Gobierno Joe Biden

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y John Kerry, en 2013.REUTERS

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Actualizado Lunes, 23 noviembre 2020 - 22:06
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Uno de los trabajos más arduos de las instituciones en Washington en la presidencia de Donald Trump ha sido tener actualizadas sus bases de datos dado el tremendo trasiego de figuras en la actual presidencia. No es una exageración. Con el actual presidente, ha habido cinco secretarios de Defensa, incluyendo uno -Mark Esper- que ha ocupado el cargo dos veces. Trump también lleva cinco secretarios de Seguridad Interior, y cuatro jefes de gabinete.
A eso se han sumado las interinidades permanentes. El Departamento de Seguridad Interior, por ejemplo, lleva con un secretario en funciones -es decir, sin confirmar por el Senado, pese a que los republicanos tienen la mayoría en esa cámara- desde hace la friolera de 19 meses. La semana pasada, la Justicia tumbó la decisión del Gobierno de Trump de expulsar a casi un millón de inmigrantes ilegales que habían llegado a EEUU siendo niños alegando que, precisamente, un secretario de Seguridad Interior en funciones no podía tomar esa medida.
El presidente electo, Joe Biden, ha apostado por lo contrario, y crear un equipo de personalidades con experiencia en la Administración Pública, aunque con mucha presencia de minorías y mujeres. Eso ya quedó de manifiesto con el nombramiento de su jefe de gabinete, Ron Klein, la semana pasada, y ha continuado hoy con una serie de anuncios que revelan que prácticamente todo el equipo de seguridad y política exterior del futuro presidente está en manos de gente que ocupó esos mismos puestos, pero un escalón más abajo, con Obama, y que empezó su actividad en la Administración con Bill Clinton hace un cuarto de siglo. Mejorado lo presente, casi todos están casados con otros ex altos cargos, así que Washington se va a llenar -todavía más- de lo que en la capital estadounidense se llama 'power couples', o sea, 'parejas del poder'.
Eso explica el nombramiento como consejera nacional se Inteligencia de Avril Heines, que será la primera mujer que dirija a las 17 agencias de espionaje de EEUU, y que ya fue con Obama la 'número dos' de ese departamento. También el de la ex diplomática afroamericana Linda Thomas-Greenfield, quien ya tuvo cargos de relevancia en el Departamento de Estado con Obama y que ahora trabajaba en Albright Stonebridge, una de las consultoras más influyentes de Washington, que dirigen los secretarios de Estado con Bill Clinton, Madeleine Albright, y de Comercio con George W. Bush, Carlos Gutierrez.

Paradójicamente, Susan Rice -la mujer, afroamericana y, posiblemente, con más experiencia del equipo de Biden- se está quedando, contra todo pronóstico, sin cargo. Después de haber sido embajadora en la ONU y consejera de Seguridad Nacional, Rice ha perdido el puesto de secretaria de Estado al que aspiraba a manos de su 'número dos' en el Consejo de Seguridad Nacional, Tony Blinken, que fue viceconsejero de Seguridad Nacional con Obama. Blinken es un atlantista y europeísta, bilingüe en francés e inglés, cuya presencia al frente de la diplomacia de EEUU no va a agradar a Rusia, a quien defendió la imposición de sanciones por su anexión de Crimea en 2014.

El hecho de que Heines sucediera a Blinken en el Consejo de Seguridad Nacional sugiere una buena coordinación con el equipo de política exterior de Biden. Lo mismo cabe decir de que su actual socia en la empresa privada, Michelle Fluornoy -otro ex alto cargo del Pentágono con Obama- sea, de lejos, la principal candidata al cargo de secretario de Defensa, el puesto con más influencia en la acción exterior de EEUU. De lograr el cargo, Fluornoy, que, también es bilingüe en francés, sería la primera mujer en la Historia al frente del Pentágono. Finalmente, la pata de la política exterior queda completada con Jake Sullivan, otro ex alto cargo del Consejo Nacional de Seguridad de Obama, como director de ese organismo, poco presente en los medios de comunicación pero que tiene una influencia inmensa sobre el presidente.

Blinken, Sullivan, Heines, Thomas-Greenfield y, tal vez, Fluornoy, prefiguran un equipo de política exterior muy multilateralista y deseoso de reactivar el tratado nuclear con Irán en cuya negociación Sullivan jugó un papel central, pero también más intervencionista que el del actual presidente. Blinken encabezó las sanciones económicas a Rusia en 2014 por la invasión de Ucrania por ese país, y Sullivan y Fluornoy defendieron la intervención de la OTAN en Libia y de EEUU y sus aliados en Siria.

