La España de Franco

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Abren una fosa achacada a la represión franquista y encuentran soldados nacionales
Existe un tópico, entre los defensores de la Ley de Memoria Histórica, según el cual España sería el segundo país del mundo con más fosas comunes del mundo, supuestamente solo sería superado por Camboya, donde el régimen criminal de Pol Pot asesinó a unos dos millones de personas. Sin embargo, la famosa lista según la cual en nuestro país habría 2.195 fosas de la represión franquista, cada vez queda más en evidencia por casos como el ocurrido en el municipio de Figuerola d’Orcau, en la provincia de Lérida.

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Allí se buscaba a víctimas de la represión franquista. Sin embargo se han encontrado 17 cuerpos “perfectamente alineados” y con los uniformes correspondientes. No son restos pertenecientes a la represión cometida en la retaguardia de ambos bandos durante la Guerra Civil. Son cuerpos de soldados que combatieron en la zona durante las ofensivas que tuvieron lugar en esa zona entre los meses de abril y mayo de 1938. Unos combates que arrojaron unos datos de mortandad de 11.000 soldados muertos pertenecientes al bando republicano y 3.500 del bando nacional. En este caso, la mayoría de los cuerpos pertenecen a las divisiones 63, 150 y 152 del Ejército Nacional.


Las víctimas de estos enfrentamientos eran enterrados en las zonas próximas al área de combate. Eso explica la mayoría de las fosas comunes señaladas en el controvertido mapa de fosas hecho público por el ministerio de Justicia. De esas 2.195 fosas, la mayoría pertenecen a miembros de los dos ejécitos muertos en los combates, aunque las asosciaciones memorialistas se empeñan en adjudicarlas a la supuesta represión franquista. La única explicación de que aparezca un número tan alto de fosas. El problema es que los denominados “memorialistas” siempre han empleado el cómputo total de fosas como si fueran obra del franquismo. Pero cada vez queda más clara su manipulación.

Como ya se viene denunciando desde diferentes medios de comunicación y por parte de investigadores, muchos de estos enterramientos han sido encontrados -y en algunos casos tapados- para que no llegase a la opinión pública que los republicanos cometieron una represión.

Las fosas que no gustan a la memoria histórica
en 2008, unas obras realizadas en el acuartelamiento de la Brigada Paracaidista de Alcalá de Henares dejaba al descubierto varios cuerpos –inicialmente se habló de al menos cinco, luego de algo más de una docena-, aunque nunca sabremos el número. La intención de esta ley era vender una idílica Segunda República que se defendió de los malvados militares que asesinaban a la población. Por eso no podían sacarse cadáveres de represaliados por el Frente Popular.

Cuando quedó claro que los cuerpos encontrados en Alcalá de Henares no pertenecían al bando republicano, es decir que eran víctimas de la represión frentepopulista, se decidió volver a tapar los cuerpos y dejarlos enterrados. Todo ello a pesar de que ya había sido encontrada la fosa, que es el paso más difícil en la recuperación de cuerpos. Pero el Gobierno de Zapatero no podía permitirse este error, y los cráneos con orifico de bala y las tibias fracturadas por la tortura y los golpes volvieron a la tierra en la que reposaban desde la Guerra Civil. Estos muertos no se merecían el entierro digno que las asociaciones de la Memoria Histórica exigen para los suyos.

Solamente un año después se vivía otra situación similar. Se buscaban víctimas pertenecientes a las Brigadas Internacionales que habían caído durante la campaña de Aragón. Los equipos forenses estaban en Rubielos de Mora (Teruel) y encontraron varias fosas con cuerpos de brigadistas. Se recuperaron 4 cuerpos en dos fosas, pero al analizarlos se descubrió que habían sido asesinados por sus compañeros en una represión interna. Se tenían localizados un total de 46 cuerpos, pero no había fondos para ellos y los 42 restantes siguen en las anónimas fosas comunes a las que les arrojaron los comunistas.


En 2010 se produjo el mayor hallazgo de una fosa común desde que se aprobó la polémica ley de Zapatero. En el municipio de Camuñas se reabrió una vieja mina abandonada en la que se sabía que los milicianos habían asesinado a cientos de “franquistas” durante la Guerra Civil. Tras retirar más de quince toneladas de escombros con las que habían intentado tapar sus crímenes, empezaron a salir los cuerpos. El cubicaje y encajonamiento de los cuerpos llevó al equipo forense a considerar que había entre 240 y 300 cuerpos. Entre ellos están documentados mujeres y niños. Pero la Ley de Memoria Histórica tampoco tenía dinero para su extracción. Y nuevamente ya se había dado el paso más complicado, el de encontrar la fosa. Una fosa que, por cierto, se conocía desde la Guerra Civil y que jamás fue abierta por el franquismo pese a saber que allí había víctimas de los suyos.

