Azul y Rosa,Jaime Peñafiel.Sábado,31 de Octubre de 2020.

La ministra de Igualdad, que no me parece tonta pero tampoco me gusta, podría aprovechar su cargo sosteniendo un feminismo racional, sin alharacas, sin comparaciones denigrantes tanto para lo masculino como para lo femenino y no me parece tonta porque aprovecha la llamada general para poner a muchas mujeres al borde de la histeria con sus anzuelos de bajo alcance pero llamativos.

Aquello de "que podamos ir borrachas sin peligro de ser atacadas", ya me dió una idea de la forma de atraer, de equiparar las actuaciones femeninas con lo más degradante del macho, sistema que nadie debiera contemplar, pero que por lo que se ve atrae.

¡Ay si Clara Campoamor, si Concepción Arenal y otras muchas levantaran la cabeza.
Lista... lista como la kk. Ascenso al poder por los mismos medios. Preguntadle a Teresa Rodriguez a que le huele el aliento.
 
Pues sí, es grave, como aquella situación en que echó manos de sus escoltas para no pasar un control de seguridad que le había tocado en aeropuerto de El Prat.

Si no tienes nada que esconder ¿A que te niegas? ¿Que escondes?

Vamos a ver......los escoltas de Rivera eran Policias Nacionales. Escoltas del Estado. Son ellos los que se negaron al control. Que se le reprocha a Rivera? Se negaron por que ellos mismos son Policias. A mi me parece totalmente logico.

Le estas buscando tres pies al gato......
 
Bueno, una mujer que dice que el uso del color rosa reprime a las mujeres no es mas tarada porque no nace dos veces.

A ver si estas dos se ocupan de los problemas reales que tienen las mujeres en España que para eso cobran un tocazo a fin de mes, no para decir estas imbecilidades
 
Las mujeres debemos dar gracias a feministas que nos precedieron (y algunos hombres) que han conseguido muchos de los derechos en igualdad que tenemos ahora.
Pero los tiempos de Clara Campoamor y de Concepción Arenal, son muy diferentes a los actuales.
Irene Montero puede gustar más o menos, pero respecto a comentarios como el que se menciona aquí: "que podamos ir borrachas sin peligro de ser atacadas", creo que fue a propósito del caso de la manada, la violación de cinco hombres a una chica, que además grabaron y robaron el móvil. La chica iba sola y bebida, como si eso fuera excusa para ellos o eximente. Después hubo unas cuantas violaciones más en manada. Las sigue habiendo.
Puede ser un comentario políticamente incorrecto, pero ¿cuántas de nosotros hemos sentido cierto temor si vamos solas, de noche (o de día) por lugares desiertos y no necesariamente borrachas.? Creo que en general, todas. Y solo por el hecho de ser mujer.
¿A cuántos hombres les ocurre?
Que en España sigue habiendo machismo, es un hecho. Por eso me parece necesario un ministerio de Igualdad.
Que a Irene Montero, igual que a Begoña, la mujer de Sánchez, se les ataca siempre, con insultos y con menosprecios, por machismo, por ideología o por odio, también es un hecho.
 
Las mujeres debemos dar gracias a feministas que nos precedieron (y algunos hombres) que han conseguido muchos de los derechos en igualdad que tenemos ahora.
Pero los tiempos de Clara Campoamor y de Concepción Arenal, son muy diferentes a los actuales.
Irene Montero puede gustar más o menos, pero respecto a comentarios como el que se menciona aquí: "que podamos ir borrachas sin peligro de ser atacadas", creo que fue a propósito del caso de la manada, la violación de cinco hombres a una chica, que además grabaron y robaron el móvil. La chica iba sola y bebida, como si eso fuera excusa para ellos o eximente. Después hubo unas cuantas violaciones más en manada. Las sigue habiendo.
Puede ser un comentario políticamente incorrecto, pero ¿cuántas de nosotros hemos sentido cierto temor si vamos solas, de noche (o de día) por lugares desiertos y no necesariamente borrachas.? Creo que en general, todas. Y solo por el hecho de ser mujer.
¿A cuántos hombres les ocurre?
Que en España sigue habiendo machismo, es un hecho. Por eso me parece necesario un ministerio de Igualdad.
Que a Irene Montero, igual que a Begoña, la mujer de Sánchez, se les ataca siempre, con insultos y con menosprecios, por machismo, por ideología o por odio, también es un hecho.
Bueno.....a mi Irene Montero me parece una inepta, y Begoña la mujer de Sanchez, me parece una desangelada, ademas de una aprovechada a la que le pusieron un trabajo especialmente para ella por ser su marido presidente, puesto que por cierto, ni desempeña pero bien que cobra. Y no es machismo. Lo diria igual si fueran hombres. Lo digo igual del ministro Garzon, otro inutil. Y lo digo igual del intimo amigo o del hermano de Sanchez al que han "colocado" por ser amiguisimo y hermanisimo del presidentisimo.