EL FLANCO IDEOLÓGICO, A DESCUBIERTO​

Pero esos nombramientos dejan un flanco abierto para Biden: el ideológico. El presidente electo necesita a personalidades relevantes de la izquierda para contentar al ala 'zurda' de su partido, que tiene al senador Bernie Sanders como 'santo patrón' y, sobre todo, a la representante AlexandrIa Ocasio-Cortez como 'futura lideresa' en un estado de campaña electoral permanente en redes sociales que recuerda a Donald Trump. Ahí, el presidente electo lo tiene más difícil. Por su experiencia, edad y talante, Biden tiende al centro.

Lo más probable es que la izquierda se quede con cargos de segunda fila y con las medidas simbólicas, pero no de acción política. Pero aun así ha dado un volantazo a la izquierda al nombrar enviado especial para Cambio Climático al ex secretario de Estado y ex candidato a la presidencia John Kerry. Con el movimiento, Biden pone a un hombre de su confianza, generación e ideología en un puesto nuevo que es de suma importancia para el ala izquierda del partido.

Biden también planea dar a los hispanos un puesto relevante, al proponer al cubano-americano Alejandro Mayorkas ('Ali', para los amigos), como secretario de Seguridad Interior, un departamento del que ya había sido 'número dos'. Mayorkas es otro centrista y, además, será el primer hispano que ocupará ese cargo, lo que implica indirectamente que va a ser el miembro de esa comunidad con un cargo político de más poder en la Historia de EEUU. Es cierto que Tom Perez había sido secretario de Trabajo con Obama. Pero la influencia del Departamento de Seguridad Interior, que fue creado tras los atentados del 11-S, es muchísimo mayor.

La política ha sido ingrata para Lael Brainard. Seis años en la Reserva Federal cultivado cuidadosamente su imagen pública, y en un terreno de la máxima responsabilidad como es la supervisión bancaria no le han otorgado el que ha sido su mayor objetivo: la Secretaría del Tesoro. En su lugar, ese puesto ha ido a Janet Yellen, que ya fue presenta de la Reserva Federal de 2014 a 2018, hasta que Donald Trump, alegando que quería dejar su impronta, decidió no darle un segundo mandato al frente del banco central, como es tradicional en EEUU.

Yellen, que fue la primera mujer al frente de la 'Fed', pasa así a ser la primera secretaria del Tesoro de la Historia de Estados Unidos. Esposa del Nobel de Economía y padre de la economía conductista George Akerloff, Yellen es, al igual que Brainard, una persona de centro que no debería tener problemas en ser ratificada en su cargo por la oposición republicana del Senado, algo que comparte con Brainard y con todos los demás nominados a puestos del gabinete. Aunque ha sido calificada de 'keynesiana', en realidad su única línea política es el pragmatismo.

Con la propuesta de Yellen, quedan pocos cargos de primera línea vacantes en el futuro gabinete de Joe Biden. Aparte de la 'precandidatura' de Flournoy para el Pentágono, queda es el puesto de secretario de Comercio, que podría ir a la republicana - aunque en 2016 apoyó a Hillary Clinton y en 2020 a Biden - Meg Whitnman, ex presidenta y consejera delegada de los gigantes de internet eBay y de la informática Hewlett-Packard, que acaba de sufrir el mayor fracaso de su carrera empresarial con el cierre de Quibi, una plataforma de streaming financiada por el ex-Disney Jeffrey Katzenberg.

El futuro gabinete de Biden queda, así pues, en manos de personas - sobre todo mujeres - con una inmensa experiencia en la Administración. Es una diferencia considerable en relación al equipo de Donald Trump, que trató, sin éxito, de recurrir a personas sin experiencia política. Así es como el presidente y consejero delegado del gigante del petróleo Exxon, Rex Tillerson, ha sido sustituido al frente del Departamento de Estado por el ex director d ela CIA y ex congresista por Kansas Mike Pompeo. La panoplia de generales (Jim Mattis, Mike Flynn, H.R. McMaster, John Kelly) colocada en puestos de seguridad y defensa está fuera del Gobierno, frecuentemente tras haberse ido dando un portazo.

Al final, el gabinete de Trump ha quedado en manos de políticos o de personas con experiencia en la Administración Pública. Hay algunas excepciones, como las de los financieros de Wall Street Wilbur Ross y Steve Mnuchin en Comercio y Tesoro, respectivamente, el directivo de la farmacéutica Eli Lilly Alex Azar en Sanidad, o la donante republicana Betsy DeVos - hermana del fundador de la famosa empresa de mercenario Blackwater, Eric Prince - en Educación. Pero eso es normal. Desde 1995, por ejemplo, el cargo de secretario del Tesoro está en manos de ex directivos de Wall Street de manera ininterrumpida, con la sola excepción del periodo 2009-2013, en que lo dirigió Tim Geithner... hasta que se fue a Wall Street.
 
