El rey que no amaba a la monarquía

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El rey que no amaba a la monarquía

Con su soberbia, sus inclinaciones derechistas y sus ataques al Gobierno, Felipe VI está haciendo más que nadie para acabar con la institución que representa

Joaquín Urías 24/09/2020

<p>Felipe VI.</p>

Jurídicamente, el rey es un no-poder. No tiene voluntad propia, más allá de la gestión de su casa y su patrimonio. Políticamente su única función es dejarse hacer. En nuestra norma suprema tiene un estatus de símbolo; parecido al de la bandera. Su papel público no es muy diferente al de una imagen de madera que se paseara para invocar a la lluvia o agradecer el final de un terremoto. Eso es lo que dice la Constitución.

Sociológicamente, sin embargo, el rey es la conexión con los poderes fácticos que controlaban el país a finales del franquismo. Al rey se le mete en la Constitución como garantía de continuidad que tranquiliza a los poderes económicos tanto como a la Iglesia o el Ejército. En el proceso constituyente, esos poderes lucharon por otorgarle unas facultades de mediación que le hubieran permitido tener control sobre el Gobierno y el Parlamento. Afortunadamente, se impuso la razón y en el texto final de la Constitución aparece desprovisto absolutamente de cualquier facultad de decisión. Sin embargo, la carga simbólica como representante de la constitución material del país nunca la pierde.

¿Tenemos ya un sistema político lo bastante fuerte como para que las normas jurídicas se impongan por encima de los poderes fácticos? Las acciones del monarca son siempre un buen termómetro de ello.

En octubre de 2017 el rey Felipe tuvo la intervención más desafortunada de todo su reinado. Presionado por esos poderes fácticos impuso su voluntad a la del Gobierno de Rajoy y forzó un discurso belicoso en el que se presentaba sólo como el monarca de quienes no votan al independentismo.

No se sabe si ese día decidió que ya se había quitado la careta o, tras aquello, las presiones de “los suyos” han ido en aumento, pero lo cierto es que desde entonces los actos del rey parecen guiados por una voluntad irredenta de acabar con la monarquía.

La pésima gestión de los escándalos de corrupción del rey honorario
, ahora huido en el golfo Pérsico, se ha combinado con los continuos desplantes al Gobierno progresista de una Casa Real que se siente cómoda en manos de la ultraderecha. Hace poco, con ocasión del homenaje a las víctimas de la covid, no tuvo reparos en atacar al Gobierno por su homenaje civil y apostar con descaro por la ceremonia organizada por el sector más radical de la Iglesia católica.

Estos días el entorno del rey vuelve a cargar contra una decisión del Gobierno: no se ha cortado en transmitir a la opinión pública el deseo del monarca de asistir a una entrega de despachos judiciales en Cataluña a la que el Gobierno había decidido que no fuera.

Constitucionalmente, el rey no tiene más voluntad que la del gobierno democráticamente elegido en cada momento. Es el gobierno, que encarna la voluntad popular, quien tiene la facultad de dirigir políticamente a la sociedad. Solamente el gobierno salido de las urnas puede valorar la oportunidad o no de la presencia del rey en uno u otro acto. Para garantizarlo, la Constitución establece en su artículo 56 la nulidad de cualquier acto del rey que no cuente con el refrendo gubernamental.

Felipe VI parece que no está contento con este sometimiento a los poderes democráticos electos. Maniobra con descaro en apoyo de las tesis más conservadoras minando deliberadamente la autoridad del Gobierno.

En una actuación inédita en cualquier monarquía parlamentaria, el propio monarca ha azuzado a la judicatura y la derecha política contra el Gobierno. Reivindica con ellos que su papel está en Cataluña, apoyando a un poder judicial cada vez menos imparcial en su lucha contra el independentismo. Así, nuevamente, quiere imponer su posición política conservadora sobre las decisiones del Gobierno progresista.

Es absurdo pensar que nadie haya advertido al monarca de los peligros para su institución que conlleva este desafío. Al confrontar al Gobierno, Felipe VI no sólo se echa en manos de la España más reaccionaria, sino que rompe brutalmente con el papel constitucional del rey. Si lo hace es porque está convencido de que ya se ha roto la baraja. La única explicación lógica es que actúa pensando ya en una ruptura constitucional en la que la izquierda plantee la solución republicana. Parece creer que le conviene más recabar nuevamente los apoyos del Ejército, la Iglesia, los jueces y la ultraderecha agresiva para imponer de nuevo la corona en un escenario de conflicto. Así que se salta las reglas del juego.