En 2012 se encontraba una nueva fosa común. Esta vez era en Villa Sana de Mena. Nuevamente sus ocupantes habían sido asesinados por comunistas, socialistas y anarquistas. En este caso se calcula que había 50 cuerpos, y nuevamente tenemos que decir que se calcula porque los cuerpos siguen en la fosa, abandonados por la ley sectaria aprobada por socialistas y ensalzada por comunistas.

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Y llegamos a 2014 con una nueva fosa común con 72 cuerpos de asesinados por los republicanos. Esta vez en Borriol (Castellón). Se buscaban los restos de dos fusilados por el franquismo, José Valls y Luis Messequer, en su lugar se encontró una fosa común con 72 cuerpos de soldados nacionales, por las características de los restos encontrados posiblemente pertenecían a la denominada “quinta del biberón”. Soldados muy jóvenes que entraron en combate al final de la Guerra Civil. Pero nuevamente se volvió a tapar la fosa y los restos no han sido exhumados, individualizados e identificados.Nuevamente pertenecían al “bando equivocado” según quienes dictaron la Ley de Memoria Histórica que dictaba quienes eran los bueno y quienes los malos en una España que volvía a ser obligada a dividirse.



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https://gaceta.es/espana/abren-fosa...dados-nacionales-22062017-1934-20170626-1037/
Ya se sabe, hay unos que eran muy buenos y los otros muy malos. Una vergüenza este gobierno
 
Memoria Democrática
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Cada vez que buscan republicanos en las fosas … vuelven a aparecer nacionales
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Desde luego, si no fuese por lo penoso, por lo tétrico y por la gravedad de los hechos de los que se trata sería para tomárselo a risa. El resumen es este: Cada vez que alguna comisión de la memoria intenta encontrar alguna fosa en la que buscar a unos pobres republicanos asesinados vilmente por los fascistas sin escrúpulos, lo que acaban apareciendo son soldados o civiles asesinados por los milicianos republicanos, ya fueren anarquistas, comunistas, o socialistas… eso si no sucede que cuando aparecen los asesinados, se acaba descubriendo que fueron victimas de «fuego amigo» ya que las luchas entre ellos estaban al orden del día.

Recientemente se hacía viral una noticia de la aparición de un grupo importante de soldados nacionales cuando se realizaba la búsqueda de dos republicanos en unas fosas comunes. Cuando decidimos dar cobertura a la noticia observamos con sorpresa que se trataba de una noticia de hace cuatro años, que por circunstancias que desconocemos y porque a veces en la red las noticias entran en caprichosos bucles ha vuelto a saltar al presente, no obstante la noticia nos sirve de pie para recordar, que no es la primera vez que hechos parecidos suceden, que el rojerío siempre ha sido capaz de ganar la batalla de la publicidad, que es la única en la que no hay que echarle ningún valor ni avanzar de frente, pero en cuanto profundizamos un poco descubrimos que por mucho que quieran maquillar la realidad, la verdad histórica, difiere notablemente de la memoria histórica, la cual es absolutamente selectiva.

Es habitual que los memorialistas hablen de las fosas dispersas por España, los muertos de las cunetas, y adjudiquen su autoría sin duda a Franco y a sus huestes, aunque a medida que estas se van encontrando y abriendo, la realidad que sin duda debe ser tozuda y como no, franquista, dice lo contrario. Se ha dado incluso las circunstancias, que cuando han pensado que el tema no iba a transcender, si los muertos lo habían sido por la represión republicana, principalmente de retaguardia… inmediatamente se procedía a cerrar nuevamente la fosa no fuese a resultar que los benditos del Frente Popular fuesen a quedarse con el culo al aire.

Y así paso cuando buscaban en terrenos de la Brigada Paracaidista de Alcalá de Henares en el 2008, se pensaba que podrían ser asesinados por los franquistas, pero de repente aparecieron del orden de doce cadáveres, y tras comprobar su procedencia y verificar que habían sido víctimas de los excesos del frentepopulismo, se volvió a echar tierra encima y se dejaron descansar, no fuera a descubrirse que alguno era el descuartizado Nin, y nos sorprendiésemos aún más del resultado obtenido.