M alegro que escogiera mujeres competentes y capacitadas para integrar su gabinete. Por cierto, el nombramiento como consejera nacional se Inteligencia de Avril Heines, que será la primera mujer que dirija a las 17 agencias de espionaje de Estados Unidos tiene un currículo interesantísimo, Otro que tiene un currículo interesante es Tony Blinken que fue nombrado al Consejo de Seguridad Nacional.
 
No puedo colgar el artículo completo.No sé si le pasa algo a la página.

Veinte días después de perder las elecciones, el presidente Donald Trump ha dado luz verde a su Administración para proceder con la transición de poder. No ha reconocido su derrota. Pero, después de que la Administración de Servicios Generales (GSA, por sus siglas en inglés) asegurara que Joe Bidenes el “aparente ganador” de las elecciones, despejando el camino para el relevo, el presidente ha seguido el consejo de los asesores que le pedían que lo hiciera antes de Acción de Gracias y ha recomendado a su equipo, a través de Twitter, que hagan “lo necesario” en relación con “los protocolos iniciales”. “Es lo mejor para el interés de nuestro país”, ha asegurado.

“Nuestra causa continúa fuertemente, seguiremos luchando, y creo que prevaleceremos. Sin embargo, en el interés de nuestro país, recomiendo que Emily [Murphy, administradora de la GSA] y su equipo hagan lo que haya que hacer en relación con los protocolos iniciales, y he dicho a mi equipo que haga lo mismo”, ha tuiteado el presidente este lunes por la tarde. El índice Nikei de la Bolsa de Tokio ha reaccionado con subidas tras conocerse la noticia.


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El equipo de transición del presidente electo ha asegurado que en los próximos días iniciará una ronda de reuniones con funcionarios federales, “para discutir la respuesta a la pandemia y tener información detallada” sobre los intereses estadounidenses “de seguridad nacional, además de alcanzar una plena comprensión acerca de los intentos de la Administración de Trump de vaciar las agencias gubernamentales”, ha anunciado el responsable del equipo, Yohannes Abraham.
En los últimos días, se había redoblado la presión sobre Trump para que diese vía libre a la transición de poder, un proceso reglado por ley que permite a la Administración entrante reunirse con la saliente, ponerse al día de los asuntos importantes y hasta contar con medios materiales para hacerlo, entre ellos, un total de seis millones de dólares (algo más de cinco millones de euros), además de tener acceso a informes de inteligencia. Senadores y otras figuras del Partido Republicano, un centenar de expertos en seguridad nacional y más de 160 líderes empresariales le han pedido al presidente que desbloqueara un proceso destinado a evitar sobresaltos en el cambio de un Ejecutivo a otro.

La GSA, a través de su responsable, Emily Murphy, había enviado una carta este mismo lunes al equipo del presidente electo Joe Biden en la que les anuncia que están listos para iniciar el proceso formal de transición presidencial. “Me tomo en serio este papel y, por los recientes acontecimientos relacionados con desafíos legales y certificación de resultados electorales, transmito esta carta hoy para que dispongáis de esos recursos y servicios”, escribió Murphy en la carta, de una página.
La carta se envió después de que el Estado de Michigan certificara este lunes la victoria de Biden en ese Estado, donde el demócrata se impuso por 155.000 votos. Rudy Giuliani, al frente del equipo legal del presidente Trump, lleva estas dos semanas llenando la cabeza del presidente con teorías conspiratorias sobre supuestos fraudes masivos, y diciéndole que sus asesores le mienten. Pero la influencia de Giuliani quedó menguada por la contundente, si no humillante, reciente derrota judicial en Pensilvania, seguida de la certificación de su derrota en Michigan, donde el presidente centró su fracasada ofensiva destinada a que los legisladores estatales desoyeran el sentido del voto de sus ciudadanos y enviaran al colegio electoral a partidarios de Trump.
Murphy asegura en su carta que no recibió ninguna “presión directa o indirecta” por parte del Ejecutivo para retrasar su decisión, pero que sí recibió “amenazas” para tratar de obligarla a tomar su “decisión de manera prematura”. En sus tuits, el presidente Trump se refiere también a esas “amenazas y abusos” como justificación de su decisión de dar luz verde al proceso.
La certificación de la victoria de Biden en Michigan se suma a una serie de derrotas sufridas por Trump y su equipo en su cruzada por revertir el resultado de unas elecciones que el republicano perdió por un margen de seis millones de papeletas y una ventaja de 74 votos en el colegio electoral. Trump pretendía retrasar el proceso de certificación del resultado en dicho Estado, que proporciona 16 votos en el colegio electoral. La víspera, en Pensilvania, la justicia falló contra la campaña republicana que acusaba a los demócratas de fraude.
 
Hoy durante una conferencia de prensa, President-elect Joe Biden anuncio formalmente su nuevo gabinete.

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