Hijos bastardos de los Borbones a través de la historia

No sé por qué pero no pude copiar el link abierto. Agradecería que alguna persona lo hiciera por mi . Me gustaron las fotos, me pareció interesante. Gracias de antemano.
 
Tampoco los hijos de Isabel II (borbona ella) eran hijos de su marido, su primo Francisco de Asis de Borbon. Los de MAria Luisa de Parma (consorte de Carlos IV) eran, en su mayoria hijos del valido Godoy. Los de Isabel eran de distintos padres. Pero como las madres eran borbonas, e Isabel era la reina, se considera que todos son borbies.
Los hijos naturales mas interesantes, creo, son los de Alfonso XII, que chantajearon con sus cartas a la Regente Maria Cristina y consiguieron una buena tajada de plata y los de Alfonso XII, que con ADN de por medio, Leandro demostro seer borbie.
No estaria mal apostar a un bastardo habida cuenta que los que se dicen legitimos no sirven ni pa espiar.
 
¿Y entonces los que tenemos ahora cómo se apellidarían realmente? Esta tropa es de traca

antes vete tu a saber, con tanto lio de camas como se traen, pero desde Isabel II su apellido es puigmolto
-esto es: Alfonso XII, AlfonsoXIII, Juan, JuanCarlos I, Felipe VI y Leonor son Puigmolto,

Isabel II ya no era borbon (no existian desde Carlos IV) y su hijo no lo era de su marido, Francisco De Borbon (Paquita), asi que AXII no es borbon ni por parte de madre ni por su padre,
y de AXII al resto de sus descendientes, esto es AXIII, Juan, JCI, FVI

El nacimiento escandaloso de Alfonso XII
25 / 01 / 2008 0:00

Si Isabel II daba a luz un niño, se evitaba una guerra carlista. ¿Qué importaba entonces quién fuera el padre?

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Tres guerras civiles brutales hubo en el XIX porque Fernando VII no tuvo un heredero varón. Por eso, cuando el cañón disparó 21 salvas en la noche del 28 de noviembre de 1857, anunciando que Isabel II había dado a luz un príncipe, Madrid se volvió loco de alegría.

Los teatros interrumpieron las funciones, las orquestas rompieron a tocar la Marcha Real con el público puesto en pie, aplaudiendo a rabiar, y los noctámbulos que llenaban los cafés se echaron a las calles a celebrarlo. Entre el jolgorio y los petardos se oían de todas maneras unos vítores extravagantes, muestras del sarcasmo popular: “¡Ha nacido el Puigmoltejo!”

El mote no era caprichoso. Quería decir que la gente no consideraba al recién nacido príncipe de Asturias hijo del rey consorte, don Francisco de Asís, sino de un gallardo militar, Enrique Puigmoltó, cuya convivencia con la reina había dado lugar a todo un vodevil político durante el embarazo. Pero si ese recién nacido evitaba otra guerra carlista, ¿qué importaba quién fuera el padre?

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Rumores

Isabel II tuvo nueve hijos. Su esposo y doblemente primo, Francisco de Asís, parece que no tuvo ninguno, estorbado por una legión de amantes: Serrano, el General Bonito; el marqués de Bedmar; el Pollo Arana; Puigmoltó; Miguel Tenorio; el aventurero Marfori, etcétera.

Quizá fuera lo mejor, pues la consanguinidad en aquel matrimonio real había llegado a un grado demencial. Los apellidos legales de los hijos de Isabel y Francisco de Asís eran Borbón y Borbón y Borbón... ocho veces seguidas.

El primer parto de Isabel II dio ya lugar a un escándalo. Nació un niño varón, pero muerto inmediatamente. El duque de Valencia se encargó de lo que debería haber hecho el rey, exponer el recién nacido al reconocimiento de la corte. En bandeja de oro, sobre un cojín de seda, pusieron el cuerpo desnudo del bebé, cubierto con una tela que el ministro de Gracia y Justicia levantaba ante el desfile de grandes de España, miembros del gobierno y del cuerpo diplomático.