Y por cierto.....soy mujer.

Asi que de machismo.....nada.
 
Las mujeres debemos dar gracias a feministas que nos precedieron (y algunos hombres) que han conseguido muchos de los derechos en igualdad que tenemos ahora.
Pero los tiempos de Clara Campoamor y de Concepción Arenal, son muy diferentes a los actuales.
Irene Montero puede gustar más o menos, pero respecto a comentarios como el que se menciona aquí: "que podamos ir borrachas sin peligro de ser atacadas", creo que fue a propósito del caso de la manada, la violación de cinco hombres a una chica, que además grabaron y robaron el móvil. La chica iba sola y bebida, como si eso fuera excusa para ellos o eximente. Después hubo unas cuantas violaciones más en manada. Las sigue habiendo.
Puede ser un comentario políticamente incorrecto, pero ¿cuántas de nosotros hemos sentido cierto temor si vamos solas, de noche (o de día) por lugares desiertos y no necesariamente borrachas.? Creo que en general, todas. Y solo por el hecho de ser mujer.
¿A cuántos hombres les ocurre?
Que en España sigue habiendo machismo, es un hecho. Por eso me parece necesario un ministerio de Igualdad.
Que a Irene Montero, igual que a Begoña, la mujer de Sánchez, se les ataca siempre, con insultos y con menosprecios, por machismo, por ideología o por odio, también es un hecho.

He citado a Clara Campoamor y Concepción Arenal precisamente por eso, porque los tiempos no son ni parecidos.

El siglo XIX, Concepción Arenal, tenía entre sus leyes la enorme contradicción de considerar a la mujer inferior al hombre en cuanto a sus derechos civiles mientras que la ley criminal, llegado el caso, le imponía las mismas penas que a él. Eso es machismo y del gravísimo.

La diferencia de costumbres y tiempos hacía por lo mismo más difícil intentar cambiar esos mundos, varoniles mundos en los que a la mujer se la mantenía en un segundo plano para recibir una herencia, para tomar, como madre de familia, decisiones con sus hijos, para obtener un trabajo que ayudara al mantenimiento de la familia, para hacer determinadas carreras, más bien mayoría de carreras, etc. Imposible la comparación.

Recurrir a un fallo masculino, borrachera, para igualarse es denigrante, rebajante y hasta deprimente para las mujeres. No se trata de lo políticamente correcto o no, se trata de convencer desde una posición que no tenga que mencionar un fallo, vicio o como se quiera llamar, para igualar a ambos sexos, porque mira que no hay situaciones en las que lo más desechable no sea protagonista de ellas. Irene Montero está en el Poder, con mayúscula, por lo que el lenguaje debiera tenerlo más sujeto a las realidades que suponen la verdadera defensa de lo femenino, no igualar a las mujeres por el lado de lo deslenguado, tomando como base la igualdad dentro de una lacra, con lo que no las hace tan dignas como sería de esperar.

Busca el público fácil, a ese público que con cuatro algaradas se somete a lo más llamativo aunque sea burdo, tosco, buscando solo el grito general de aprobación y vulnerando, de paso, las auténticas reglas de respeto entre sí que todas debiéramos tener.

Lenguaje adecuado como congresistas lo tienen pocos, desde luego, porque es un arte, la del convencimiento por medio de la palabra que, por ejemplo, pronunciaba Clara Campoamor, en tiempos mucho más difíciles para esta causa que tan excelentemente supo conseguir.

Y, ya de paso, jamás he atacado a la Montero ni a la mujer de Sanchez con insultos y demás, precisamente es lo que detesto porque, entre otras cosas, me parece de una pobreza y de una flojedad enormes.
La palabra tiene muchas salidas gloriosas, convincentes si es bien utilizada.

Lo dicho, para mi el feminismo de la Montero necesita un buen repaso y una contención temperamental. Hay material para ello.
 
Bueno, una mujer que dice que el uso del color rosa reprime a las mujeres no es mas tarada porque no nace dos veces.

A ver si estas dos se ocupan de los problemas reales que tienen las mujeres en España que para eso cobran un tocazo a fin de mes, no para decir estas imbecilidades
Cono que una no se pueda poner lo que le de la real gana...!
 
He citado a Clara Campoamor y Concepción Arenal precisamente por eso, porque los tiempos no son ni parecidos.

El siglo XIX, Concepción Arenal, tenía entre sus leyes la enorme contradicción de considerar a la mujer inferior al hombre en cuanto a sus derechos civiles mientras que la ley criminal, llegado el caso, le imponía las mismas penas que a él. Eso es machismo y del gravísimo.

