A ver, es que a veces te pilla de sorpresa y no reaccionas bien. A mí con mi padre me pasó, falleció de repente y le hicimos un funeral normal, en el tanatorio, con un cura y una misa, y me ha quedado un pesar enorme porque era ateo y no le habría gustado. Con mi madre, aunque también fue de repente, lo hicimos distinto porque la experiencia es un grado. Ceremonia civil en la "capilla" del tanatorio, cuarteto de cuerda en vivo, texto escrito por nosotros...pero la primera vez estábamos tan en shock que hicimos lo que nos iban diciendo, sin poder reaccionar. Esta vez ya sabíamos que había otra alternativa y supinmos hacerlo un poco mejor. La pena en ambos casos es inmensa, pero alivia hacer las cosas como el fallecido habría querido.
Al fin y al cabo, las ceremonias no son más que rituales. Creo que lo realmente importante es el sentimiento con el que nos quedamos con aquel ser querido y cómo le recordamos.