Al año pasó algo parecido en Teruel, en la pequeña localidad de Rubielos de Mora, donde encontraron varias fosas que al parecer tenían brigadistas que habrían caído en el la campaña de Aragón. Se llegaron a recuperar 4 cuerpos, por al analizarlos se descubrió que en una represión interna fueron pasados por las armas por sus propios compañeros, se llegaron a localizar 46 cuerpos, pero dado la etiología de las muertes, y que se acabó la partida económica los otros 42 arrojados a las fosas por el comunismo siguen allí guardando el sueño de los justos.

Lo mismo ocurrió en el 2012 en Villa Sana de Mena, donde igualmente se halló una fosa con montones de ocupantes, pero… nuevamente los cadáveres habían llegado a tal estado tras pasar por las manos asesinas de comunistas socialista y anarquistas, los cuerpos eran unos cincuenta, pero siendo como fue… también siguen en la fosa.

Allí también permanecían unos trescientos asesinados lanzados a un pozo de plata de la época de los romanos, en Camuñas, provincia de Toledo, donde Franco aún sabiendo que los enterrados eran nacionales, tras colocar una placa a la entrada de la Mina, les permitió seguir con su eterno descanso.

En el año 2014 ocurrió la noticia que nuevamente ahora ha visto la luz, y es que dos republicanos que intentaban encontrar los cadáveres de sus familiares, tras marcar un sitio en el que tenían la seguridad que se encontraban porque el enterrador era familiar de uno de ellos, se llevaron la sorpresa de que por uniformes, cascos, correajes y demás pertrechos eran 72 soldados franquistas, muertos y enterrados por el bando republicano.

En Lérida en la primera gran exhumación anunciada a bombo y platillo el año pasado, en la fosa de Figuerola d´Orcau, cuando trataban de encontrar unos represaliados del franquismo, lo que encontraron fue a 17 individuos, que sin demasiadas dudas pudieron dictaminar que eran soldados muertos durante la Guerra Civil, del bando franquista. Los indicios apuntan que fueron enterrados de manera apresurada dado que han aparecido con la vestimenta, las botas puestas y, en algunos casos, con los cinturones de munición.

Vamos un éxito, si le piden a Gallardón la vieja tuneladora del metro de Madrid, descubren la perdida Atlántida.

¡ Y cuánta gente lucrándose del íntimo y legítimo dolor de familiares de republicanos a través de dirigidas subvenciones !


https://elmurodelpuebloespanol.com/...s-en-las-fosas-vuelven-a-aparecer-nacionales/
 