Dos días después, la Gaceta de Madrid, periódico oficial de la corte, publicó un comunicado pintorescamente titulado Parte no oficial, firmado por el mayordomo mayor de S.M.. Era un desmentido de algo que no se nombraba, algo que afectaba a Francisco de Asís, una invención “de los hechos más absurdos”... Pero no se decían qué hechos.

El embajador francés daba, sin embargo, la clave en un informe enviado a París. Don Francisco de Asís había mandado sacar un molde de cera de la cara del cadáver, y encargó a Madrazo pintar un retrato del bebé muerto, porque quería buscar a quién se parecía el niño, ya que no era suyo.

No hubo tanto misterio sobre la paternidad del siguiente nacimiento real. Isabel II dio por segunda vez a luz un año después, esta vez una niña a la que llamaron también Isabel y que fue inmediatamente proclamada princesa de Asturias. Al fin un heredero, aunque fuera mujer. Sin embargo, nueve grandes de España se excusaron de asistir al bautizo, como era reglamentario. Unos decían sufrir un ataque de gota, otros que no tenían uniforme apropiado...

En realidad era un desplante de la Grandeza en protesta al escándalo en que vivía la reina, sin tapujos liada con el famoso Pollo Arana, un noble, guapo y valiente oficial que había ganado la Cruz de San Fernando jugándose la vida en la revolución del 48, y el amor de la reina en los bailes íntimos que tanto le gustaban a Isabel II. La nueva princesa de Asturias pasaría por tanto a la Historia con el sobrenombre de la Araneja.

El tercer parto de Isabel II fue otra niña que sólo vivió tres días, pero a finales del verano de hace siglo y medio se anunció un nuevo embarazo. Y embarazosa resultaba la situación, puesto que el rey consorte se había ido a vivir al Pardo, mientras que la reina mantenía abiertamente una relación con el que todos llamaban el Favorito, Enrique Puigmoltó, a quien Isabel II había nombrado vizconde de Miranda para celebrar el embarazo.

Así no se podía mantener siquiera la ficción de que el niño fuera hijo de sus padres legítimos, los reyes, de manera que el Gobierno y la Iglesia decidieron intervenir. Gobernaba entonces España don Ramón Narváez, el Espadón de Loja, un general conservador cuyas maneras autoritarias temía todo el país. Tres meses antes del alumbramiento, amenazó Narváez a Isabel II con dimitir y provocar una crisis de gobierno si no desterraba de inmediato a Puigmoltó y volvía el rey a la corte, pero ella no hizo ni caso.

Sin confesión

Atacaron entonces el arzobispo de Toledo y el nuncio de Su Santidad, advirtiendo que el Papa “encontraba dificultades” en apadrinar al recién nacido “ante lo delicado de la situación”. Era una catástrofe institucional para la monarquía católica, pero a Isabel II le entró la amenaza por un oído y le salió por otro.

El último recurso era el confesor de Isabel II, el padre Claret. Tenía fama de santo y, de hecho, subiría a los altares, y la reina que, aparte de casquivana, era muy beata, le había hecho venir de Cuba para que fuese su director espiritual. El padre Claret le dio un ultimátum tremendo: mientras no se fuera Puigmoltó de palacio, no lo pisaría el cura, y por lo tanto se quedaría la reina sin confesión.

Pero Isabel II era terca y resistió más de medio año el chantaje moral. Puigmoltó vio por tanto nacer en palacio a su supuesto hijo, y solamente cuando el príncipe de Asturias había cumplido los tres meses fue trasladado a Valencia, y don Francisco de Asís volvió a Madrid para cubrir las apariencias.

