he decidido escribirlas en un cuaderno para que de mayor ella las tenga.

Espero haber sabido transmitir todas esas maravillosas sensaciones y convenceros de que hay cosas que no podemos perder.

¡Besos a todas y buena semana!
Esta echa el cierre a los anolís y monta una empresa de cátering. Citadme si acierto.
 
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