La mayor fosa de la represión republicana
DOS EXPERTOS QUE HAN COLABORADO con Garzón han encontrado en una mina romana de Toledo las evidencias de la que puede ser la mayor fosa común del bando nacional. Es la memoria histórica del otro bando.
Se han resistido hasta el final. Amontonados a 25 metros de profundidad y sepultados bajo 20.000 kilos de cal y arena arrojados por sus verdugos, los muertos de Camuñas, en Toledo, han tardado en aparecer. Pero lo han hecho, al fin. Después de cinco días de duro trabajo, a la una y media de ayer sábado los espeleólogos anunciaron la noticia que todos esperaban.–¡Hay huesos!Huesos. Primero un cráneo. Luego un esqueleto completo. Y después, muchos más. Un montón de cadáveres de víctimas de la represión republicana de unos dos metros de altura. Aparentemente, cientos de ellos –es probable que más–, que constituyen la prueba documental de la mayor fosa común del bando nacional encontrada tras la dictadura. Para extraerlos ha sido necesario poner en marcha una operación, de la que LA RAZÓN ha sido testigo en exclusiva, inédita hasta ahora en España. Primero, por la complejidad que supone adentrarse en busca de restos a tanta profundidad. Segundo, porque nunca hasta ahora se había introducido bajo tierra un georradar de última tecnología. Y, sobre todo, porque es la mayor operación de memoria histórica del bando nacional emprendida hasta la fecha. De llevarla a buen puerto se han encargado cuatro infatigables espeleólogos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, tres de ellos Tolosa, uno de Beasain. Vascos, vascos: de los que no se rinden. Junto a ellos, un cura con mucha memoria. Y un técnico en radares con una moral inagotable. Vivos y muertosAl igual que en tantas y tantas cunetas repletas de víctimas republicanas, de tapias de cementerios y bosques apartados en los que aún quedan muertos de la contienda del 36, en la mina de Las Cabezuelas, a medio camino entre Toledo y Ciudad Real, se esconden los desastres de la Guerra. Durante dos años y medio, los milicianos fueron arrojando al fondo del pozo –una antigua explotación romana de plata– a todos aquellos que consideraban partidarios del bando nacional. ¿Requisitos? Cualquiera: ir a misa, no levantar el puño, tener tierras o ser religioso. Las víctimas eran recogidas en todos los pueblos de la zona, transportadas en camiones y empujadas al abismo. Los más viejos del lugar sostienen incluso que eran traídas en vehículos soviéticos de las checas de Madrid. Dicen que al principio los tiraban vivos, hasta que un miliciano que empujaba a un sacerdote cayó con ellos. Para qué correr riesgos. A partir de entonces, tiro en la nuca en la boca del pozo... y el siguiente.–¡Hay huesos!El anuncio es el final de una historia que bien pudo haber terminado mal. Lo sabe Asier Izaguirre, que se ha pasado cuatro días sacando arena del fondo de la mina. Del centro de la Tierra. Palada va, palada viene. Carretilla arriba, carretilla abajo. Al salir, una palmadita en la espalda: «¡Esto es más duro que escalar el Himalaya, ¿eh?!». Veremos. Habrá tiempo para comprobarlo. Izaguirre embarca mañana lunes camino del techo del mundo, en una nueva misión del programa de televisión «Al filo de lo imposible». Será su cuarta subida a la cumbre y su novena expedición de este tipo. «¡Lo que vas a presumir tú en el campamento base con los nepalíes contando lo de la mina de Camuñas!», le tienta su compañero Tito Aguirre.¿De dónde sale tanta arena?Alpinista como él, Tito es también duro y rocoso. Del mismo Tolosa. Lleva ya unos cuantos «ochomiles» a sus espaldas, pero se desenvuelve con similar soltura a 25 metros bajo tierra. Arriba, sujeto con un arnés y sobre la lápida que recuerda a «los cristianos que dieron sus vidas víctimas de la Guerra de 1936 a 1939», Sebas sube y baja carretillas, una tras otra, pero se niega a perder la cuenta: «¿Habéis apuntado ésta última?», pregunta con insistencia. El jueves son 109. El viernes concluye con 139. ¿Pero de dónde sale tanta arena? Con la sotana llena de polvo hasta el alzacuellos y los zapatos marrón obrero, Jorge López Teulón, el postulador de la causa de los mártires de Castilla-La Mancha, se encarga de vaciar cada carro, mientras Luis Avial, el dueño de la empresa Cóndor Georradar, el moderno robot empleado en la exhumación, se afana en buscar restos metálicos con el detector. «Para que luego digan que los curas no trabajamos», bromea el sacerdote. López Teulón ha sido el gran promotor del proyecto. Es él quien ha removido Roma con Santiago para buscar la financiación necesaria que cubra los 14.400 euros de la exhumación. Avial, por su parte, se ha embarcado por amor al arte. Por una cuestión de conciencia. Mientras ellos trabajan arriba, Paco Etxeberria, el cuarto integrante de Aranzadi, da paladas al fondo del pozo junto a sus compañeros. Dicen de él que es el mejor forense antropólogo de España, y lo demuestra su currículum. Por ahora no le ha dado por subir «ochomiles», pero ha paticipado ya en la exhumación de cien de las 175 fosas de la Guerra Civil que se han abierto en España. En 99 de ellas había restos de republicanos. Sólo una, la de Villasana de Mena (Burgos), era de víctimas franquistas. Dos, con la de Camuñas.Los expertos de GarzónEtxeberria es uno de los siete expertos que eligió Baltasar Garzón para buscar víctimas de la represión franquista. Luis Avial ha participado en la apertura de 13 de las 19 fosas investigadas por el juez. Ninguno de los dos lo dudó cuando les propusieron subirse al barco. «Si se trata de vulneraciones de los Derechos Humanos, contad con nosotros», respondió el forense. Los muertos no tienen ideología.Montones de calLlevar a buen puerto la misión ha sido de lo más laborioso. Lo primero fue, el pasado martes, retirar la lápida en honor a los caídos colocada sobre la boca de la mina, al finalizar la guerra, ante la imposibilidad material de rescatar un solo cuerpo. Después de asentar los muros, tocó retirar arena. Kilos y kilos. El miércoles llegaron las primeras evidencias. Confundidas con la tierra aparecieron las primeras bolas de cal, que los republicanos arrojaron poco antes de que la región cayera en manos del bando nacional para dificultar el rescate de los cuerpos. El desesperado intento por borrar las huellas no fue más que un atajo en la Historia. «La cal destruye los tejidos blandos, pero fortalece los huesos. Es como una cápsula del tiempo», explica Avial.El primer ingrediente para el suspense llegó el viernes. Un arnés por aquí. Otro por allá. Y listo. Por primera vez se introdujo un georradar a tanta profundidad para rastrear la presencia de restos de huesos o cualquier otra sustancia distinta a la arena. La misión del robot, el más sofisticado de este tipo que existe en el mundo, fue hacer una lectura del terreno, similar a la que se realiza con un tac nuclear, para detectar cualquier anomalía. «¡Muy buenas noticias! –proclama Avial al salir del pozo–. Estamos a dos metros y medio de un cambio en el terreno ¡Pueden estar ahí los huesos!».«Estamos a un palmo, ¡a sólo un palmo! No creo que haya más», anuncia al salir el forense Etxeberria mientras, derrengado, da cuenta de un almuerzo de queso manchego. «Sería mejor chorizo, pero es que estamos en vigilia», se lamenta el sacerdote. Nadie protesta, ni mucho menos.No hay tiempo que perder. El proyecto va ya a contrarreloj y hay que volver al tajo. A seis manos, los tres operarios de Aranzadi vuelven a llenar carros y carros de arena. Muy pronto llega la segunda evidencia: aparecen cada vez más restos de maderas, aparentemente de puertas y tablones, que fueron arrojados tal cual para rematar los cuerpos indefensos, cubrirlos de escombros y, según los lugareños, quemarlos después. Un obstáculo más para los que, 70 años después, quieren hacer uso de memoria histórica.No hay tregua. Más carros, más arena, más piedras, más madera, más cal. ¿Dónde están los huesos? ¿De dónde diablos sale tanta tierra? Llegan nuevos testimonios que indican que, necesariamente, debe haber luz al final del túnel: un anciano de la vecina Puerto Lápice, republicano, acaba de confirmar que allí se arrojó durante la Guerra Civil «a mucha gente», y que llegaban camiones de fuera cargados de cuerpos. Encima se echó mucha arena, reconoce. A fe que se hizo a conciencia.«Suspendemos la operación»Carros, arena, piedras, madera, cal. Y vuelta a empezar. Más carros, más arena, más piedras, más madera, más cal. Al margen de una vaina disparada de fusil y un proyectil del 9 corto sin percutir, no se hallan más que tornillos y lo que parecen ser goznes de puertas. Eso sí: hay restos de una granada arrojada desde el exterior para que estallara en el fondo. El blanco era seguro. Los supervivientes, si por aquel entonces quedaba alguno, no pudieron escapar de ella.A última hora del viernes, sin embargo, cunde el desánimo. La operación está a punto de venirse abajo. Se han sacado ya 15 toneladas, pero de los cuerpos no hay ni rastro. Los muertos de Camuñas se niegan a salir. El sacerdote Jorge López Teulón se desespera: «Si no aparece nada en media hora, tapamos y volvemos después de Semana Santa». El técnico del georadar no pierde la fe: «Tiene que estar ahí, tiene que estar ahí mismo». El forense Etxeberria y Asier Izaguirre deben marcharse, éste último para su expedición al Himalaya. Y no es plan de tocar las nubes sin haberse quitado antes ni tan siquiera el polvo del fondo del infierno.Si se quiere seguir el viernes hacen falta voluntarios que echen una mano a boca de mina. «Yo contrato a quien sea, pero esto no lo dejamos así», promete el dueño de la finca. Y lo cumple. Al alba del sábado hay ya las manos suficientes para hacer un último esfuerzo. Poco antes de comer, una de las paladas acaba con la incertidumbre. Adosado al fondo aparece una cavidad que da paso a una sala de unos siete metros, utilizada en la antigua mina. Allí están los cadáveres que llevan una semana buscando.Lo que ven los ojos de los espeleólogos es lo que tantas veces han contado los viejos del lugar. En la mina de Camuñas se mató a mucha gente por el simple pecado de ser de derechas o ser creyente. Ahora se podrá documentar, por fin, cuántos fueron. Después de mucho sufrimiento, el más ambicioso proyecto de memoria histórica ha llegado a buen puerto. «Dios aprieta, pero no ahoga», concluye Luis Avial.