Cómo preparar un parto real

Isabel II no hacía caso del nuncio, el arzobispo ni el confesor, pero recurría directamente a los santos. Era de una beatería supersticiosa y estaba obsesionada por rodearse de reliquias para favorecer el alumbramiento. Ya había acumulado catorce, incluida la mano derecha de San Juan y dos espinas de la corona de Cristo, pero para el nacimiento de Alfonso XII hizo traer de Lérida el cráneo de San Ramón Nonato y mandó a un coronel a Sitges a buscar el cristal de San Valentín. Era muy derrochona y gastó una fortuna en limosnas para propiciar el buen parto. Tampoco salió barata la canastilla del bebé. La reina se la encargó al instituto de “jóvenes descarriadas” (léase prost*tutas retiradas de la calle) de la vizcondesa de Jorbalán. La Jorbalán, que tenía fama de loca pero sería canonizada por Pío XI, mandó dos personas a París a comprar las telas, con lo que la factura se puso por las nubes.

http://www.tiempodehoy.com/cultura/historia/el-nacimiento-escandaloso-de-alfonso-xii

Amante de Isabel II
Cuando Puigmoltó inyectó sangre nueva en los Borbón
El oficial valenciano se introdujo en el linaje borbónico como amante de la reina. Se le atribuye la paternidad de Alfonso XII.

Alfonso XII, sangre nueva en los Borbón | Archivo
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Chic 2014-03-23
El árbol genealógico de los Borbón está repleto de sorpresas, giros y requiebros inesperados. No hace falta excavar demasiado en la historia extraoficial del linaje borbónico para encontrar historias apasionantes protagonizadas por invitados especiales como Enrique Puigmoltó, un militar valenciano hijo del conde de Torrefiel, a quien se le atribuye nada menos que la paternidad del rey Alfonso XII en calidad de amante secreto de la reina Isabel II.

Y con ello, de haber inyectado sangre nueva y hasta renovado -siempre de manera extraoficial, claro- buena parte del privilegiado, pero en cierto modo imperfecto, linaje real. No es ningún secreto que, desde el inicio del mismo con Enrique V, la saga ha sufrido diversos problemas de salud agravados por las relaciones consaguíneas entre sus integrantes.

Oficial rebelde amigo habituado a desobedecer órdenes -aunque afectado también de una afección herpética crónica- Puigmoltó era sin embargo mucho más gallardo que los miembros oficiales de la dinastía. Estaba al mando de la cuarta compañía en el segundo batallón cuando fue señalado por el arrojado dedo real de la muy romántica Isabel II, culminando -no sabemos si premeditadamente- una jugada maestra para el clan de aristócratas valencianos. Eso es lo que asegura el libro La otra vida de Alfonso XII, de Ricardo de la Cierva (Ed. Fénix) y la imprescidible correspondencia entre militar y Reina.

Enrique daba, en efecto, un paso adelante respecto a su padre, Rafael Puigmoltó, o más bien uno de gigante en lo que presencia en la corte se refiere. Y aunque él no acabó por quedarse en palacio (tal fue el revuelo del futuro affaire) desde luego que su legado perduraría. El primogénito Enrique superaba así al maestro: al fin y al cabo, en el pasado, el Rey Fernando VII mantuvo siempre a prudencial distancia al conde de Torrefiel, padre del militar, precisamente por sus excesivas ambiciones palaciegas. El hijo, inesperadamente, acabaría en la cama de la Reina y engendrando al príncipe de Asturias, nacido en noviembre de 1857 (aunque hay fuentes que le atribuyen un origen igualmente espurio, del hermano del Rey consorte, don Enrique de Borbón). El romance de Puigmoltó con la Reina, sin embargo, duraría varios años antes del regreso de éste a Valencia.