Se equivoca. La monarquía parlamentaria es un sistema democráticamente aceptable, pero sólo si quien la ejerce se somete a los poderes democráticamente elegidos
. Con su soberbia, sus inclinaciones derechistas y sus ataques al Gobierno, Felipe VI está haciendo más que nadie para acabar con la monarquía. Tal vez sea un irresponsable o tal vez simplemente añore el exilio.
 
Que buena noticia que Prepa no parezca tan proclive a campechanizarse como todos sus predecesores. Ergo la apretada del rojerío

Urias ha pasado de ser Comisario Politico de en el Cosntitucional a panfletero. Eso sí es muy prolífico. Bueno, es de bien nacidos... que la catreda no le cayo por nada.
 
La agenda del jefe de estado la marca el gobierno.
La cosa irreal filtra noticias, siempre que le da la gana, guarda las noticias cuando le da la gana, y filtra noticias cuando le interesa y conviene aun sea con semanas de retraso
CGPJ de mayoria ultra, presiona y se queja publicamente cuando algo no le gusta.
Si el prepa quiere ir por libre y que no le digan cuando y a donde debe acudir , que se presente a elecciones dentro del partido que mas le guste.
 
No vale la pena buscar explicaciones por el comportamiento irracional y arrogante de Felipe, este de 'saltarse las reglas del juego' que le atribuyen, es típico de su esposa. Ella, con su astucia barata, su arrogancia y ganas de mandar, está detrás de Felipe, escribe los discursos, dicta las 'estrategias', está conduciendo a la monarquía hacia el abismo.
La monarquía terminará por demasiada estupidez de la pareja.
 
La reina atea y abortista que no hace la señal de la cruz, que vino a "reformar la monarquía", ahora busca el apoyo de la iglesia católica más radical y de los conservadores.
Aquí reside todo el descaro típico de KK.
 
La agenda del jefe de estado la marca el gobierno.
La cosa irreal filtra noticias, siempre que le da la gana, guarda las noticias cuando le da la gana, y filtra noticias cuando le interesa y conviene aun sea con semanas de retraso
CGPJ de mayoria ultra, presiona y se queja publicamente cuando algo no le gusta.
Si el prepa quiere ir por libre y que no le digan cuando y a donde debe acudir , que se presente a elecciones dentro del partido que mas le guste.


Otra alternativa es que si no le gusta su papel de florero que se largue. Dicen que el que no aguanta el calor, que se salga de la cocina.
 
La reina atea y abortista que no hace la señal de la cruz, que vino a "reformar la monarquía", ahora busca el apoyo de la iglesia católica más radical y de los conservadores.
Aquí reside todo el descaro típico de KK.

Si ese descaro que señalas no tuviese respuesta positiva, Iglesia, no lo seguiría utilizando.
 
Si ese descaro que señalas no tuviese respuesta positiva, Iglesia, no lo seguiría utilizando.
Por ahora son útiles, son dos idiotas útiles.
Pero las contradicciones en las que han caído, sin una estrategia inteligente, son insuperables y revelan toda la paradoja de una institución monárquica que ha roto ( malamente) vínculos con el pasado y con su propia identidad, pero reclama la herencia política de esta misma istitucion.
 
Por ahora son útiles, son dos idiotas útiles.
Pero las contradicciones en las que han caído, sin una estrategia inteligente, son insuperables y revelan toda la paradoja de una institución monárquica que ha roto ( malamente) vínculos con el pasado y con su propia identidad, pero reclama la herencia política de esta misma istitucion.

Como quiera y como lo califiques, pero la cuestión es que eso que llamas estrategias se les han pasado sin interrogantes o afirmaciones contundentes.

Es decir, esa paradoja que mencionas ha sido perfectamente acogida por, en el caso que he citado, nada menos que la Iglesia Católica.
 
Dejemos que esta monarquía se cargue a sí misma. Lo está haciendo muy bien.
Que estos Borbones? ni la Ortiz son inteligentes lo demuestran sus actos. No han aprendido nada de la historia de sus antepasados, ni el Juan Car, ni la Sofi, ni la Lena, ni la Cris, ni el más preparao ni la más bluff.

Tiempo al tiempo.
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