La sorpresa de los romanosLos espeleólogos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi estaban preparados para encontrarse en el fondo de la mina a las víctimas de la represión de la República, pero no lo que hallaron en la cavidad anexa que, contra todo pronóstico, se abría junto al fondo del pozo: una sala de unos siete metros de ancho por siete de largo y tres de alto que utilizaron los romanos para sacar las vetas de plata de la mina. En ella se hallaban los restos, perfectamente conservados, de tres caballos, supuestamente utilizados por los romanos como norias para extraer el metal precioso. Y no sólo eso: en esa misma galería, se abre otro pozo de unos ocho metros de profundidad repleto de secretos aún por explorar.

A la espera del forensePor el momento es imposible aventurar cuántos cadáveres se han encontrado en el fondo de la mina de Las Cabezuelas. Los primeros cuerpos han aparecido a unos dos metros del suelo, aunque están mezclados con arena. En esas condiciones y con el paso del tiempo, habrán perdido toda la presencia de partes blandas y se habrán apelmazado, con lo que ocupan un espacio mucho menor de lo habitual. Su estado de conservación es casi perfecto.Será el forense Paco Etxeberria quien examine los restos para determinar cuántos cadáveres hay, aunque en la superficie que ocupan es lo suficientemente grande como para que la cifra supere los varios centenares. Su destino dependerá de lo que decidan los promotores del proyecto, pero si son muchos, en principio, se descartará su exhumación. Al menos ya se ha desvelado el destino de una parte de los 130.000 desaparecidos de la guerra.
https://www.larazon.es/historico/viaje-al-centro-de-la-represion-republicana-TLLA_RAZON_112928/
 
Son unos sinverguenzas


Son unos mal nacidos, no hay fosa que abran, que no encuentran nacionales, pero los dejan y vuelven a echar tierras. Como la tonteria de Paul Preston que indico donde estaba enterrado el pobre Garcia Lorca y se encontraron solo tierra, y es que Garcia Lorca afortunadmente esta a muy buen recuadrto lejos de las miradas indiscretas y de los buitres carroñeros
 
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Ver el archivo adjunto 1608821

Cuenta, cuenta ? Cuando sucedió el gran robo? san google no tiene record del robo pero tu nos puedes ilustrar
El robo de Indalecio Prieto
La verdad sobre el tesoro del Vita
Dinero, joyas, lingotes y otros bienes incautados por la República desaparecieron entre acusaciones mutuas de Indalecio Prieto y la Junta de Auxilio a los exiliados
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Dinero, joyas, lingotes y otros bienes incautados por la República desaparecieron entre acusaciones mutuas de Indalecio Prieto y la Junta de Auxilio a los exiliados.

En la humilde localidad oscense de Villanueva de Sijena, de la que tanto hoy se habla a raíz de la devolución de su tesoro artístico por parte del Museo de Lleida, se perpetró un lamentable expolio al comienzo de la Guerra Civil española. A orillas del río Alcanadre, entre Sariñena y Chalamera, el pueblo de Sijena sigue albergando hoy un antiguo monasterio, Panteón Real de Aragón, de estilo románico tardío y cisterciense. La avanzadilla de la Columna Durruti causó allí estragos. Jesús Saba, vecino del pueblo, tenía once años cuando vio arder la virgen románica de madera, icono del monasterio, con la que los milicianos encendieron una estufa.

El lamentable episodio de Sijena trae a la memoria hoy también otro más bochornoso aún: el del tesoro del Vita. Su protagonista: Indalecio Prieto Tuero. Prieto y el mar. Curiosa vinculación la de un terrícola con el inmenso piélago. Pero hubo un barco que se cruzó en su destino. Se llamaba Vita y había pertenecido al rey Alfonso XIII con el nombre de Giralda. En su cubierta almorzó el monarca, a modo de ejemplo, con el kaiser Guillermo II en 1904. Era un yate cargado de historia, de citas importantes con jefes de Estado y otras personalidades, de momentos inolvidables en la vida de un rey. Años después, el Gobierno de Juan Negrín compró esa lujosa embarcación de 690 toneladas, dos palos y dos potentes motores, para trasladar un grandioso tesoro fuera de España. En un claro intento de guardar las apariencias ante la opinión pública, se puso el barco a nombre de un tal Marino Gamboa, ciudadano filipino y testaferro de Negrín. Como era lógico, tratándose de un súbdito estadounidense, en el Vita ondeó desde el principio el pabellón norteamericano.

