Exhumación de Francisco Franco e inhumación en el panteón de Mingorrubio, El Pardo

En Cataluña se ha creado una conciencia emocional de nación en una parte considerable. Y ello ha sido posible porque el Estado se ha automarginado, ha dejado hacer. No hay Estado, y eso ha permitido llegar a este proceso de autodestrucción. Los responsables finales son los separatistas. Desprecian la Ley. No la reconocen, pero el Estado tampoco impone el imperio de la Ley. El gobierno del Estado es culpable, no por lo que ha hecho, sino por lo que no ha hecho. Su política ha sido de entreguismo, de dejar hacer, y lo han incentivado a base de financiación, engañando a la sociedad con que eso calmaría al separatismo a cambio de obtener el efímero apoyo en los presupuestos u otras medidas de gobierno mediante un chantaje permanente. Es un proceso inacabable al que no se le ha puesto freno. Ni el PP ni el PSOE pueden resolver este asunto.
Muy cierto.
 
¿Y acerca de la mal llamada Ley de Memoria Histórica?
–Su objetivo es controlar el discurso político de la historia y del pasado. Crear una historia de la opresión, ser víctimas, el discurso por el victimismo. Significa presentar la historia con una sola cara, sin libertad de expresión, de crítica, anular la investigación, salvo la que supuestamente sirva para dichos fines con todo tipo de ilegalidades. No se ha inventado en España, pero Sánchez está yendo más lejos que Zapatero y mucho más que otras leyes en Europa. En España se ha convertido en un arma sectaria para controlar a los partidos de la oposición. Por un temor enorme de ser tachados de franquistas. Oponerse a ella es un deber moral. Hace falta vigor e independencia para ello.
Muy cierto.
 
El problema más grave cometido por el Estado ha sido la profanación de una iglesia en contra de las leyes del propio Estado y del Vaticano. Y sin el permiso de los familiares. Se han violado sus derechos civiles y políticos. Y violar la ley para un Estado es un hecho muy grave. La comisión creada por Zapatero en 2011 hizo un informe en que señalaba que si bien exhumar al dictador de ese lugar sería deseable, tal acto no se podría llevar a cabo sin el consentimiento de la Iglesia, de la orden benedictina y de la propia familia», continúa, «y que, por lo tanto, lo mejor era dejar las cosas como estaban. Pedro Sánchez ha ido mucho más lejos al ir en contra de la propia Ley de Memoria Histórica, que dice que los restos se deben entregar a la familia para que ella decidiera donde volver a enterrarlos donde quisiera. El acto ha tenido un claro objetivo político, como lo es el traer a Franco y el franquismo al debate político del momento, para presentar a Sánchez como el gran «justiciero» de la historia. Una absoluta barbaridad», concluye.
Muy cierto.
 

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