A espaldas del consorte Francisco de Asís de Borbón, a la sazón su primo, la reina Isabel II escogió a su nuevo y flamante amante de la manera que era habitual, es decir, entre los militares más apuestos y bien formados de su corte. Una práctica bien conocida y de postre, para nada original, en tanto la Reina se limitaba a repetir aquello que hicieron su madre María Cristina y hasta su abuela, María Luisa de Parma. En todo caso, Enrique Puigmoltó resultó el afortunado ganador del favor de la monarca, un secreto que el apuesto militar calló pero que sus cartas con la Reina divulgaron. Corría el año 1856.
Oficial y caballero, la historia del indómito Puigmoltó es sin embargo aún más colorida, y goza incluso de pasajes aventureros. Porque no sólo a base de romance y cama se forjan las grandes historias. En 1856, año antes del nacimiento del heredero y siempre al servicio de su majestad, el militar tuvo que sacar su espada por la reina, pero esta vez para defenderla. El Real Palacio estaba amenazado cuando Espartero abandonó el poder y se sucedió la sublevación, y ahí estuvo el honorable Puigmoltó para luchar en nombre del país.

Pero tras el combate y el engendrar al Rey, que de todas formas resultaría poco duradero (Alfonso XII murió a los 27 víctima de tuberculosis) llegó el descanso del guerrero. Y la recompensa. Tras la concesión de un título nobiliario, el de vizconde de Miranda, y la Gran Cruz de San Fernando de primera clase (reconocimientos en la línea de los realizados a otros amantes de la Reina) Puigmoltó se alejó de Madrid hacia su nativa Valencia, comenzando allí una meteórica carrera política que le llevó de diputado a brigadier, y obteniendo todo tipo de condecoraciones y recompensas amorosas, entre ellas varias medallas y hasta un matrimonio. Nueve años antes de morir en 1900, recibió la última de las preseas que llenaban su currículum, la Cruz de San Hermenegildo.

- Seguir leyendo: http://www.libertaddigital.com/chic...nyecto-sangre-nueva-en-los-borbon-1276513796/
http://www.libertaddigital.com/chic...nyecto-sangre-nueva-en-los-borbon-1276513796/
 
http://www.atlantico.net/opinion/mi...rabuelo-vergonzante/20140301104958405397.html

El tatarabuelo vergonzante
01/03/2014 TEMAS tatarabuelo vergonzante


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Juan Carlos Puigmoltó dos Sicilias (al apellido Dos Sicilias se le antepuso posteriormente Borbón), conocido por Juan Carlos I, de Borbón y Borbón, tuvo como tatarabuela una ninfómana que parió 9 hijos, ninguno de su marido, hija de Fernando VII, el mayor canalla de la casa de Borbón, que ya es decir, conocida como Isabel II. Como tatarabuelo oficial a su primo Francisco de Asis de Borbón “Paquita”, un homosexual (antes mariconazo, según el pueblo) de tomo y lomo, amante de usar camisones plagados de puntillas y como tatarabuelo genético al teniente de ingenieros Enrique Puigmoltó y Mayans.

El tatarabuelo vergonzante, oriundo de Onteniente, conde de Torrefiel (por herencia) y Vizconde de Miranda (por los servicios prestados a la reina) era un personaje bravucón y pendenciero que en la Corte, al igual que muchos otros antes y después, alcanzó el favor de la reina, quien de anteriores amantes solo había concebido niñas, y que del apuesto militar parió finalmente un niño, que posteriormente sería conocido como Alfonso XII, evitando con ello una nueva guerra carlista que pudiera poner fin al trono que anteriormente había usurpado a su tio, Carlos María Isidro.
Entre la legión de amantes de la oronda reina, tatarabuela del actual Piugmoltó, se encontraban personajes harto conocidos en la época, como Serrano (el general bonito), el marqués de Bedmar, el pollo Arana, Miguel Tenorio, el aventurero Marfori, el tatarabuelo vergonzante y algunos de menor, e incluso mucho menor alcurnia.

Entre Isabel y Francisco de Asís oficialmente cosechaban 8 apellidos Borbón seguidos, por lo que el grado de furor uterino de la reina, parecía mas bien una bendición en cuanto a la mejora de la raza.