Hasta un «Quijote»

El 1 de febrero de 1939, a las diez y media de la noche, se habían reunido por última vez en España las Cortes de la República en el castillo de San Fernando, en Figueras, plaza fuerte de la provincia de Gerona. En aquella fortaleza construida bajo el reinado del primer Borbón, Felipe V, situada a tan sólo 25 kilómetros de la frontera francesa, un Negrín con gesto cariacontecido se negaba a dar su brazo a torcer ante los 62 diputados de la Cámara que le escuchaban, pese a ser consciente de que la guerra estaba ya casi perdida.

Durante esa dramática sesión, se dispuso el traslado de cerca de 200 bultos –entre cajas y maletas– del castillo de Figueras a París; cajas y maletas repletas de joyas, valores y otros objetos procedentes de depósitos bancarios y del desvalijamiento de cajas particulares ordenado por el propio Gobierno republicano. Dinero y bienes, en suma, que pertenecían a los ciudadanos españoles, cuyos domicilios fueron saqueados en algunos casos por los vándalos de las checas, y que el Gobierno pretendía llevar fuera de España para «ponerlos a salvo» del enemigo. En esas cajas y maletas había oro en lingotes y acuñado, colecciones de monedas también de oro de gran valor numismático, objetos artísticos y de culto que pertenecieron al Papa Luna, el joyero de la Capilla Real, el célebre relicario del Clavo de Cristo, y hasta un extraordinario ejemplar de «El Quijote» editado en hojas de corcho.

Francisco Gordo, empleado del Banco de España de la sucursal de París, y Felipe Mesta, comisario de la Caja de Reparaciones, fueron los encargados de adquirir las 120 maletas en las que se introdujeron los 110 bultos de que constaba el cargamento del Vita, sin contar las cajas. Parte del oro pudo muy bien haber salido de las bóvedas del Banco de España, de donde se extrajeron 13.000 cajas en total, 7.900 de las cuales, según confesó luego el general soviético Alexander Orlov, encargado de su traslado a Moscú, llegaron a poder de Stalin. Las 5.100 cajas restantes se dividieron en dos expediciones más: «Una, anterior a la de Odessa –aseguraba Prieto–, que fue a Marsella, y otra, muy posterior, a Barcelona». Pues bien: si Prieto sostenía que una parte de las reservas de oro del Banco de España fue a parar a Barcelona, y si esa «parte» pudo elevarse a cien o doscientas toneladas del noble metal, es más que probable que al zarpar el Vita de la Ciudad Condal, cuando la guerra ya estaba perdida, llevase en sus bodegas parte de tan precioso cargamento. De lo contrario, sería difícil entender cómo sólo con unas cuantas «joyas y bisutería», como aseguraba Prieto que transportaba el barco, pudiese llegar para tanto. El Vita fue puesto por su propietario filipino a disposición del Servicio de Evacuación de los Republicanos Españoles (SERE), fundado en abril por el Gobierno de Negrín. Desde sus oficinas de la Rue Saint-Lazare, el SERE distribuía a los refugiados españoles por América, la mayoría de los cuales llegaban a México, donde eran atendidos por una comisión presidida por el ex rector de la Universidad de Valencia, José Puche.



Las ideas de Negrín

En las bodegas del barco se cargó, primero en El Havre y luego en Ruán, el tesoro procedente del castillo de Figueras. A bordo viajaban siete marineros nacionalistas vascos a las órdenes del capitán José Ordorica, que había sido contratado ya de palabra el año anterior por Marino Gamboa, quien luego cedió el contrato al Gobierno de Negrín.

En El Havre (Francia) subió al Vita José María Martínez Sabater, ex funcionario de Hacienda y portador de la documentación e inventario del cargamento; Enrique Puente, encargado de custodiar el tesoro en calidad de teniente coronel de carabineros, lo hizo en Ruán (Francia). Junto a Puente, viajaban varios subordinados como S. Arévalo, M. García, Alcañiz y F. Hernández. El administrador de la nave era Mariano Manresa, ex capitán del Trasmontana, que intervino en su adquisición. Acompañaba a éste su hermano Antonio, que viajaba como auxiliar administrativo o primer sobrecargo. Ambos comulgaban con las ideas políticas de Negrín. Los tripulantes pusieron rumbo a Veracruz, a cuyo puerto arribaron el 23 de marzo de 1939. Negrín había dispuesto que fuese el capitán Ordorica quien entregase personalmente el tesoro al doctor Puche. Sin embargo, puesto al habla con tierra, Ordorica confirmó que el representante del jefe del Gobierno no había acudido a la cita.