La diferencia de costumbres y tiempos hacía por lo mismo más difícil intentar cambiar esos mundos, varoniles mundos en los que a la mujer se la mantenía en un segundo plano para recibir una herencia, para tomar, como madre de familia, decisiones con sus hijos, para obtener un trabajo que ayudara al mantenimiento de la familia, para hacer determinadas carreras, más bien mayoría de carreras, etc. Imposible la comparación.

Recurrir a un fallo masculino, borrachera, para igualarse es denigrante, rebajante y hasta deprimente para las mujeres. No se trata de lo políticamente correcto o no, se trata de convencer desde una posición que no tenga que mencionar un fallo, vicio o como se quiera llamar, para igualar a ambos sexos, porque mira que no hay situaciones en las que lo más desechable no sea protagonista de ellas. Irene Montero está en el Poder, con mayúscula, por lo que el lenguaje debiera tenerlo más sujeto a las realidades que suponen la verdadera defensa de lo femenino, no igualar a las mujeres por el lado de lo deslenguado, tomando como base la igualdad dentro de una lacra, con lo que no las hace tan dignas como sería de esperar.

Busca el público fácil, a ese público que con cuatro algaradas se somete a lo más llamativo aunque sea burdo, tosco, buscando solo el grito general de aprobación y vulnerando, de paso, las auténticas reglas de respeto entre sí que todas debiéramos tener.

Lenguaje adecuado como congresistas lo tienen pocos, desde luego, porque es un arte, la del convencimiento por medio de la palabra que, por ejemplo, pronunciaba Clara Campoamor, en tiempos mucho más difíciles para esta causa que tan excelentemente supo conseguir.

Y, ya de paso, jamás he atacado a la Montero ni a la mujer de Sanchez con insultos y demás, precisamente es lo que detesto porque, entre otras cosas, me parece de una pobreza y de una flojedad enormes.
La palabra tiene muchas salidas gloriosas, convincentes si es bien utilizada.

Lo dicho, para mi el feminismo de la Montero necesita un buen repaso y una contención temperamental. Hay material para ello.
Me ha gustado mucho!
 
He citado a Clara Campoamor y Concepción Arenal precisamente por eso, porque los tiempos no son ni parecidos.

El siglo XIX, Concepción Arenal, tenía entre sus leyes la enorme contradicción de considerar a la mujer inferior al hombre en cuanto a sus derechos civiles mientras que la ley criminal, llegado el caso, le imponía las mismas penas que a él. Eso es machismo y del gravísimo.

La diferencia de costumbres y tiempos hacía por lo mismo más difícil intentar cambiar esos mundos, varoniles mundos en los que a la mujer se la mantenía en un segundo plano para recibir una herencia, para tomar, como madre de familia, decisiones con sus hijos, para obtener un trabajo que ayudara al mantenimiento de la familia, para hacer determinadas carreras, más bien mayoría de carreras, etc. Imposible la comparación.

Recurrir a un fallo masculino, borrachera, para igualarse es denigrante, rebajante y hasta deprimente para las mujeres. No se trata de lo políticamente correcto o no, se trata de convencer desde una posición que no tenga que mencionar un fallo, vicio o como se quiera llamar, para igualar a ambos sexos, porque mira que no hay situaciones en las que lo más desechable no sea protagonista de ellas. Irene Montero está en el Poder, con mayúscula, por lo que el lenguaje debiera tenerlo más sujeto a las realidades que suponen la verdadera defensa de lo femenino, no igualar a las mujeres por el lado de lo deslenguado, tomando como base la igualdad dentro de una lacra, con lo que no las hace tan dignas como sería de esperar.

Busca el público fácil, a ese público que con cuatro algaradas se somete a lo más llamativo aunque sea burdo, tosco, buscando solo el grito general de aprobación y vulnerando, de paso, las auténticas reglas de respeto entre sí que todas debiéramos tener.

Lenguaje adecuado como congresistas lo tienen pocos, desde luego, porque es un arte, la del convencimiento por medio de la palabra que, por ejemplo, pronunciaba Clara Campoamor, en tiempos mucho más difíciles para esta causa que tan excelentemente supo conseguir.

Y, ya de paso, jamás he atacado a la Montero ni a la mujer de Sanchez con insultos y demás, precisamente es lo que detesto porque, entre otras cosas, me parece de una pobreza y de una flojedad enormes.
La palabra tiene muchas salidas gloriosas, convincentes si es bien utilizada.

Lo dicho, para mi el feminismo de la Montero necesita un buen repaso y una contención temperamental. Hay material para ello.
Pues yo creo que más repaso necesita el machismo.
Los maltratadores, violadores y demás especímenes que abundan en este país.
Y políticos peores que ella, abundan a patadas.
 

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