El primer hijo de Isabel, que nació muerto, produjo en “Paquita” tal mosqueo, que mandó sacar un molde de cera de la cara del cadáver y encargó al pintor Madrazo pintar un retrato del bebe muerto, porque quería buscar a quien se parecía al niño, ya que aseguraba no ser suyo. El segundo hijo de la reina, una niña habida de sus relaciones con “el pollo Arana”, un noble guapo y valiente, era ya conocida como la Araneja.
Finalmente el tercero fue varón, habido del tatarabuelo vergonzante, a quien en agradecimiento por los servicios prestados, la reina concedió el título de vizconde de Miranda. Considerando que el escándalo era ya mayúsculo, pues “Paquita” vivía con su amante alejado de la Corte, Gobierno e Iglesia decidieron intervenir. Narváez amenazó a la reina con dimitir y provocar una crisis de gobierno sino desterraba inmediatamente a Puigmoltó y volvía el rey a la Corte. La Iglesia, por su parte, a través del obispo de Toledo y nuncio de Su Santidad, amenazaba con no apadrinar al recién nacido. El confesor de la reina, el padre Claret le amenazó con no pisar palacio y dejar de ser su confesor, sino expulsaba a Puigmoltó.
En contra de lo esperado y por sus santos bemoles, Isabel se pasaba las amenazas por su concurrido moño, pues a chula no le ganaba nadie, de manera que el tatarabuelo vergonzante solo salió de palacio cuando el nene Alfonso cumplía ya tres meses, momento en el que Isabel empezaba a ver con buenos ojos al siguiente.
Lo gracioso de las amenazas fue la decisión de la reina de acudir, ante el vacío de la Iglesia, directamente a los santos, rodeándose de reliquias para favorecer el alumbramiento, hasta acumular catorce, incluida la mano derecha de San Juan y dos espinas de la corona de Cristo, el cráneo de San Ramón Nonato y el cristal de San Valentín, gastando una fortuna en limosnas para propiciar el buen parto del esperado varón que diera continuidad a la Corona.
Por la gracia de Dios, la insistencia de Isabel, los genes de Puigmoltó y la pasividad de “Paquita”, la Corona estaba salvada. ¡Aleluya! Un nuevo rey con el nombre de Alfonso XII iba a perpetuar la saga borbónica (“hijo mio, de Borbón solo tienes mi sangre”), una saga que desde 1700 ha hecho perder a España todas sus posesiones y se ha caracterizado, en general, por su enorme debilidad ante el s*x*, el dinero, la palabra y la cultura.
Afortunadamente para España, Felipe VI, un rey que su origen borbónico mas cercano es el de su abuela paterna, y que tiene mucho mas de Scheleswig-Holstein, por parte de madre que de otra cosa, dará a nuestro país el, teórico Borbón, mas preparado de toda su historia, un rey del que no habrá que avergonzarse, al menos de momento, y cuya labor esta pidiendo a gritos el relevo, por el bien y el prestigio de España.
 
Hay algun retrato de Puigmoltó que podamos ver? Porque a la reina no se lo ve nada parecido. La que era igual a ella era la Chata.
 
Afortunadamente para España, Felipe VI, un rey que su origen borbónico mas cercano es el de su abuela paterna, y que tiene mucho mas de Scheleswig-Holstein, por parte de madre que de otra cosa, dará a nuestro país el, teórico Borbón, mas preparado de toda su historia, un rey del que no habrá que avergonzarse, al menos de momento, y cuya labor esta pidiendo a gritos el relevo, por el bien y el prestigio de España.
Flip puede tener como trastatarabuelos a los Puig Molto y Borbon, pero la abuela paterna desciende de una hija de Carlos el cuarto con la reina Mª Luisa de Borbón Parma,( la que dijo que se había acabado la dinastía porque ninguno de sus hijos era de su marido, cuando ella misma era nieta de Felipe V y por lo tanto Borbon tambien por herencia paterna).
Al final la dinastía no la dan ellos sino ellas, en concreto la reina Mª Luisa, y el apellido sale por todos sitios. Se casaban primos con primos, tio con sobrina, al final todos borbones...si hubo un Puig Moltó, o un Godoy por el medio fue renovación de sangre.
Al final vamos a tener que dar las gracias a LO por renovar la dinastía.
 
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