Destino fundición

La situación entrañaba un serio peligro: ¿qué hacía si no un yate de lujo frente a las costas mexicanas sin atracar en el puerto y enarbolando la bandera norteamericana, cuando ninguno de sus tripulantes tenía esa nacionalidad? El imprevisto podía originar un conflicto entre la administración estadounidense y la mexicana si ésta no actuaba con diligencia, como así sucedió. El cónsul de Estados Unidos ordenó el desalojo del barco, mientras el jefe de la Aduana subía a bordo para inspeccionar sin éxito la carga, dado que Ordorica estaba en tierra y su camarote cerrado. Fue entonces cuando irrumpió en escena la oronda figura de Prieto, quien se apoderó finalmente del tesoro. ¿Qué fue de todas esas riquezas? ¿A dónde fue a parar el relicario del Clavo de Cristo? ¿Y el joyero de la Capilla Real? ¿Qué sucedió con el célebre Manto de las 50.000 perlas robado de la Catedral de Toledo? ¿Y cuál fue el destino de las valiosas colecciones de relojes...?

Es probable que una gestión irresponsable convirtiera en lingotes de oro o plata esas piezas únicas. Un informe del Banco de México confirmaba ese aciago presentimiento. La conclusión era abrumadora: entre enero y mayo de 1940, la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles (JARE) de Prieto envió al Banco de México un fabuloso cargamento de oro fino para que procediera a fundirlo. Todo apunta a que fue un crimen contra el patrimonio histórico y artístico de España; un verdadero expolio de la propiedad privada de millares de españoles. Prieto era el único amo del tesoro del Vita. Cuando le convenía justificarse, alegaba que su actuación obedecía a indicaciones de la Diputación Permanente y de la JARE de París. Pero en la capital francesa aseguraban, en cambio, que era él quien mandaba desde México.

Una cosa, sin duda, era lo que Prieto decía: «Se giraban a la Junta, que funcionaba en París, cantidades muy considerables para auxiliar a los miles de refugiados españoles»; y otra muy distinta la realidad que reflejaba el primer balance de la JARE, cerrado el 30 de septiembre de 1939, según el cual casi el 40 por ciento del dinero gastado en sólo dos meses (1.484.250 francos) fue absorbido por la Diputación Permanente de las Cortes y se empleó en atenciones a los consejeros y funcionarios, mientras que otros 1.638.000 francos fueron a parar a la Generalitat catalana. Los refugiados por los que Prieto tanto intercedía únicamente recibieron 300.000 francos en fruta. El resto del presupuesto eran partidas administrativas y algunas ridículas subvenciones.

Muchos asilados vivían así miserablemente en los quince campos de concentración instalados en Francia y en los cuatro de Marruecos. Demasiados recluidos en estos campos fueron destinados a las Compañías de Trabajo y no recibieron ni un solo franco del SERE o la JARE. Al mando de oficiales franceses, su situación era precaria: realizaban penosos trabajos de fortificaciones y carreteras por los que tan sólo cobraban como soldada oficial cincuenta céntimos de franco diarios, aparte de la manutención y del alojamiento en barracones. Un tesoro despilfarrado a manos llenas.
https://www.larazon.es/cultura/la-verdad-sobre-el-tesoro-del-vita-NG17223781/
 
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Ver el archivo adjunto 1608821

Cuenta, cuenta ? Cuando sucedió el gran robo? san google no tiene record del robo pero tu nos puedes ilustrar
El oro de Moscú: el mayor robo de la historia
https://gaceta.es/blogs/crimenes-de...or-robo-historia-24102016-1908-20161024-0000/

Tal madrugada como la de hoy en 1936 se cargaron por orden de Juan Negrín las 540 toneladas en cuatro buques soviéticos: ¿Del robo del Oro de Moscú tampoco hay que acordarse? Por José Crespo
https://lapaseata.net/2020/09/13/del-oro-de-moscu/
 
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